Cristián Labbé Galilea


Con cierta lógica mis contertulios, distraídos por las fiestas clandestinas, la “nueva ola” de pandemia o la categoría sanitaria de donde estan, se entretienen más cavilando sobre “la inmortalidad del cangrejo” que pensando en lo que se nos viene… “total, estamos en ´modo verano´ … ya habrá tiempo para aquello”.

Mientras eso ocurre, en nuestra realidad se está entretejiendo una compleja trama. Omito los temas de la Araucanía, del parlamentarismo que desafía al Ejecutivo (TPP11), los asaltos, encerronas y todo aquello a lo que -parece- ya nos hemos acostumbrado… porque la intensión es marcar las tintas en que, a horas de haberse inscrito los candidatos a los miles de cargos que se concursan en abril…, ya han aparecido, como siempre, “los claro-oscuros” de la política.

Sorpresas y manos moras, felonías y acomodos, arreglines y transacas, son la tónica de estos días...

Partamos por la sorpresa, la que -además de ser un principio de todo buen estratega- es una acción que genera una transformación emocional en el sorprendido al confirmar la existencia de un hecho inesperado o imprevisto. Agrego que, si alguien quiere evaluar la intensidad de la sorpresa, basta con que compruebe… cuánto se le cayó la mandíbula y se le entró el habla… al sorprendido.

Tal es el caso que provocó Teresa Marinovic (IR) al aparecer como candidata a constituyente en el distrito 10 por el pacto ChileVamos. A varios conspicuos personajes se les dislocó el maxilar, porque ellos habían urdido todo para asegurarse la elección y…  ¡Plop! La cosa cambió.  ¡No será tan fácil como pensaban!

Distinta es la acción de las “manos moras”, actitud que identifica las aviesas intenciones y los manejos que emplean en las sombras quienes pretenden conseguir de forma velada sus objetivos. Estas manos negras son las que suben y bajan candidatos a su amaño para no perder su poder (sé de casos muy cercanos).

Ni hablar de los arreglines. Ya se sabe de renuncias, de cientos de malas inscripciones, de candidatos que no cumplen los requisitos… Entuertos que estarán solucionados “antes de que cante el gallo” para suerte de los señores políticos y sus intereses.

Es natural que, entre nuestros parroquianos, existan quienes creen que estas son cosas normales, “gajes de la política”, y se defienden con la cantinela: “dale con que las gallinas… no tienen orejas”. Para pesar de ellos, estos días dan cuenta que los sorprendidos, los traicionados, los apadrinados y los defendidos se ven para donde se mire…

Esta vieja pluma no busca alarmar ni menos alterar el descanso de sus veraniegos contertulios, pero quiere prender una luz de alerta sobre lo que se nos viene.

Es necesario despertar… una vez más estamos comprobando que las cosas en política se arreglan entre “Gallos y Medianoche”, es decir “cuando todos duermen” porque es ahí cuando el manto de las tinieblas protege a los inescrupulosos. Es en ese relajo político cuando ocurren las sorpresas, las felonías y los arreglines… ¡Ojo, oreja, pestaña y ceja!

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