Hernán Büchi
“Mucho más graves fueron los lamentables hechos de violencia del fin de semana pasado y la reacción que ante ellos tuvieron ciertos sectores políticos. Si dicha reacción se suma a los dichos de esos mismos sectores sobre cómo abordar una futura discusión constitucional para asegurar la protección de las minorías, las posibilidades de que el país retome la senda de progreso que necesita parecen remotas”.
Es natural que las noticias negativas se destaquen en los medios de comunicación. Es propio de la naturaleza humana que estas llamen especialmente la atención y tengan por tanto un lugar de privilegio.
En las últimas semanas se ha facilitado dicho comportamiento, pues, desgraciadamente, no han sido escasas a nivel global ni nacional. No es de extrañar entonces que hayan aflorado nuevas dudas sobre la posibilidad de una recuperación económica.
Recientemente se cruzó la barrera psicológica del millón de fallecidos por coronavirus. En Europa, varios países han visto resurgir niveles de contagio que hace semanas no se veían. En algunos casos, como en España, se plantean nuevos confinamientos. Más allá del episodio del Presidente Trump, afectado por el covid-19, la epidemia introduce un grado adicional de incertidumbre en una elección polarizada, que se realizará en poco más de tres semanas. Varios estados han ampliado enormemente la posibilidad de votar por correo. Lamentablemente, esto conlleva nuevas complicaciones: cómo se garantizan la identidad y el secreto del voto; con cuánta antelación se debe solicitar el uso de esa opción; si deben contabilizarse los sufragios emitidos con posterioridad a la elección y de ser así, cuál sería el plazo adicional.
Como Estados Unidos es un país federal, el presidente es elegido por un Colegio Electoral cuyos miembros se seleccionan por estado. Basta que uno o varios de ellos no logren hacerlo a tiempo para que el resultado se mantenga incierto.
En su primer período, el Presidente Bush logró 271 electores de un mínimo de 270, pero ello ocurrió solo una vez que la Corte Suprema instruyó el fin del conteo de votos en Florida, que le aportó 29 electores y por un margen de solo 537 sufragios. Su contrincante tenía un 0,5% más de votos nacionales. Trump logró 304 electores, con un 46,1% del voto general, mientras que Hillary Clinton obtuvo 48,2% de la votación general. Si se produce una situación similar a la ocurrida en Florida en varios estados, la definición del nuevo Presidente podría determinarse por medio de procedimientos que, si bien contempla la Constitución, no se han utilizado desde el siglo XIX. De ser así, la incertidumbre se mantendría hasta el 20 de enero, fecha en que expira el actual mandato del Presidente Trump.
Pero, a pesar de lo anterior, es posible proyectar que la recuperación mundial proseguirá. Después de todo, se trata de un proceso de recuperación luego de una brusca caída provocada por medidas de confinamiento dispuestas por los gobiernos y que no tienen precedentes en su velocidad e intensidad.
Un poco de contexto ayuda a comprender por qué un regreso a los confinamientos masivos y globales es improbable, aunque se podrían ver ciertos retrocesos parciales y localizados.
El relajamiento de las medidas restrictivas seguirá, dando impulso a una recuperación que, por partir de un punto muy bajo en actividad, seguirá mostrando dinamismo. Si los países lograrán volver a su trayectoria de progreso previo al inicio de la pandemia, es una materia distinta. Por el momento solo China y algunas otras economías de Asia parecen en condiciones de hacerlo en el corto plazo.
Por cierto, se debe lamentar la desgracia de más de un millón de fallecidos. Pero en el transcurso de este año han fallecido en el mundo cerca de 45 millones y han nacido cerca de 107 millones de personas. Son ellos y los más de 7 mil millones que hoy habitan el planeta los que necesitan asegurarse una vida mejor. Encerrados por largo tiempo no lo conseguirán y aunque algunos gobiernos no lo quieran, saldrán a ganarse la vida. Las recientes e irónicas palabras del Presidente de Argentina ilustran lo anterior.
El Gobierno argentino dispuso el confinamiento generalizado más extenso del mundo. Pero al observar el movimiento en las calles de Buenos Aires, se preguntó ¿de qué cuarentena me hablan?
España, por su parte, es otro ejemplo emblemático. En marzo fue afectada seriamente por el virus y aceptó un confinamiento severo. Hoy el número de casos aumentó nuevamente, aunque como sucede en otros países con rebrote, todavía no se refleja en hospitalizaciones ni fallecimientos. Hay varias buenas razones para ello. El Gobierno Central dispuso nuevas medidas de restricción a la movilidad en sectores de Madrid, que dicho sea de paso son menos severas que las que Chile ha conocido. Sin embargo, encontró una dura resistencia del gobierno local y la presidenta de la Comunidad de Madrid se opuso y recurrió a instancias judiciales acusando al Gobierno de actuar políticamente.
El contexto mencionado es útil para darnos seguridad de que los recientes datos a nivel global sobre la recuperación económica están aquí para quedarse. El fuerte crecimiento de la demanda reprimida del consumo de bienes ha dado paso a la producción de manufactura y a la demanda de bienes de capital.
El último dato de empleo en Estados Unidos, si no se diera en el contexto de una contienda electoral polarizada, sería digno de destacarse. El sector privado creó 877.000 empleos el último mes, mientras el empleo público disminuyó en 216.000 personas. La tasa de desempleo bajó a un 7,9%, aún más del doble del 3,5% de febrero pasado, pero casi la mitad del 14,7% de abril.
La tasa de participación en la fuerza de trabajo disminuyó especialmente en las mujeres, sobre las cuales pesa con fuerza el hecho de que muchas salas cunas y escuelas están cerradas.
Los distintos efectos en el empleo, según el grado de severidad de los confinamientos, son notorios. Los Angeles y Nueva York, aún con muchas restricciones, tienen desempleos de 15% y 13%, respectivamente. Phoenix y Dallas, con menos prohibiciones, tienen tasas de 5,9% y 6,3% respectivamente.
A su vez, la gran flexibilidad de la economía norteamericana parece aprovechar esta oportunidad para acelerar cambios que aumenten sus niveles de productividad. Amazon, por ejemplo, dispondrá de 1.500 nuevas bodegas para enfrentar a sus competidores y satisfacer la mayor demanda de productos a través de medios digitales.
Chile también tuvo su dosis de malas noticias. En lo económico, el Imacec de agosto decepcionó. Se esperaba una caída de solo un dígito, y marcó -11,3%. Si se analiza en un contexto más amplio, ello no es incompatible con un tercer trimestre de mayor recuperación. Mucho más graves fueron los lamentables hechos de violencia del fin de semana pasado y la reacción que ante ellos tuvieron ciertos sectores políticos. Si dicha reacción se suma a los dichos de esos mismos sectores sobre cómo abordar una futura discusión constitucional para asegurar la protección de las minorías, las posibilidades de que el país retome la senda de progreso que necesita parecen remotas.
Como señalamos, el último Imacec decepcionó. Pero recordemos que corresponde a agosto, cuando gran parte del país seguía parcialmente confinado. El reciente restablecimiento de la movilidad en la Región Metropolitana se notará a partir de octubre. Por otra parte, el Imacec minero tuvo una caída de 3,4%, probablemente por las medidas adoptadas ante los nuevos casos en el norte de país, lo que no sucedía hace meses. Sin embargo, el índice de actividades de comercio de agosto supera en 1,3% al del mismo mes del año pasado, luego de cinco meses consecutivos de baja. A su vez, si miramos cómo el Imacec desestacionalizado ha variado mes a mes entre junio, julio y agosto, este lo ha hecho positivamente en un 0,8%, 1,7% y 2,8%, respectivamente. La cifra de empleo mostró un aumento de 87.000 mil asalariados, lo que no sucedía hacía ya tiempo, a pesar de que el desempleo se mantuvo alto.
Con un mundo en recuperación, con los desconfinamientos recientes y con la dinámica de los meses anteriores, el trimestre que viene será de mejores noticias, aunque su nivel de comparación sea poco exigente, por los efectos de los episodios de octubre del año pasado.
Chile necesita más que eso. El producto per cápita retrocedió años; el esfuerzo fiscal realizado significó pasar de una deuda bruta menor al 10% del PIB el 2010, a una proyección de 45% para el 2024. En estas condiciones, un nuevo período de crecimiento acelerado será esencial para permitir que los anhelos de la ciudadanía se concreten.
Ello no será posible si no hay un cambio en la actitud de algunos líderes. La paz y el progreso no llegarán si ante los episodios trágicos recientes —uno que costó la vida en manos de terroristas a un trabajador, y otro, lesiones a un joven que participaba en nuevos desmanes en la Plaza Italia— la preocupación de los líderes parece solo centrarse en condenar al carabinero que aparece involucrado en el accidente del joven activista. Su vehemencia sin duda influyó en que dicho funcionario quedara en prisión antes de ser juzgado, por supuesta peligrosidad para la sociedad. Difícil imaginar dicha peligrosidad si no hubiera grupos organizados haciendo desmanes y destruyendo propiedad pública y privada y si no se le ordenara a él participar en impedir que ello suceda.
Dicho cambio de actitud no solo es necesario para que el país cree la riqueza que todos anhelan, sino más importante aún, para que la sociedad chilena pueda vivir en paz.
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