Por Enrique Subercaseaux
Director Fundación Voz Nacional


Este año, Donald Trump eligió el Monte Rushmore, en Dakota del Sur, como sitio para su discurso del día 4 de Julio.

Enclave de enorme simbolismo patriótico, tiene una colosal escultura de 4 de sus más grandes héroes nacionales: G. Washington, Th. Jefferson, Th. Roosevelt y A. Lincoln en una de las caras visibles en uno de sus faldeos.

Y el discurso, en un país que esta asediado por la pandemia, por la violencia extremista y por el fantasma de una recesión, apelo a las raíces de Estados Unidos y lo que lo ha hecho grande.

La construcción del país, su aporte al mundo completo, a las artes, las ciencias y el deporte, formaron la espina dorsal de una alocución de hondo sentido patriótico, que es, aun un sentimiento muy fuerte en el país del norte.

Busco subrayar lo que une a la población, un sentido de historia y de cultura comunes. Jalonados con los éxitos en los distintos campos del quehacer humano. Éxitos que les pertenecen, pero que influyeron en la historia de nuestra humanidad: el telégrafo, el teléfono, internet, el hombre en la luna, y un largo etcétera.

Todas estas efemérides del quehacer humano, insertas en a lucha constante por mantener y preservar la libertad, por la que se lucho duramente en la época de la independencia. Libertad para ser, para estudiar, para formar familia, para emprender y para contribuir a la sociedad.

Todos conceptos que hoy en día se van emborronando por un neo-lenguaje, que busca subvertir valores, para luego destruir cimientos.

Trump, en su alocución, expuso con claridad el origen de los desordenes que azotan el país en la actualidad, donde, gracias a los instrumentos que proporciona la legislación estadounidense, se comienza a restablecer el orden y la paz.

Zarandeo al poder legislativo, presionándolos a la acción para poner coto final a este periodo de zozobra. Del poder judicial se refirió mínimamente, quizás en la confianza de tenerlo más o menos controlado en la ejecución de la labor de poner orden.

No se refirió ni al “Estado Profundo” ni a la pandemia, dando a entender entrelineas que son dinámicas y fenómenos que van en retroceso y estarán bajo control en los próximos meses.

Si enfatizo la celeridad con que se debe poner orden, y volver a respetar la historia, los símbolos patrios y la verdad, como fuente principal del saber, de la historia y del emprendimiento.

Con todo, un discurso profundo, preñado de valores y defensa a una tradición, cultura e historia común.  Y con sentido de futuro, al pronunciar “lo mejor esta aun por venir”.

Ciertamente este discurso, aunque se circunscribió en líneas generales a una alocución de esta señalada fecha, se convertirá en una piedra angular en la campaña presidencial para su reelección, que culmina el próximo mes de noviembre.

Observando los recientes índices económicos, de creación de trabajo y bursátiles, al parecer la economía esta en vías de recuperación.

Si logra con éxito volver a pacificar los ánimos y controlar la subversión y el orden público tendrá otra etapa ganada para el éxito electoral.

Basta ver qué capacidad de reacción tendrá el Candidato Biden para contrastar sus propuestas con la maciza realidad que presenta Trump.

Al final, Estados Unidos aun representa la tierra de la libertad y de las oportunidades.   Al verse la luz al final del túnel, se refuerza grandemente la propuesta del candidato republicano.

Al subrayar la historia, la cultura y los éxitos que ha tenido Estados Unidos, y que pertenecen a todos, le da un pleno significado a la palabra libertad.

Y restaura el anverso y reverso: Libertad o esclavitud. Verdad o mentira.

En esa tierra feraz para la libertad, el emprendimiento y la tradición, me parece a mi que son las mejores credenciales para un éxito asegurado.

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