05 septiembre 2022 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


Me equivoqué
Hay que reconocer cuando uno se equivoca. Cuando escribí la entrada Sobre el plebiscito, me equivoqué al poner que el resultado no tendría importancia porque de ganar el rechazo, el resultado se lo tomarían para si los amarillos, políticos tradicionales ex Concertación, ex Alianza por Chile y sobre todo Bachelet y su corte de zánganos. Aunque no tengo dudas que tratarán de hacerlo con dientes y uñas creo que ahora no les va a salir tan fácil.

Mi equivocación consistió en que nunca calculé que el rechazo iba a ser tan aplastante. Ya estaba acostumbrado a votaciones con poca participación, manejadas por las vanguardias y pensé erróneamente que esta vez iba a ocurrir lo mismo, cometí el error tan común de proyectar el futuro extrapolando la situación actual y el pasado cuando, llegados a un punto siempre viene un giro violento como lo que pasó esta vez. No lo vi venir.

La violencia del resultado -para mi- se basa en dos aspectos. El primero es la cantidad de gente que fue a votar, que fueron 13 millones de personas. Es imposible saber exactamente el porcentaje, porque el padrón total son 15 millones y hay más de un millón en el extranjero, pero esta participación solo se compara con el plebiscito de 1988 -que significó el fin del gobierno del general Pinochet- donde votaron un 97.53% del padrón electoral. La votación del reciente plebiscito fue histórica.

El segundo aspecto fue el resultado mismo, de 62% por el rechazo versus 38% por el apruebo. Nuevamente podemos comparar con el plebiscito de 1988 donde el NO ganó con un 56% contra un 44% del SI, es decir que el 2022 fue una victoria mucho más aplastante que la de 1988. 

El Peso de la Noche, por fin
La conclusión de estos dos factores me hace pensar que el Peso de la Noche se manifestó como no lo había hecho nunca antes en Chile en una elección. Esto es algo que yo venía esperando hace mucho tiempo y me tiene tan contento, que ahora mismo escribo con un vaso largo de champaña y un puro como muestra la foto, nada muy caro pero es una celebración de acuerdo a mis posibilidades. La cosa es que yo soy un convencido que Chile sigue siendo un país portaliano, nunca he dejado de pensar así.

¿Una nueva constitución? ¡Por supuesto! Pero no esta
Y aquí entramos a uno de esos falsos consensos que usan los políticos para tratar de salir airosos de las derrotas más aplastantes. Resulta que nos dicen que es "evidente" que el país exige por abrumadora mayoría una nueva constitución y se basan en que en el plebiscito del 2020, ante la pregunta ¿Quiere usted una nueva constitución? la opción SI ganó con un 78%. 

El argumento es que "ante un resultado tan aplastante no queda ninguna duda cual es la voluntad popular al respecto, sería redundante volver a plantearlo". Pero ¡un momento! en ese plebiscito hubo un 22% que respondió NO y lo más importante, participaron solo 7 569 082 votantes, poco más de la mitad de los que participaron ahora. ¿Cuantos votaron por una nueva constitución realmente? Fueron exactos 5 892 832 votantes. Bueno en este último plebiscito hubo 7.842.477 de votantes que rechazaron el borrador lo que muestra que ese supuesto consenso evidente es una fantasía.

La importancia del  parlamento
En fin, no quiero darle muchas más vueltas al asunto porque estoy seguro que cualquier cosa que diga ya la habrán dicho otros y a mi no me gusta repetir. Pero si hay algo donde creo no haberme equivocado y me parece que pocos lo han notado, es que cuando fueron las últimas elecciones yo dije que la de presidente no era importante, que lo fundamental serían los resultados de la parlamentaria.

Porque con la economía cayendo a pique que nos dejó Sebastián Piñera, cualquiera que fuese presidente poco o nada podría hacer, sin embargo una mayoría significativa de la izquierda en el parlamento podría ser devastadora para el país. Afortunadamente las fuerzas quedaron bastante equilibradas, la llave que puede abrir y cerrar cualquier cambio estructural importante no está en la presidencia sino en las cámaras de diputados y senadores.

Y aquí aparece el aporte fundamental que hicieron el Partido Republicano y (detesto tener que reconocerlo) el Partido de la Gente. Ni Kast ni Parisi salieron elegidos para presidentes pero entre ambos partidos se hace un poder decisivo contra cualquier cuchufleta que quieran meterle al país. Yo tengo enormes diferencias con Parisi y con gente de su partido, pero en las grandes líneas creo que hay una sintonía de ideas importante. Mi impresión es que en situaciones de emergencia los parlamentarios de ambos partidos podrían votar alineados. Eso construiría un bastión infranqueble, una especie de río Dniéper frente a los avances progres.

Agradecimientos
Bueno, es algo súper repetido a estas alturas pero yo también quiero decirlo: el autor de estas líneas agradece de todo corazón cada uno de los dichos y actos de los Indetectables; Stingo; Atria; Loncon; Linconao; Baradit; Rojas Vade; Hertz; la tía picachú; el dinosaurio; el que se puso a tocar guitarra en una sesión: el otro que votó desde la ducha; la Provoste: la Valle: los "quinientos mil" que fueron al cierre de campaña por el apruebo; las fuerzas de choque fascistoides de ciclistas; a toda la prensa vendida y cientos de otros que consiguieron lo que nosotros solos no habíamos podido hacer:

Sepultar el octubrismo
Esto es algo que debió pasar mucho antes, desde las primeras semanas de violencia callejera en octubre de 2019, los chilenos debimos cerrar filas para repudiar a los anormales y oportunistas, pero la vanguardia, con un enorme apoyo de recursos y una prensa unánime a favor, se las arreglaron para convertir una marcha de descontento contra Sebastian Piñera en dos años de violencia, incendios, saqueos y vandalismo, no solo impunes sino que aplaudidos. Muy pocos se atrevieron a levantar la voz en medio de esa locura, pero ahora casi 8 millones de votantes les pusieron el pie encima, no hubo necesidad de salir a la calle gritando como monos, bastó con marcar una rayita en el voto usando un lapiz de pasta 

Sobre el gobierno mejor ni hablo, creo que no vale la pena pero -igual que con los octubristas- me parece que la mejor manera de hundir a un pobre diablo es darle poder y dejarlo que lo ejerza un rato, los resentidos solo sirven para quejarse pero son totalmente inútiles para dar soluciones.

En medio de tanta locura Chile igue siendo el gran país portaliano que ha sido siempre, las ratas y sabandijas van a lamerse las heridas por un tiempo, ya los tendremos de vuelta por ahí. Pero ya sabemos cuanto pesan, quien es quien y lo que podemos hacer frente a una vanguardia organizada, siniestra y violenta.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

.