Por: Enrique Subercaseaux.
Director Fundación Voz Nacional


Vino, y se fue, el presidente de Argentina.

Levanto polvareda en Chile.  El, y su anfitrión también.

Por definición partidaria, a ambos los separa una cordillera de los andes ideológica. Piñera, (muy) amigo de Macri, el predecesor de Fernández. Este, o mas bien su vicepresidenta “Cristina”, muy amiga de Bachelet, la predecesora (2 veces) de Piñera.

Así funcionan las democracias en nuestra región.  Llena de ampulosidades verbales, ricas en finteos discursivos, pobres o nulas en concreciones para el bien de los gobernados.

Según comunicado de la cancillería de chile, lo único concreto de la visita fueron:

  1. Un Acuerdo Reciproco para el canje de licencias de conducir;
  2. Establecimiento de un sistema de control integrado en un (¡) paso fronterizo.

El resto, conversaciones de buena crianza y lo usual en la jerga diplomática.

De los temas importantes: ni una sola palabra:

  1. Plataforma continental de Chile y Argentina;
  2. Delimitación de Campos de Hielo Sur.
  3. Tema Antártico.

Estos son temas reales y que suponen el casi único legado a las generaciones venideras.  En un gobierno que demuestra un entusiasmo desmedido por el Medio Ambiente, la preocupación real es muy pobre y carente de significado.

Esperar sentados a que pase el tiempo, y no pase nada, es la peor de las fórmulas, porque elimina cualquier acción al momento de precipitarse la solución de hecho.

Entonces, no solo no se tocaron los temas claves de la relación bilateral, sino que también, la visita permitió al Mandatario Argentino estrechar sus vínculos con el progresismo chileno.  Desde luego que MEO es su principal asesor de política exterior (con el cual ceno) sino también reuniones con parlamentarios progresistas, reunión con Ricardo Lagos y discurso y reunión en la CEPAL.  Es decir, el verdadero contenido de la vista lo dio sus contactos con la oposición a Piñera.

Allí fallo la diplomacia, ya que, en este tipo de visitas, siempre se negocian los programas.

También fallo la diplomacia al definir los temas de la agenda de conversaciones.  Como se ha podido constatar en el ultimo tiempo, la Cancillería chilena esta muy atrasada en su agenda de temas limítrofes, además de la plataforma chilena, mares australes y tema antártico.  En este ámbito, las declaraciones no sirven, y la acción es lo único que vale. Muchos países están a la espera de que se levante la veda de “no explotación” de la Antártica. Y solo valdrán los títulos de aquellos que estén mejor posicionados para comenzar la explotación.

En las relaciones internacionales, no valen las amistades, sino los intereses de cada uno de los países que se encuentran jugando la partida en el tablero global.

Lo que claramente falta en el Gobierno actual (me refiero al de Piñera) es que la región, y parte del mundo, se han sobre ideologizado. Hay una guerra soterrada, (con erupciones permanentes que la hacen visible) entre los Nacionalistas/Patriotas (que se oponen a las iniciativas del Progresismo global) y los Progresistas, que los hay tanto de derechas como de izquierdas, y su identidad común se entronca en una servidumbre total a los dictados del globalismo.

Así las cosas, Piñera nunca se ha referido a la evidente intervención extranjera del ataque narco-terrorista del 18-O, en circunstancias que si lo hicieron un puñado de países de la región.

Seguidamente, Piñera se sumo al coro anti-Trump, en circunstancias que la última elección fue, al menos dudosa. Y que los hechos que fluyen de los primeros días del actual gobierno presentan un problema tras otro: China, Medio Oriente, Pandemia, primer veto a una orden ejecutiva y un largo etcétera.

Las cosas han cambiado y la falla ideológica que separaba el proceso de análisis y toma de decisiones del pasado reciente y del hoy, esta en vías de ser demolida.

Incluso el Foro Económico de Davos tiene sus primeras dudas y titubeos frente a su proyecto del gran reseteo. Así como dudas se han suscitado respecto de las vacunas y el manejo en general de una pandemia que ha dejado a gran parte del mundo tambaleando sobre un pedestal de débil utileria.

Es, al final, la diferencia entre un actuar basado en la transitoriedad valórica y de principios de una ideología, y la solidez argumentativa de quienes saben que están luchando para que se imponga la verdad y el sentido común.

De nada de esto se habla en Chile.  Parece que lo único que separa los gobiernos de Chile y Argentina es la larga y alta cordillera.  Pero viendo las realidades sociales de ambas vertientes podemos darnos cuenta lo nocivo que ha sido una aplicación de una agenda oscurantista e ideologizada, donde ha reinado el voluntarismo antes que la integridad del conocimiento.  Las desventuras intelectuales del Ministro de Salud Argentino son memorables. Antes estuvo de Embajador en Chile.

Precisamente que se puede lograr en concreto entre ambos Gobiernos: el uno atrapado por el pulpo ideológico, que todo lo inmoviliza, y el otro en una crisis existencial provocada por “falsos positivos”, que merecen tratamiento individual y no que proyecten su malestar profundo a un país cuyo deterioro ya es palpable.

Nada duradero se puede construir sobre arenas movedizas, y, por lo tanto, apresurarse en estas épocas, en el ámbito internacional es muy torpe.

Mas urgente es ordenar la casa. Hacer bien las tareas en los temas limítrofes. Preservar nuestros mares y delimitar nuestras plataformas.  Entender que estos son temas de fondo, y que una vez perdidos por negligencia es el país entero el que se perjudica.

Me resulta curioso toda esta negligencia en temas limítrofes (magníficamente expuestos por Jorge Guzmán, un especialista, en el ellibero.cl) sea a cargo de la Dirección de Fronteras y Limites, donde es directora la esposa de Fernando Atria, el mismo que resulta ser el ideólogo de la nueva Constitución.  En ambos casos, limites y constitución, reina un voluntarismo que este resultando muy perjudicial para los intereses de Chile.

En síntesis, una visita de alto nivel, en plena pandemia, que no tuvo enjundia y, por lo tanto, razón de ser.  Quizás coincide con las preocupaciones de la Cancillería, según se han expuesto en recientes artículos de prensa: temas de género, grandilocuencia sobre estructuras multilaterales ya caducas y un breve etcétera.

Estamos en una época donde el pragmatismo es supremo. El gran discurso ya paso de moda. Y a la ideologización trasnochada también.

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