Por Enrique Subercaseaux


No se recuerdan incendios tan devastadores como los de este verano 2023.

Siempre hay mano mora. No lo dicen solo las estadísticas chilenas: son estadísticas globales.

A la mano mora se le suma, en este caso, la planificación estratégica. Ello, después que entendidos en la materia hacen un estudio del terreno y la disposición geográfica de los focos, así como la secuencia que presentan dentro de un periodo de tiempo determinado.

Se habla de mas de 300.000 hectáreas calcinadas. Tierras inutilizadas por algunos años. Muchas vidas destruidas por las perdidas materiales: sus casas, sus animales, sus cultivos, parte de sus vidas.

Y lógicamente pierde Chile también. El país se empobrece. Y el país sufre al ver con impotencia como se pierden vidas, se arruinan familias completas y el sustento alimenticio del país entero decrece.

Es sintomático cuando grupos políticos quieren ocultar la verdad o bien trucarla para su propio provecho: el libreto común aparece por arte de magia y todos repiten como loros.

Afortunadamente en una época de comunicaciones y alta tecnología, ya han ido apareciendo pruebas de como los siniestros fueron producidos. Mas la captura de algunos de los malhechores que actuaron por afán de lucro.

La búsqueda de la verdad: ¿ira más allá de estas notas televisivas?  Difícil saberlo, pero si nos remitimos a los años anteriores (2017) salta a la memoria con una nutrida faja de incendios en el chile central, el Gobierno de turno tiene pocos incentivos para perseverar en las investigaciones. Se cuenta con la mala memoria del chileno.

A este paso, y con episodios similares en los próximos veranos, veremos el desplazamiento forzoso de pobladores y empresas de las tierras y áreas siniestradas.

En pocos años, gran parte del Chile agrícola estará inutilizado o bien con pocos dispuestos a invertir allí.

Las faenas agrícolas y forestales no son instantáneas, no se producen por arte de magia.  En algunos casos (los pequeños agricultores) precisan de una vocación especial. Una manera de vida, una historia y una tradición.  Campos más grandes, (incluyendo faenas forestales) precisan de grandes inversiones y ciclos económicos de varios años.

No solo esta actividad es importante, sino vital para apoyar no solo el asentamiento humano en la zona, sino que la alimentación de parte importante de la población del país.

En síntesis, no es broma lo que está pasando.

Por ello, es indignante la reacción torpe, lenta y desganada del Gobierno de turno: de capitán a paje.

Es como si el problema no fuera con ellos.  Similar a lo que paso en el 2017 donde una ciudadana chilena hizo historia aportando un avión de grandes dimensiones (y eficiencia) para la lucha de los siniestros.

No hay convicción porque hay ignorancia. Hay ignorancia e ideología. Se cree que esta es mejor consejera que el sentido común.

Y, además, se van descubriendo incoherencias. Lo que se sostenía y declaraba antes (antes de llegar al poder) fue instrumental para conquistar La Moneda.

Después, a esconder todo debajo de la alfombra: hasta que la tragedia golpeó sus puertas.

Paulatinamente se forma un consenso sobre la mala elección en las elecciones pasadas (descontando las cada vez mas habituales irregularidades). Cada vez esta mas presente esta idea y la necesidad de cambio.

Aun así, es incomprensible que se insista, por ejemplo, en un nuevo proceso constitucional, contraviniendo la ley y el veredicto popular del rechazo en meses pasados.

¿Es que se puede negociar con aquellos que han estimulado, directa o indirectamente, la tragedia de fuego y humo que arrasa con la tierra de Chile?

Hay todo un divorcio entre la realidad que aqueja al país y las apetencias de una clase política cada vez mas desconectada del ritmo y pulsión del mundo moderno.

Se ha sustituido el saber hacer y el sentido común por un manual de instrucciones elaborado en un laboratorio. Quizás, incluso, en un sanatorio mental, enclavado en las montañas heladas de la Europa central.

El fracaso es evidente porque cada Nación es un mundo singular y diverso.  Y porque los sueños de dominación, que siempre han estado presentes en el lado oscuro de la mente humana, requieren algo más que una ensoñación entre un grupete de amigos.

Requiere coherencia, poder de convencimiento, y aunar voluntades.

No es el caso de este experimento fallido en Chile, donde la trayectoria bajista del país es un hecho.  Es un proceso de “quítate tu para ponerme yo”.

Es estimular una economía informal para emparejar la cancha. Y luego, torcer la ley para incorporar estas áreas grises al quehacer económico global.

Poderoso caballero es don dinero.

¿Se pueden encontrar soluciones con un grupo de fanáticos al mando, que no es que les falte experiencia, sino que su incoherencia, de palabra y acción, los lleva a ser cómplices de todas nuestras desgracias?

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