Por: Enrique Subercaseaux.
Director Fundación Voz Nacional


Absurdo: que es contrario a la lógica y a la razón. Definición.

“Cuando el alma se opone al conocimiento, a la opinión fundada o a la razón, que son sus leyes naturales, a eso yo llamo locura: el extravío de la razón”. 
Platón (vía Barbara Tuchman, historiadora).


Poco a poco se devela el detalle del “gran Reseteo” que nos espera, cortesía de las elites políticas y económicas del globo.

Hasta hace poco, la guerra era la verdad contra la mentira. Ahora, esta se ha transformado en la censura de acción y el habla (oral u escrita) a través de los medios de circulación masiva. Ya sean abiertos o privados.

Ya lo sabemos, y lo estamos conociendo en primera persona vía Twitter, YouTube y otros, además de plataformas alternativas a las que le han hecho la vida, y la visibilidad, imposibles.

Una lastima porque si sabemos que así el mundo pierde.

De primeras, pierde paulatinamente la libertad del hombre, que busca proyectar su expresión mediante los medios a su alcance. Estos se van cerrando, y no es cosa de emigrar a paisajes mas benignos: el construir audiencias toma tiempo y, así, la hilatura del mensaje se trunca y se disuelve.

Las elites, y su concupiscencia por el poder y el control, están evidentemente deschavetadas.

Plantear un cambio radical en las formas y fondos de una sociedad global son palabras mayores. Y era/es evidente que se encontrarían con una resistencia. Resistencia por partida doble: el mensaje de advertencia de la visión orwelliana hace ya un tiempo que corre a sus anchas; y ya muchos se han dado cuenta que una vida y un crecimiento libre significan una multiplicidad de factores por los que hay que batallar.  La tecnología es cómplice en el diseño y ejecución de estas líneas defensivas.

La elite globalista planteó, con la pandemia, y antes con el cambio climático, y antes con las cuestiones de género, una “gobernanza de expertos”. Algunos establecidos, otros calentados a microondas.  Pero los “expertos” quizás sepan de sus áreas del saber, pero ciertamente se pierden al insertar este ámbito (de mala manera) en el panorama social mas general se perdieron y la defensa de la ciudanía libre se multiplicó. Algunos por lógica, otros por piel, otros por ideología “anti”, y así, muchas y diversas posiciones tuvieron un acomodo en el embate reaccionario del progresismo.

La lógica de los “expertos” tiene una falla: hay que alimentarlos financieramente para que sigan en la batalla de las “ideas”, ya que de caso contrario se van desinflando los argumentos o, derechamente, se pasan al bando contrario.

Los expertos no poseen una ductilidad política, o una flexibilidad en su discurso. Mas bien parten de premisas prefabricadas y arremeten con ellas sin oír razones, sin confrontar ideas y sin probar científicamente sus asertos.

Ejemplos abundan en las tres áreas que menciono, por lo que les dejo la tarea de documentarse pertinentemente.

Los expertos, en síntesis, no han estado a la altura. Y al no ser cargos de elección popular, no pueden responder por el daño a la fe pública. Las patrañas de Al Gore, en temas climáticos, están allí para que todos las cotejen. Todo mentira. Mentiras al precio de oro.

Y el papelón de la OMS en la presente pandemia, mas el lucrativo negocio de las farmacéuticas, compiten por la corona de un gigantesco fraude a escala global.

Cortesía de Donald Trump, a quien le robaron las elecciones, por una cuestión matemática y estadística (y los números no mienten), los propietarios “privados” de la extensa red de “redes sociales” comenzaron a censurarlo, y luego a borrarlo, del sistema. No solo Trump, sino sus seguidores mas importantes, ya sea en Norteamérica o el mundo.  Yo mismo he perdido, inexplicablemente, seguidores en Twitter, y eso que mi cuenta es minúscula.

Se busca así borrar una “personalidad” que no llego a la presidencia de su país (con muy buen desempeño) desde el establishment: es/era un outsider, cosa que parece molestar en demasía a los políticos “de carrera” de ese parangón democrático.

Si hacemos memoria, persecuciones y guerras sucias con sede en Washington D.C. han existido desde siempre.

Esta vez, las voces que han salido a defender a Trump no solo provienen de su país, sino de los cinco continentes.  Por lo tanto, podrán limitarlo, pero no borrarlo de los anales.

Pero la censura se anuncia cada vez mas fuerte.  Es posible que luego estén disponibles “los tratamientos” para borrar selectivamente la memoria.

Ciertamente se han unido las dos elites globales: la de la política y la de la industria. En Chile coexisten ambas, casi en exclusiva, que se repartirán el “reino” a su entera voluntad, dejando al resto de la sociedad como peones de libre disposición.

En las candidaturas para la Asamblea Constituyente, que se vota en abril próximo, también se ha podido observar el mismo fenómeno: el establishment político luchó denodadamente por no admitir en lista algunos nombres que son díscolos, en el sentido que aportaran/rían mucho desde fuera del establishment.

Establishment político, digámoslo una vez más, que es responsable de la profunda crisis por la que atraviesa Chile. Aun así, en una carencia total de autocrítica, se pelean por criticar a las candidaturas que vienen de fuera.

El establishment no tiene nada de lo cual sentirse orgulloso. Y ciertamente de entre ellos no saldrá ninguna situación duradera a nuestra crisis.

La preferencia de la mentira, por sobre la verdad, destruye la sociedad.

Y ahora, la censura, el “baneo” o el “silenciamiento tecnológico” tampoco arreglaran los problemas. Más bien los agravarán. Nos acercaran a lo absurdo, y nos empujaran a la locura.

Seres sin libertad son gentes sin esperanza, sin ganas de vivir, abúlicos a todo, e incapaces de contribuir y de aportar.

Una cosa es inflar el “espejismo de la revolución” otra cosa distinta es convencerse que ese es el camino para retomar la normalidad y la concordia.

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