Por Enrique Subercaseaux


Para entender lo que acontece en Estados Unidos, hay que tener una visión clara de lo que ha ocurrido antes del presente mandato.

El juego político derivó en un “consenso progresista” donde gran parte del mundo occidental adhirió a una “tecnocracia de elites” que operaba al margen del voto popular, pero logró instalarse trabajando mañosamente un acuerdo de elites.

Lejos del juego democrático, aceptado por una política de infiltración y hechos consumados, la autocracia de Davos se enseñoreo por años.

En el proceso, no hubo idea que no intentaran, transformando las relaciones de género, de familia y de extranjeros vs. locales, que produjeron trastornos sociales graves. Una política migratoria que buscó disolver fronteras, culturas y riqueza nacional, llevó problemas a un numero importante de países. Problemas que están presentes hasta el día de hoy.

Y así con la sobre ideologización en temas medioambientales de energía y otros. No olvidemos el absurdo que impregnó todo el movimiento alrededor de Greta Thunberg. Hoy, ella se ha devaluado en agitadora de la causa del mes, y constituye una mera curiosidad en el vasto escenario europeo.

En Estados Unidos, Trump recibió un país con múltiples problemas, comenzando con un sobreendeudamiento inmanejable y potencialmente catastrófico, no solo para Estados Unidos, sino que para el mundo entero.  Un estado elefantiásico que ha tenido que comenzar a reducir y limpiar de corruptelas varias.

Y así con el campo de la salud pública, de la defensa, de los organismos de inteligencia y un largo etcétera.

Lidiar con estos problemas internos, y sumar el frente externo: Medio Oriente, Ucrania, China y otros, puede sobre exigir a cualquiera.

En el ámbito de la presente “guerra arancelaria” hay que tener presente varios elementos:

  1. Un sistema multilateral distorsionado por la ideología;
  2. China que ha hecho un uso abusivo del sistema global de libre comercio ignorando las reglas del juego más básicas (transparencia, propiedad intelectual, reglas antidumpin, manipulación del tipo de cambio etc.)
  3. Una Europa proteccionista y sobre burocratizada.
  4. Utilizar el comercio y balanzas comerciales para a subsanar temas de sobreendeudamiento interno, vía tasas de interés y depreciación del dólar.

En síntesis, esto es algo más que el ámbito de aranceles. Esto involucra unas nuevas reglas del juego dentro de un sistema que ya estaba gastado por abusos, sobre ideologización y reglas opacas.

Por el momento, muchos países, en especial del Asia, han aceptado participar en una ronda de negociaciones. Es justamente Asia el continente que es una realidad mensurable de las ventajas del libre comercio. Otros muchos países, de manera individual se acercan a buscar soluciones a su tema comercial.

Al fin del día, la magnitud del proceso subraya que esto no es solo una “ocurrencia” de Trump. Verifica un enorme equipo con las prioridades claras.

Y la voluntad de ir arreglando un mundo maltrecho después de un par de décadas (al menos) de una gobernanza en declive y de unos términos de intercambio distorsionados por la arbitrariedad y la ideología.

Por lo anterior, en vez de criticar a la recientemente inaugurada Administración Trump, conviene entender qué había antes de su llegada, y cuales eran los peligros concretos que el concierto internacional enfrentaba.

La mayor paradoja es que el “Nuevo Orden Mundial” de Davos se ha transformado en el “Nuevo Orden Mundial” de Trump.

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