Cristián Labbé Galilea


Es razonable que alguien se pregunte si es justo que “los señores políticos” estén tan desprestigiados en nuestro país. Que hay cierta injusticia en la evaluación que de ellos se tiene, absolutamente sí, porque los hay honrados, serios, trabajadores, etc… pero lamentablemente en los políticos se da, como en otras partes, el caso de “los ratones que se comieron el queso”. Lo comprobamos al ver a “honorables en sesión de peluquería” en la sala consagrada para legislar, o cuando ministros y altas autoridades comen pizza y huevos a la copa en plena sesión parlamentaria… ¡por unos pocos pagan todos!

Si fueran casos aislados hasta “sería curioso, por decir lo menos”, pero lamentablemente conductas reprochables, como las señaladas, se dan con demasiada frecuencia y no sólo en el parlamento, tanto así que podríamos escribir libros y libros al respecto. Precisamente en estos días previos a la elección de Gobernadores (2da. vuelta), el candidato incumbente Claudio Orrego nos muestra hasta dónde un político puede llegar para mantenerse en el poder.

Con todo el apoyo del oficialismo, intenta engañar al electorado “ninguneando” a su contendor Francisco “Pancho” Orrego, presentándose como un político independiente, a pesar de estar apoyado por la izquierda más dura y radical, P.C, Frente Amplio, incluidos cuantos políticos profitan del gobierno, pero se equivoca, “la gente no es tonta”. Se puede intentar ocultar la verdad o disfrazarla de mil maneras, incluso abrazado con la Matthei o Carter; sin embargo, el elector percibe cuando los hechos contradicen una mentira, por bien elaborada que sea.

Cegado en su arrogancia, Claudio Orrego ignora que la soberbia es una de las actitudes que más puede distanciar a una persona de los demás. Nada molesta más al ciudadano que un político jactándose de alta autovaloración de sí mismo, porque es obvio que con ello busca ocultar inseguridades e incluso irregularidades. Es sabido que quien forzadamente intenta colocarse por encima de los demás, lo hace en defensa de sus propias vulnerabilidades.

Muy distinta es la actitud de Francisco “Pancho” Orrego; su autenticidad, sencillez y humildad permiten reconocerle todos sus méritos y competencias para ser el futuro Gobernador de la R.M. De allí nace la fuerza que le genera una relación cercana y honesta con sus electores, la que debiera llevarlo a triunfar el 24 N. ¡Qué diferencia hay entre soberbia y sencillez!

Es la lealtad versus la traición lo que está en juego en esta elección. Claudio Orrego traicionó a sus electores que lo llevaron a la Gobernación hace 4 años, y hoy, con tal de ganar, es capaz de traicionar al gobierno señalando que él no representa al oficialismo… ¡hay que ser muy cara dura! Pero no es ninguna sorpresa, su andar por los vericuetos de la política dan cuenta de una conducta reiterada.

Por último, esta optimista pluma estima que “don Claudio” en esta oportunidad “se va a pisar la guasca” porque, en buen castizo, los electores le dirán a ese “roedor de cola pelada”… “Claudio, a tus bajos coipo”.

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