Cristián Labbé Galilea
Difícil que alguien sensato no haya quedado “catatónico” al ver las imágenes del 8M (ahora todo tiene siglas) donde se aprecia a mujeres variopintas, de edades y contexturas diversas, unas disfrazadas, otras a medio vestir, protestando en favor del feminismo radical, el aborto, la causa mapuche, hablando de ellas, ellos y elles… Siempre ha sido así, cuando la izquierda protesta… ¡Todo vale!
La vedette fue “Un violador en tu camino” (Lastesis) seguida de otras “interpretaciones” que no sólo daban vergüenza, sino que palmariamente ofendían y humillaban a la mujer, en su dignidad y derechos… lo contrario de lo que quieren reivindicar.
En esta oportunidad, el movimiento que agita las banderas de los derechos de las mujeres superó toda imaginación, sorprendiendo incluso a las mentes más liberales, al ver mujeres simulando masivos abortos en plena Alameda o representando “la crucifixión de una virgen embarazada” mientras otra se columpiaba semi desnuda en un puente del Mapocho, y escenas igualmente vulgares y humillantes.
Como suele ocurrir, este tipo de manifestaciones son “parasitadas” por grupos radicalizados, anárquicos y de izquierda, que terminan produciendo más daño que apoyo a la causa que defienden. Además, dan pie para que ideologías extremas desaten un clima de violencia, anarquía y destrucción. ¿Qué tenía que ver Baquedano con la marcha del 8M? ¡Nada!
A riesgo de ser tildado de misógino, machista, intolerante y demases… presenté el tema en la tertulia semanal con el ánimo de llamar la atención de que el silencio culposo de las mayorías es el que ha permitido que los sectores ideologizados humillen, agredan e intimiden a cualquiera que ose pensar o actuar diferente a ellos…. Luego agregué, “poco a poco nos hemos ido deshumanizando, empobreciendo en valores, y nos hemos acostumbrado a aceptar la mala educación, las ofensas, los gritos y los insultos, transformando la contingencia en una ´bolsa de gatos´ donde ganan los irreverentes y los violentistas”.
Estando de acuerdo con lo dicho, ninguno de los parroquianos dudó que -en muchos sentidos- había que “nivelar la cancha” entre hombres y mujeres, pero también hubo claridad en que hombres y mujeres no son iguales. ¡Y cómo no! si las diferencias están en lo físico, lo biológico, lo psicológico, lo social, lo cultural... por lo mismo, nada justificaba que, con cargo a buscar un trato igualitario, se viole el respeto que la mujer se merece y se condene masivamente a los hombres con actos repulsivos y violentos.
“Los tiempos han cambiado” … aclaró un contertulio… “recuerden las típicas frases ´No seas niñita´, ´los hombres no lloran´, ´eres el hombre de la casa´…. Alguien interrumpió… “perdóneme, pero hoy las cosas han cambiado -especialmente entre los jóvenes-, ellos se preocupan de que eso no suceda” …
Con algo de sarcasmo y mucha ironía, el más viejo de los parroquianos concluyó: “Por lo mismo, no es justo que ´las feministas y los feministos´ (como se dice ahora) nos demonicen…y nos acusen de victimarios… menos a esta hora del partido, cuando jugamos los descuentos…”. Una risotada cerró la tertulia.
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