04 abril 2021 

 

 

 

 

 

Tomás Bradanovic


Los que nacieron desde 1980 en adelante no tienen idea de lo que es la inflación, nacieron en un país donde la inflación -igual que la viruela- ya estaba erradicada y hoy no la consideran un peligro real, tal como no consideran peligrosa la viruela. Bueno, la cosa es que después de unos cuarenta años, están volviendo a aparecer los brotes de esta terrible enfermedad económica.

Galbraith escribió que "el miedo a la inflación puede ser tan peligroso como la inflación misma" y pensaba que cierto nivel de inflación podía ser aceptable, incluso creía en la "curva de Phillips", que dice algo así como que cierto grado de inflación puede estimular el empleo. Estas ideas muestran lo mediocre que fue como economista, porque la curva de Phillips está completamente desacreditada y nadie que merezca cierto respeto intelectual se atreve hoy a defenderla, tal como dejó de defenderse la planificación centralizada y otras linduras por el estilo.

Yo que nací an 1955 conocí como era vivir en un país con inflación hasta pasados los 20 años y les aseguro que nunca fue una experiencia agradable. La inflación consiste en que los precios suben con realimentación positiva, es decir: hay más dinero nominal que bienes, entonces los precios suben, para compensarlo el gobierno empieza a entregar bonos y subsidios para lo que necesita imprimir más dinero, entonces sube los sueldos por decretos, con lo que los precios automáticamente vuelven a subir.

La gente vive empobrecida, dependiente cada vez más de los "regalos" que les hacen los políticos y el gobierno, entonces, estúpidos como suelen ser, votan por el que les ofrece más regalos, los precios suben más y más y los regalos nunca alcanzan a compensar el alza de precios Y así el ciclo sigue y sigue.

Esto se ha visto innumerables veces en la historia. Cuando muere Luis XIV en Francia, en la República de Weimar de Alemania, en Chile tuvimos 50 años de inflación creciendo a ritmo sostenido, hasta llegar a los 3 dígitos en 1973, en Perú del primer mandato de Alan García y para qué hablar de Argentina, Cuba o Venezuela. Incluso en tiempos muy anteriores casi todas las civilizaciones han sufrido de esta peste.

Los más brutalmente perjudicados son los que tienen ahorros o cierta capacidad productiva y por eso la gente común cree que manera estúpida que es algo que solo afecta a los ricos. No es así, los ricos pueden sufrir grandes pérdidas pero están siempre en mejores condiciones para recuperarse, partiendo por que pueden llevarse sus activos a otra parte o bien arreglarse con los gobiernos, como hicieron los Luksic o Hirmas durante Allende Pueden perder mucho pero también pueden ganar enormes fortunas como la familia Luksic entre varias otras.

Los pobres -esos mismos que llevaron al poder a los políticos que trajeron la inflación- son los que más la sufren porque los sueldos y jubilaciones valen cada día menos y se hacen más y más dependientes de los políticos y del gobierno de turno, en la práctica se transforman en mendigos. Y cuando al gobierno se le termina la plata porque el país ya no produce nada o casi nada, como pasa en Venezuela, la gente tiene que salir a comer basura, o entrar como sea a otro país que les de alguna oportunidad de sobrevivir.

Algunos economistas han comparado la inflación con el embarazo: no hay pequeñas inflaciones así como no existen pequeños embarazos, una vez que el proceso comienza, crece y crece, solo puede ser interrumpido por métodos muy violentos. Casi siempre la inflación causa del fin de las democracias y hasta de la caída de imperios, que han durado siglos.

La inflación es una enfermedad grave de los países que genera toda clase de secuelas, la peor de ellas es que siempre va acompañada de una escalada de demagogia en los gobiernos. Cuando el país produce riqueza el estado democrático se pone corrupto (como los años de la Concertación, hasta Lagos), cuando deja de producir riqueza el estado se transforma en demagógico.

Y la culpa es de las personas comunes, estúpidas e ignorantes en asuntos políticos, creen en lo que tan bien describió Galbraith

"El dinero atonta de otra manera. Reiteradamente, a lo largo de los siglos, los hombres presumieron que habían descubierto el secreto de su infinita multiplicación. Y a la vez que se convencieron de ello, convencieron a los demás. Esto involucra invariablemente el redescubrimiento, tal vez en forma ligeramente novedosa, de algún fraude antiquísimo".

Y eso atonta incluso a personas inteligentes como el propio Galbraith que, consciente de esto, no se daba cuenta que el sufría de la misma clase de estupidez, propagada por su admirado Keynes, padre fundador de la moderna economía demagógica.

Estas personas comunes, estúpidas e ignorantes, se ponen felices de saber que recibirán un "bono de clase media", que tendrán un bono "pagado por el estado" pese a que reciben rentas vitalicias, o que podrán exigir un "tercer retiro" de sus propios ahorros previsionales. Y se enfurecen contra cualquiera que se oponga a estas ideas para "beneficiar a la gente". Pobres idiotas, son manejados como niños, y creen ingenuamente que los políticos les regalan plata, cuando lo que hacen es ser generosos con la plata que no es de ellos.

Por eso es urgente tener políticos fuertes y con carácter, dispuestos a no caer en la demagogia y a obligar a las personas a que se sacrifiquen cuando sea necesario. Recuerdo una propaganda de los militares en sus primeros meses de gobierno que decía que Allende había hecho una gran fiesta y todos habían vivido en la borrachera durante su primer año de gobierno, ahora tocaba pagar la cuenta. 

Y pagamos la cuenta, lo que dio al país más de 40 años libres de inflación. Pero no nos libramos de la demagogia ni de la estupidez de la gente común, en especial de los niñitos que nacieron sin haber conocido a Chile con inflación y hoy les importa un comino que vuelva eso que ni conocen y creen que no puede ser tan malo después de todo.

Los que no tienen perdón de Dios son los cobardes que hoy tenemos en el gobierno, encabezados por el rufián que es nuestro presidente, ellos vivieron esa época y no tienen la disculpa de la ignorancia de los mocosos del Frente Amplio. El que hace el mal a sabiendas es doblemente malo,

Como dato curioso: un vaso de cerveza en Alemania, 1923, costaba cuatro mil millones de marcos ¿Para allá vamos?

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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