Cristián Labbé Galilea


Una tensa calma, precedida por una violenta y aterradora tormenta, domina el ambiente. Después de recorrer varios sectores de la capital, me senté “a la vera del camino” frente a la Plaza Baquedano, en un intento por descifrar lo que estaba viendo: el sector aparece arruinado, devastado, irreconocible; patética evidencia de la borrasca de irracionalidad, odio y degradación que azotó al país en los últimos días.

Dos meses de caos, nada se salvó, ni el arte, la cultura, la modernidad, el turismo, la historia, nada: todo es kafkiano; el teatro de la U. de Chile, el Metro, los hoteles, los café literarios, los jardines… todo arruinado.

Como en “La Metamorfosis” (Franz Kafka, 1915) donde -Gregorio- el personaje principal, amanece convertido en un bicho… nuestro país aparece “de un día para otro” convertido en un infierno y, al igual que en la obra, es una realidad y no un sueño…

Nada es lo mismo. Nos hemos movido, no digo que del paraíso, pero sí de un “Estado en forma”, hacia un escabroso despeñadero del cual no sabemos cómo y cuándo vamos a salir.

¿Quién tiene dudas de que nuestra realidad presenta muchos problemas: políticos, económicos, sociales? Agregue el lector lo que quiera, pero nadie puede discutir que, con un poco de realismo, los problemas se podían haber enfrentado oportunamente y no esperar que reventaran.

Todo cambió en “un dos por tres”, y ahora empiezan a llegar “las primeras cuentas” de esta “borrachera”; la economía en caída, el desempleo golpeando puertas cercanas, etcétera y etcétera… Los próximos meses no serán fáciles y el descontento volverá a agitar las aguas de la paz social.

No con mucho optimismo, miro mi entorno y puedo decir que lo que nos ha tocado vivir es, más que nada, una ausencia de expectativas, una carencia de autoridad y una tremenda “pobreza espiritual”… y la mejor forma de graficar la situación es la imagen del Rector de la Católica sentado con alumnas, en el medio de la Alameda. Qué más claro que: “el poder está en la calle y la autoridad en el suelo.”

De pronto recuerdo que quieren cambiarle el nombre al lugar por “Plaza de la Dignidad”. Mirando a Baquedano (desdibujado por los grafitis y los garabatos)… pienso: ¿sabrán esos oscuros personajes que la “Dignidad” (Dignitas) está indisolublemente unida a los conceptos de grandeza y honor, y a los principios de libertad y responsabilidad, justamente los que encarnó Baquedano y que a ellos les falta? ¿Sabrán que por lo mismo allí estaban la estatua y la “Tumba del Soldado Desconocido”, que ellos no sólo profanaron sino que también destruyeron….?

Se me viene a la memoria la batalla de las Termópilas (Grecia 480 AC), y la placa que allí honra el sacrificio de esos soldados espartanos que dieron su vida por la libertad de su patria… y se me ocurre proponer la instalación de una gran placa que rece lo mismo que en las Termópilas: “Aquí yacen los que te dieron libertad”.

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