Por Enrique Subercaseaux


Una seguidilla de asesinatos a miembros de Carabineros de Chile ha azotado al país y a la opinión pública en los últimos meses. A ello se suma una campaña de desprestigio a Carabineros y las otras ramas de las Fuerzas Armadas que se remonta a décadas.

Todo nace de la mentira. Por ejemplo, en la discusión de la ley, que fue promulgada anoche (Ley Nain-Retamal) las observaciones y las gimnasias retoricas fueron de una magnitud inverosímil.  Basadas en mentiras o medias verdades. Nunca en criterios técnicos. Algo que tiene en común la izquierda en Chile con el Castro-Chavismo regional y el Progresismo global.

Tanto es así que el Gobierno al verse apretado por el ultimo asesinato en el día de ayer, se apresuro en promulgar esta ley y otra reglamentación y directrices complementarias. La pregunta que se debe hacer es por qué  en temas de seguridad publica la dictación de leyes y la decisión de los poderes del Estado deben estar sujetos a presiones de la opinión publica y no por criterios de bien común.

El bien común que ha estado ausente, por largos años ya, de la arena política local. Es cierto que esto es un fenómeno global, y que la calidad de la “política” esta decayendo a niveles impensados.  Pero aun no hay remedio para dicha enfermedad.

Es posible que la velocidad con que circula la información hoy día, gracias a las redes sociales, empodere a muchos y que ello lleva como consecuencia el afán de tener una opinión o protagonismo de un porcentaje creciente de la población.

La actitud, a mi juicio, ante el tsunami de la información es la de sano escepticismo.  Casi como lo habrían dicho mis abuelos.

Así las cosas, la sociedad chilena ha sido violentada ante esta seguidilla de hechos de sangre.  Se ha intentado destruir la confianza en Carabineros y las Fuerzas Armadas, pero el tiro les ha salido por la culata.  En la escala existente, las FF.AA. ostentan índices de aprobación 4 o 5 veces superiores a los de la clase política.  De allí el nerviosismo y las urgencias cuando el escenario cambia y se oscurece el panorama.

Es notorio que hoy día la ciudadanía tiene el sartén por el mango.  Lo que aun falta es un verdadero liderazgo que pueda encauzar esta inquietud y estas certezas que comienzan a cristalizarse.  Chile ha perdido valioso tiempo en irse por caminos sin salida o sin retorno. Se ha equivocado la hoja de ruta.  Se han elegido opciones que favorecen a solo unos pocos en desmedro de la sociedad completa.

Un cambio de rumbo, por increíble que pueda parecer es la próxima nueva convención constitucional. Independientemente del resultado que esta tenga, en cuanto al documento-propuesta que se produzca, ira instalando otra serie de hechos y verdades que hagan reflexionar a la ciudadanía. De allí pueden emerger muchas cosas. Ya lo vimos en septiembre pasado, y quizás lo volvamos a ver en esta ocasión.  Cambio de preferencias políticas. Descarte de vías mesiánicas o/y utópicas.  Elegir las canas sobre la lozanía juvenil.

Si se mira al primer proceso constitucional, el camino para llegar al 62% no era ni evidente ni asegurado. Sin embargo, la ciudadanía pudo construirlo.  Ahora, hoy, es el momento de construir otras opciones. Solo el tiempo y la sucesión de eventos nos revelara la vía, una vez terminada.

Hay que volver a tener confianza. Chile nos pertenece a todos. Muchos tienen las cosas claras, y están esperando el momento para hacerse oír.

Pues este momento ha llegado.  El rechazo a la violencia. Rechazo a la división y rechazo a la mentira que nos divide. Rechazo a la revisión de la historia, de la cual muchos hemos sido parte y hemos sido testigos.  Es imposible a través de dobleces y engaños falsear la verdad.. Estos elementos ya son suficientes por encontrar otras vías para construir una gobernanza dañada, unas confianzas destruidas y eliminar una violencia que quita vidas.

El detalle es que no estamos solos en estos afanes. Lentamente, pero en forma segura, sociedades en muchos países están abriendo los ojos y se están oponiendo a la dictadura globalista de las elites progresistas.

Elites que creen que se dan el lujo de elegir el progresismo porque tienen dinero, una posición no solo egoísta, sino que avara.

Aun así, todo cae por su propio peso. Y en estos días de reflexión y congoja espiritual, es bueno saber que hay una luz al final del túnel.  Y que el túnel puede ser mas corto de lo que creemos. Es solo cosa de reflexionar: ¿cuál es nuestra misión en la vida?  ¿Estamos haciendo todo lo posible por tomar las mejores decisiones?

Nuestro deber es practicar la sintonía fina. Apegarnos a un nuevo rumbo. Una decisión que nos satisfaga plenamente, independientemente de lo difícil que parezca. Al final, entre muchos, el camino se hace mas llevadero y la carga más liviana.

Honremos a nuestros mártires. A quienes dieron su vida por proteger la nuestra. Demostremos consideración, agradecimiento y memoria. Es hora de pasar a la acción y mirar el futuro en sus ojos.

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