Cristián Labbé Galilea


“Las cartas están echadas”: Baquedano, y la tumba de uno de los soldados con que el insigne General forjó sus históricos triunfos, no vuelven donde estuvieron desde el 18 de septiembre de 1928 hasta que el vandalismo destruyó todo sin que nadie lo impidiera. Han pasado cuatro años y se repite la misma situación… nadie está dispuesto a impedir que se consume esta afrenta a nuestra historia. 

Motivada esta pluma con el heroísmo y la valía del soldado chileno, ha querido -con patriótico recogimiento en estos días de Semana Santa-, recordar a sus fervorosos y devotos contertulios que el General Baquedano, tras su regreso triunfal a Chile después de la Guerra del Pacífico, entregó su espada victoriosa en las manos de la imagen de la Virgen del Carmen y luego, desabotonando su casaca, mostró la medalla de la Virgen diciendo: «Aquí tienen a la que debemos todos nuestros triunfos».

¿Sabrán nuestras agnósticas e imberbes autoridades el significado de aquello, y de lo que encarna la presencia del Monumento al General Manuel Baquedano en el lugar más emblemático de la Capital?  Por supuesto que no, su ignorancia es tan grande como su cobardía.

De su ignorancia ni hablar… es infinita, y lo peor es su arrogante desinterés por aprender cuanto tenga que ver con quienes forjaron la grandeza de esta Nación.

Si su ignorancia es ilimitada… su cobardía es aún mayor, llevándolos a rehuir cualquier decisión contraria a sus ideologizadas motivaciones. ¡Son esclavos del miedo!

La remodelación de la Plaza Baquedano es una gran mentira y una mayor cobardía, no se atreven a enfrentar el regreso del General al lugar de donde nunca debió haber salido. Si se dice que los cobardes son astutos… los cobardes de izquierda lo son en abundancia.

Se escudan en el reordenamiento urbano del sector, el que, dicho sea de paso, viene desde hace tiempo -de eso puede dar fe esta pluma-, y las variables urbanísticas siempre fueron: unidad de los parques, respeto al hito capitalino y a la arquitectura patrimonial. Nunca se contempló el retiro del monumento al general Baquedano. Que la izquierda cobarde diga la verdad: no se atreven a traer de regreso al insigne General.

Agrava lo anterior el silencio culposo de los políticos de oposición y de quienes tienen algo que decir al respecto, académicos, historiadores, urbanistas (Salvo Iván Poduje).  Ese silencio es inaceptable por malévolo, indiferente, perverso e incapaz. Sorprende la apatía y la desidia de los partidarios de la Sociedad Libre ante esta afrenta a la historia y al Ejército de Chile.

Por último, esta pluma está convencida que es la ignorancia y la cobardía del gobierno, la que mueve a un acto tan ignominioso… A ellos nada les dice qué significa “el bronce de un héroe patrio”, ni nada les dice el lugar donde descansaba “el corazón de un soldado chileno”.

¡Las cartas están echadas! ¡Ni el General Baquedano ni el soldado desconocido volverán! Don Manuel se estará preguntando… ¿Y dónde están los valientes de hoy?

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