Gonzalo Ibáñez Santamaría


Si hay algo que ha marcado la vida política de Chile durante ya varias décadas, ha sido el descarado abuso de que ha sido objeto el nombre “Cristiano”. Fue en 1957 que se creó el partido denominado "democracia cristiana" con la finalidad, según sus mentores, de entablar un diálogo con grupos políticos no cristianos y aun ateos, como el comunismo, de modo de encontrar puntos de acuerdo para desarrollar una acción política común. Fue una manera de desembarazarse de la doctrina verdaderamente cristiana para asumir los postulados ideológicos del adversario. Es lo que de hecho sucedió durante los años de la década de 1960 en los cuales se operó un notorio trasvasije de muchos que se proclamaban cristianos a las filas del marxismo. La misma DC se encargó de dar los primeros pasos como, por ejemplo, a través de la llamada reforma agraria que no fue sino un paso en la colectivización marxista de la agricultura chilena. Después vinieron los “Cristianos por el socialismo” decididos a empuñar incluso las armas por el triunfo rojo, lo que lograron en 1970 con Salvador Allende a la cabeza. Fue tal el desastre que se produjo, que los principales líderes de la DC de entonces, entre otros Frei Montalva y Patricio Aylwin, aplaudieron de pie la intervención de las FF.AA. y de Orden en 1973 ¡Vaya paradoja!

Sin embargo, sus sucesores no aprendieron la lección y hoy hacen gala de alianzas con grupos no cristianos y anticristianos -desde luego, con el comunismo- para avanzar en la adopción de políticas que, por antihumanas, son anticristianas. Así ha sucedido ya con el desmantelamiento de la familia y con la legalización de un crimen como el aborto, y nuevamente la utopía socialista se abre paso entre ellos. Ignacio Walker, uno de los líderes de esa posición, ha publicado recién un libro destinado a defender esa postura. Esta, digámoslo de inmediato, ha podido hacerse fuerte en el país porque la jerarquía católica en estos decenios ha permanecido en total silencio de cara a este abuso, haciéndose así cómplice de lo que no ha sido otra cosa que el desmantelamiento de la Iglesia y el socavamiento de las bases de la convivencia nacional.

Lamentablemente, ella ha continuado en silencio y es muy probable que frente al intento dirigido por el mismo Walker entre otros, siga manteniendo idéntico silencio. Chile es una nación nacida y criada al alero de la Iglesia Católica por lo que este intento de apoderarse del nombre cristiano para llevar adelante políticas tan destructivas como las que hemos señalado no puede dejarnos indiferentes. Desde luego, está en juego la misma Iglesia y, también, el país. Hemos, pues, estar alertas y comenzar sin reservas a denunciar este nuevo abuso del nombre cristiano para ser empleado en un contubernio con fuerzas anticristianas como el comunismo. No podemos callar hoy día como se calló antaño en nuestra país. Si dejamos que este proceso siga su curso es muy probable que, en poco tiempo más, esta vez no haya como volver atrás.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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