Por: Enrique Subercaseaux
Director Fundación Voz Nacional


“La generación que perdió el cielo al conquistarlo”. 
Elías Canetti.

“Los hipócritas pretenden ser palomas, políticos, literatos, águilas… Pero no se deje embaucar por su apariencia: no son águilas, son ratas”. 
Antón Chejov.


 No comprendo bien porque hay quienes se empecinan a estudiar en la universidad. Pues estas, cade vez más, enseñan mentiras en vez de la verdad. Al menos, en los ramos humanistas.

Prueba palpable de esto son las clases políticas, no solo en Chile, sino que, en tantos lugares, que muestran un apego lujurioso con la mentira.

Quizás el título universitario les permita vestir su desnudez moral.

Quienes gobiernan con la mentira podrán conquistar el poder y mantenerlo por un tiempo. Pero el embrujo siempre se desvanece, mas temprano que tarde, y el ciclo de la conquista por el poder empieza su nuevo ciclo.

Al parecer estos ciclos cada vez aprietan mas fuerte y muchos vivimos en carne propia el espiral descendente.

El caso de Estados Unidos, hoy, es emblemático. El daño este hecho, ya sea gane Trump o gane Biden. Hay una confianza que se ha quebrado. La han matado a garrotazos. No solo han mentido los políticos: algunos abiertamente, otros siendo económicos con la verdad. La prensa en su afán hegemónico, lo ha emborronado todo: y el publico le pasa la cuenta.

El poder hoy vale mucho.  En dinero, en autoestima, en granjerías de todo tipo.  Al Gore, por ejemplo, al perder la elección ante George W. Bush inicio una carrera como activista climático. Gano mucho dinero, y escribió libros: lego a las generaciones futuras sus mentiras: no hay una sola pagina de verdad en sus numerosos libros, que le trajeron consigo poder, influencia y dinero.

Recuerdo a Al Gore en Malaysia, cuando era Vice-Presidente, y Clinton se excuso de asistir a una importante reunión regional. (se supo después, por la investigación del Congreso, que esos días los paso con Mónica Lewinsky).  Gore, en su discurso, el principal de la reunión, se dedico a insultar al Primer Ministro del país anfitrión. Ataque artero y preñado de falsedades.

La misma cualidad intelectual, la de mentir, que emporcó la Presidencia de su jefe, Bill Clinton, y los posteriores propios libros y conferencias sobre el cambio climático.

Es este tema, el clima, en donde encontramos muchos embustes, que se han hecho cada vez mas grandes con el perfeccionamiento de las telecomunicaciones y redes sociales.  El mundo no se ha hundido, los mares no han arrasado aun nada, y las temperaturas no han hecho hervir la tierra y sus habitantes: ni siquiera la meteorología puede medir, o prevenir, un huracán. Para no hablar de terremotos.

Hoy, se pretende ganar una elección en base a mentiras. No solo en el conteo de votos, sino también en promesas falsas, en ataques mentirosos y arbitrarios y quebrando la fibra misma de la palabra empeñada y del contrato más simple y básico que la ciudadanía tiene con su clase política: el ejercicio del derecho a votar en unas elecciones libres, informadas y sin coacción.

La orgia de destrucción en el país del norte en los últimos meses ha sido inédita, pero convenientemente soslayada: monumentos, estatuas, propiedad privada, libertades, familias.

La misma orgia de destrucción que hemos visto en Chile desde el 18 de octubre del año pasado: es que la mentira proviene de una misma partera. Antes, decían los progresistas que “la violencia es la partera de la historia”.  Hoy, no es necesario decirlo porque es evidente: es la mentira la partera de la historia.

La misma fórmula, mágica la creen sus creadores, se usa a lo largo y ancho en AmericaLatina, Estados Unidos y están tratando en Europa.

La mentira es una tela muy transparente para cubrir la desnudez de las ansias por el poder. Poder que no puede ser conquistado por la vía de las urnas.

Se ha urdido, entonces, un gran plan para manipular las emociones y manipular la verdad. Hay una correspondencia directa entre emociones/sentimientos y verdad/mentira.  La verdad no puede ser manipulada pues su pureza y su esencia es que esta sea aceptada lo mas ampliamente posible en las relaciones cotidianas.  Al adentrarse esta en los vericuetos de la política, comienza la manipulación, pues la política ha adquirido en los últimos años el mal habito de tornarse selectiva con la verdad.

La libertad y la verdad van íntimamente relacionadas, pues la verdad es la coraza defensiva de la verdad.   Y la espiritualidad, que permea tanto libertad como verdad, también es alérgica a la mentira pues falsea todo el concepto de trascendencia y la manera en que las personas pueden sentirla y aprehenderla.

En fin, con todo esto quiero decir que hay mucho en juego.  Es probable que el fraude electoral se haga habitual de hoy en adelante, y que no haya sido infrecuente en el pasado reciente, en elecciones de distinto tipo y en plebiscitos también.

El fraude es, en general, fácil de detectar: los votos son números, porcentajes y proporciones. Ellos no toleran la mentira, porque son valores absolutos.

Es decir, cualquier análisis numerológico serio y profesional detecta que, cuanto y donde se han falseado los números.

Lo que vale en Estados Unidos vale también en Chile. Los números son valores absolutos.

Es nuestra libertad la que esta en juego. Es nuestra independencia cultural, emocional y trascendente la que está amenazada.

Hay algunos que, desnudos como están, pretenden vestirse con ropajes divinos, decidir por todos y ser los verdaderos timoneles de nuestras vidas, despojando así todo sentido, toda libertad y todo amor a ella.

Esa es la llave del tan cacareado “reseteo mundial” y la Agenda 2030, una colección de lugares comunes llevados a su mínimo común denominador.

La pregunta final es: ¿si todo está ya decidido, para que necesitamos políticos?; para que necesitamos estados? ¿Para que necesitamos representación popular?

De una correcta respuesta a estas interrogantes, obtendremos la luz para iluminar las mentiras que ya se han acumulado, y que ya están cayendo por su propio peso.

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