Por: Enrique Subercaseaux
Director Fundación Voz Nacional


Se avanza en los preparativos para la Asamblea Constituyente.

Las reglas iban a ser unas, pero ya estas se han cambiado, y es probable mayores viscicitudes con el paso del tiempo.

Es algo simple esto de cambiar reglas.  Es como cambiar los parámetros del “metro” o el valor de los segundos y los minutos.  ¿Quizás por el cambio de reglas sube “catastróficamente” la temperatura en los polos?

Se parte de una hoja en blanco, al decir, y desear, de algunos.  ¿Es que van a escribir a mano?  ¿O solo deliberar con grandilocuencia para tratar de dividir aún más la sociedad vapuleada? Ya casi nadie escribe a mano, y por lo tanto no se usa papel. Partimos de una falacia.

Quienes se atreven a escribir hoy, observan consternados que su magnífica caligrafía ya no existe. Se ha evaporado y las letras salen chuecas y desordenadas.  ¿Quién va a entender este transcurrir de ideas en letra ilegible?

Mas probablemente se usarán computadores. Con herramientas tan útiles como Google y Wikipedia, que siempre vienen al auxilio cuando las ideas no se encuentran.  Cuanto hay de propio y cuanto de ajeno en una época como hoy, en que la palabra escrita abunda… Como si la inspiración iluminara, como un fogonazo tantas y tantas hojas en blanco.

Sea como sea, todos los que han escrito alguna cosa, saben del pavor que se siente al enfrentarse a una hoja en blanco.  Como empezar. Como seguir, como redondear. Como concluir.

Un buen remedio para estos intervalos mentales en blanco (y que rellenamos con algún juego en el teléfono o en la computadora) es leer mucho.  Ello mejora la ortografía (no todo se lo podemos dejar a la inteligencia artificial), ordena las ideas, ajusta los párrafos.

Si se trata de un tema tan importante como la constitución, es recomendable leer la existente, y leer las anteriores también. Asimismo, el sinfín de trabajos, investigaciones y libros que se han escrito acerca de todas ellas.

Pero, nos encontramos con que muchos pre-candidatos, no han leído la actual, y mucho menos las anteriores.

Son las situaciones en que uno desearía la plena vigencia de la inteligencia artificial y la sociedad robotizada: al menos el material saldría pulcro en forma y fondo.

Estamos ante una hoja en blanco. No hay más inspiración que consignas e ideologías que no vienen al caso. Poco, muy poco, para desarrollar ideas coherentes. Una constitución no es un panfleto. Tampoco sus redactores pueden pretender participar de un concurso de popularidad, de ser foto/tele génicos, o de ser ingeniosos. El tema es árido y solo se presta para análisis sesudos y coherentes.  El giro del lenguaje, el “chilenismo” no servirá sino para enredos posteriores.

Repartir la participación por consideraciones de géneros o de etnias tampoco tienen mayor cabida.  No son suficientes como para sustituir lo que se da por sabido y lo que es necesario que contenga una constitución ecuánime, vertebrada, justa y útil.

Es como hacer un queque entre varios. Aunque sea de caja: simplemente no resulta.

Seguimos así ante la hoja en blanco.  Las tensiones afloraran porque no existirá en la Asamblea una unanimidad de propósito. Tampoco existirá una unanimidad intelectual.  Cada uno tirara para su lado. Llevara agua a su molino.  Algunos sabrán de lo que se habla, otros se perderán en el camino, otros sacarán la vuelta.  Es probable que se imponga el mas mateo, flanqueado por uno o varios matones.  En fin, el espectáculo estará servido.

Nadie ha reparado que este es un ejercicio intelectual serio. Quizás el mas serio que puede abordar una República. Así y todo, la Constitución, que es la primera “ley” de la Republica, ha estado antecedida por un trabajo legislativo desprolijo, repetitivo y redundante.  Ejemplos hay muchos y para investigarlos les sugiero las hemerotecas.

¿Como se dirimirán los desacuerdos?  No siempre es cosa de votos. Las mayorías no siempre tienen la razón, ni son sabias al momento de moldear un documento tan complejo.

Algunos, faltos de argumentos, pero sobrados de pachorra y ansias de poder, querrán llamar a la calle. Y lo harán. Se ha hecho en el pasado reciente, y se seguirá haciendo.  ¿Mejorará esta presión los contenidos de la “hoja en blanco”?

Al final, primara la ira, la discusión y la ruptura. Chile es una sociedad fragmentada. Algunos, por ideología, han exacerbado las contradicciones dividiendo y enconando a las gentes. ¿Es que hay diálogo y acuerdo posible?

La hoja en blanco continuara en blanco. La ira se adueñará de los asambleístas. Se hará muy cuesta arriba plasmar ideas. La legislación es la osatura de la justicia. Esta debe ser ciega. Responder a una lógica de estricta juridicidad. Cualquier otra consideración la tiñe de colores y la transforma en letra muerta.

Ante la imposibilidad practica y conceptual, alguien pescará la hoja y la reducirá a una pequeña bola de ira y de furia.  Arrugada. La flamante hoja en blanco quedara reducida a una unida de infinitos pliegues desordenados, habiendo perdido su característica mas singular. Su pureza y su ecuanimidad.

Se habrá sembrado aun mas desconfianza, mas odio y mas división. Una autentica torre de babel, donde todos, a pesar de hablar el mismo idioma, no son capaces de escribir una idea de corrido.

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