23 mayo 2022
Tomás Bradanovic
Recibo de la Revista Economía y Sociedad esta interesante nota
Los sueños democráticos Cómo las políticas imposibles ponen en peligro la democracia liberal
Pedro Schwartz, Universidad Camilo José Cela, Madrid.
Resumen:
Sueños imposibles, políticas destructivas’ es el resumen de las heridas autoinfligidas de nuestro democracias liberales. Hemos hecho promesas contradictorias o imposibles de cumplir, principalmente educación gratuita, atención médica universal, beneficios por desempleo, salarios mínimos, control del pensamiento, nivelación de género, avance colectivo y grupal Esto ha dado lugar a desilusión, ira, deslegitimación, imposición, rebelión, todo ello incompatible con el individuo. Libertad y progreso social. El Estado del Bienestar no funciona o funciona demasiado bien.
El objetivo es la igualdad de resultados a través de la nivelación directa o, más moderadamente, a través de políticas fomentando la igualdad de oportunidades. El motor moral de tales aberraciones es la esperanza de que la humanidad se deshará de la propiedad privada, la competencia y la especialización, para que sea “posible para mí […] cazar por la mañana, pescar por la tarde, criar ganado por la noche, criticar después de la cena, tal como tengo una mente, sin convertirme nunca en cazador, pescador, pastor o crítico”. Pero Utopía es un lugar peligroso.
Bueno, creo que lamentablemente don Pedro Schwartz define algo que es bien conocido en la historia: el fenómeno de la demagogia, que consiste en ofrecer cosas imposibles a los tontos para conseguir o mantenerse en el poder. No es nada novedoso y creo que el señor Schwartz se equivoca al escribir que estas cosas "ponen en peligro la democracia liberal", la verdad es que, en mi opinión al menos, son una característica fundamental de las democracias liberales.
Cuando hablamos de "un peligro" estamos asumiendo que es algo externo, indeseado, que algunos malacatosos introducen en la democracia liberal pura, que debería ser perfecta, para corromperla. Eso no es cierto, si vemos la corta historia de las democracias liberales, a partir de la Constitución de Estados Unidos en 1787 -que es el molde de donde salen todas las democracias liberales del mundo- vemos que siempre, en todo tiempo y en todo lugar, ha ocurrido el ciclo de democracia a demagogia. Es algo viejísimo que ya lo había descrito Aristóteles
Las desviaciones de estos gobiernos son: la tiranía que lo es del reinado; la oligarquía que lo es de la aristocracia; la demagogia que lo es de la república. La tiranía es una monarquía que sólo tiene por fin el interés personal del monarca; la oligarquía tiene en cuenta tan sólo el interés particular de los ricos; la demagogia, el de los pobres. Ninguno de estos gobiernos piensa en el interés general.
Es decir, el triunfo de la demagogia no es un peligro ni un mal de las democracias liberales sino que es parte estructural de ellas. En tiempos históricos la democracia liberal en todo el mundo mutó hacia social democracias, que se consolidaron como el gold standard después de la 2ª Guerra Mundial. Hoy eso está en crisis porque la evolución inexorable de todo socialismo es hacia la demagogia, es parte de su ciclo de vida.
¿Por qué la demagogia es inevitable? No es difícil suponerlo: resulta que es parte de la naturaleza humana. Es otra expresión del Principio del 80-20 de Pareto, que se cumple en prácticamente todas las actividades humana, Cualquier gobierno democrático tendrá que recurrir tarde o temprano al voto del 80% de los tontos y los ignorantes, es un principio que se cumple en todo orden de cosas, así es que cualquier democracia termina dirigida a satisfacer los deseos de los tontos.
¿Y qué desea un tonto? Obviamente cosas imposibles. Un tonto solo quiere obtener beneficios sin pagar ningún costo, eso es lo que lo caracteriza y por eso son masivamente fracasados, pues no son capaces de ver la realidad a su nivel más básico. El señor Schwartz lo describe muy bien, pero no lo reconoce como lo que es, porque seguramente está imbuido de la ideología del liberalismo social demócrata.
La realidad natural es que después de la democracia sigue la demagocia, luego de eso la gente se harta y viene la dictadura. Esto es algo que repugna a los liberales social demócratas, que compraron a ojos cerrados las ideas de Karl Popper y otros por el estilo. Recuerdo perfectamente la indignación con que Vargas Llosa le contestó a Kaiser cuando este osó preguntarle si podrían existir dictaduras buenas "¡eso sí que no te lo acepto!" le contestó indignado el gran novelista, que como político es un perfecto idiota, tan cegado por la ideología como cualquier comunista fanático.
Es obvio que hay democracias malas y dictaduras buenas, es un hecho histórico que solo un ignorante o un tonto ideologizado como Vargas Llosa son incapaces de admitir, es un hecho evidente. Más aún, como la dictadura es la evolución lógica que siempre sigue a la demagogia, lo que debería preocuparnos es que las dictaduras que vendrán sean buenas, honestas y altruistas en lugar de tiranías dedicadas a satisfacer la codicia del autócrata ladrón, como han sido los Castro, Chávez, Maduro y Ortega. O los Somoza, Perón, Trujillo para poner algunos ejemplos de derecha.
Por eso no me preocupo por el mamarracho de constitución con sus payasitos redactando estupideces. Tampoco me molesta la violencia en todos lados, porque es parte del proceso de decadencia de la social democracia. Estamos en plena demagogia, tal como lo estuvimos con Ramón Freire y los pipiolos en 1828, o con Marmaduke Grove y los socialistas en 1932 o con Allende y la Unidad Popular en 1970. Y de todas esas explosiones de demagogia han salido nuestros mejores estadistas: Diego Portales, Manuel Montt, el general Pinochet. Es un ciclo inevitable creo yo, lo único que debería preocuparnos es que la dictadura que viene sea buena, restauradora y no una tiranía, aunque a este último escenario le veo muy pocas probabilidades.
Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/
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