Cristián Labbé Galilea


El mundo actual ha generado comodidades de todo tipo, físicas e intelectuales, que han cambiado en las personas, los hábitos de vivir y pensar. Es el tiempo de “la posverdad” donde todo es visto como algo relativo… Escuchamos repetidamente… “si bien es cierto, no es menos cierto”, que da cuenta de cómo -poco a poco- la razón, lo razonable, lo sensato, ha ido cediendo espacio a lo emocional, a lo sentimental, a lo sensible, con lo cual, "los hechos objetivos” van perdiendo influencia ante aquello que es “políticamente correcto”.

En pocas palabras lo que ocurre es muy simple: se han debilitado las convicciones y se ha cedido a las conveniencias, provechos o calculados beneficios. Piense mi convencido lector en lo que ocurre con las elecciones a gobernador por la R.M. (y seguramente en otras regiones). Las convicciones al bolsillo… “Hay que votar por el mal menor…”.

Lo extraño, por no decir inaceptable, es que los cuatro candidatos de la Sociedad Libre (léase la derecha) a la presidencia, estén estimulando el voto a favor de alguien que, en su arrogancia, ni siquiera se los ha pedido. ¡Cero dignidad, ninguna convicción!

Como es posible que esos y otros conspicuos personajes no tengan claro que las convicciones responden a principios y valores que no surgen de la nada, sino son el resultado de un largo proceso que va cobrando forma a partir de las ideas y enseñanzas que recibimos de la familia, la educación, la historia, etc.; por lo tanto, son ellas las que deben orientar, definir e incitar nuestro actuar, y las banderas que debemos defender.

En lo personal esta pluma, aun después de recibir “algunas pocas puyas” por declarar que este domingo “no será más… un borrego más”, reitera su compromiso de no ir a votar, para ser consecuente con sus convicciones y con el ejemplo que hay que darle a quienes deben defender “ahora y siempre” las banderas de la libertad... tan desteñidas en quienes otrora se aventajaron a su sombra.

Como ocurre en situaciones como la que debemos enfrentar en este domingo hay quienes, tratando de explicar su postura, aducen la conveniencia del “mal menor” … Lo lamentable de esas posiciones es que, además de traicionar las convicciones que dicen defender, no logran avizorar lo que se cierne sobre nuestra realidad… donde la ambigüedad es el “mal mayor”.

Por último, es medianamente comprensible que alguien, en momentos de duda frente a una situación compleja, piense por un instante en recurrir al expediente fácil de “lo políticamente correcto”, renunciando al camino de la razón y la convicción. Sin embargo, lo que no se concibe es que, quien así piensa, no deduzca que por esa ruta… el final será el mismo que quiso evitar. Rubén Darío, en su poema “Caso”, nos recuerda los efectos de decisiones bajo incertidumbre y complicación cuando reconoce, en relación con el puñal clavado en su corazón que “…si me lo quitas, me muero; si me lo dejas, me matas".

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