Cristián Labbé Galilea


¡Me desconecté!... ¡Espero desconectarme!... Son las frases más escuchadas en estos días estivales. ¡Cómo no!, si el año pasado estuvo “plagado” de elecciones: Convencionales, Gobernadores, Alcaldes y Concejales, diputados y senadores, primera y segunda vuelta presidencial. Después de eso ¿quién quiere, en vacaciones, saber o hablar de política? ¡Nadie!

¿Irresponsabilidad? Para algunos sí, para esta soñadora, imaginativa e ilusa pluma… ¡no! Lo que esos parroquianos anhelan es renovar energías y reflexionar “silentemente” sobre los momentos cruciales que se viven para, a partir de marzo, iniciar con fuerza la contraofensiva que ha de salvar al país del abismo… ¿Muy ingenuo de mi parte?

Lo cierto es que, mientras unos descansan, los parlamentarios, los partidos, los gremios y en general las organizaciones intermedias, se encuentran en receso (perdón… reflexión). Entre tanto, las fuerzas políticas que buscan un cambio radical de nuestro orden institucional se encuentran funcionando “a toda máquina”.

Por lo mismo, nadie debiera quedar indiferente al comprobar que la Constituyente y todo lo que gira en su entorno -las intervenciones de sus miembros y las “vertiginosas” deliberaciones de sus comisiones-, no ceden en sus “revolucionarias” iniciativas...: “nuevo orden institucional, rol del Estado, derecho de propiedad, independencia del Poder Judicial, libertad de opinión, rol de las FF.AA, función de Carabineros…”.

Para no pocos feligreses, la amenaza se resuelve en el “plebiscito de salida…”. Piensan que “el rechazo” es el camino para parar esta vorágine destructiva… En teoría, ¡de acuerdo! Sin embargo, con el gobierno recién asumido, con los incautos y los indiferentes de siempre, todo indica que se terminará aprobando una Constitución que, además de espuria, será un “patchwork” sin articulación con la historia institucional y política del país.

Se nos dirá una vez más… ¡perdieron!

Lo anterior es una realidad, no una ficción, que sumada a las designaciones en el nuevo equipo de gobierno (ministros, subsecretarios, asesores, embajadores…), confirma la voluntad de llevar adelante un “cambio radical” en nuestra institucionalidad, y que “tal moderación” no es más que un gran disfraz…

Frente a tan poco halagüeña realidad, lo normal es que nadie quede indiferente. Quienes aún tengan un “hilo de voz”, (como esta modesta pluma), que posean algún soplo de liderazgo u operen en pequeñas zonas de influencia, deben iniciar “una épica” que anime y movilice a jóvenes, adultos, hombres o mujeres que creen es este país, su historia, sus valores.

No se puede seguir esperando que por “arte de magia” aparezca un líder, un cabecilla, un héroe o un mesías; debemos articular desde la base los esfuerzos para desenmascarar, denunciar y neutralizar a esos siniestros reformadores. En esta tarea nadie sobra… “muchos pocos hacen mucho”  ¡La libertad no llega, se alcanza y se defiende!

El tiempo que se tiene es escaso y pequeños son los espacios que quedan, pero la convicción de estar en una causa justa y noble nos da la esperanza que el descanso estival es la “fórmula secreta” para comprimir el resorte político que nos genere la potencia para salir de esta… parálisis política.

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