por Raúl Pizarro Rivera


La sabiduría de los inigualables intelectuales de la antigua Grecia, castigaba a los inútiles e inservibles a vivir lejos de Atenas, esto es, fuera de la capital, madre de la filosofía.

Sin asumir aquel escenario, y ni siquiera dándose cuenta de él, la ciudadanía chilena tiene, como la Atenas de antaño, a los políticos -no a la política, que es otra cosa- en la periferia de sus vidas, distantes y ajenos al sacrificado subsistir de las personas. Ello ocurre por la nula interpretación de los políticos del real sentimiento de la gente. Es enorme la desconexión de los legisladores con sus ciudadanos, al actuar y decidir en cuanto a lo que la población no desea.

Para empeorar su propio escenario, no son pocos los políticos ya en prisión, otros en vías de estarlo, modelos de inmoralidad e indiferentes ante sus millonarias deudas por no cancelar sus Tag.

Uno de los peores ejemplos lo da el propio Presidente Boric, al evitar el contacto con los ciudadanos pero sí lo hace con sus serviles ministros para pedirles que “éste debe ser el año de las consolidaciones de todo lo ya avanzado”, pero ellos, y menos la población, conocen qué es lo que tienen que enmarcar, porque, simplemente, no hay nada.

Todo lo concretado por Boric es peor que antes: el 2022 recibió una lista de espera en FONASA de 250 mil personas, y días atrás la ministra de Salud reconoció que va en 2 y medio millones de pacientes; un 40% subió el número de encarcelados; un 10% aumentó la criminalidad infantil; en un 80% subieron los portonazos y encerronas; los actos terroristas en La Araucanía se han triplicado; su programa de viviendas sociales no fue más que masivas usurpaciones de terrenos privados, y la caja fiscal no tiene un solo peso.

¿Qué será lo que hay que consolidar? De seguro, empeñarse en esconder o simular los desfalcos y negociaciones incompatibles de gente afín al progresismo, incluyendo a sus propios ministros y parlamentarios.

La ciudadanía, a la que nada le queda por ver y esperar del Gobierno y de los políticos, si es que realmente aspira a rehacer el país y sacarlo del estiércol en el que se halla sumido, tiene que concentrarse exclusivamente en la única instancia que puede salvarla: las elecciones parlamentarias.

Con sagacidad y viveza, los políticos, los periféricos, concentran sus afanes y debates en los comicios presidenciales, como si éstos fuesen la llave del reino. Y no es así.

La izquierda teatralizó en su estéril esperanza de que “la abuela de Chile” podía darle el sí para competir en la presidencial, aunque, siempre, muy consciente de que si ella hubiese llegado a ser su abanderada, tenía sólo la limitada opción de un “empate técnico”, y exclusivamente en el evento de que su rival no fuese Evelyn Matthei. Ante ésta, perdería por paliza.

Con cualquiera otro inscrito en las primarias progresistas, no existe posibilidad alguna de retener el Poder Ejecutivo. A estos aspirantes, Marco Enríquez los definió como “sindicato de ratones” en una entrevista a un medio argentino.

El “gran nombre” que irá al sacrificio, y al suicidio político, es el de Carolina Tohá (PPD), a quien Boric la calificó de “la candidata de la alianza”. En su campaña ella tendrá que defender “la obra” del Gobierno, el cual ha promediado un 65% de reprobación ciudadana y, además, deberá explicar al país el por qué durante su gestión en el Ministerio del Interior, la violencia en las calles, la delincuencia, la criminalidad y las balaceras se salieron de madre, sin que ella hiciese algo realmente útil y efectivo para evitarlo. Además, tendrá que dar cuenta a la gente de su protección al violador y desfalcador mano derecha suya, Manuel Monsalve.

Éstas no son especulaciones nuestras ni copiadas de cálculos de la temible “ultra derecha”, sino corresponden a investigaciones y análisis de un conocido sociólogo (ex frenteamplista), académico y ex precandidato presidencial el 2017: Alberto Mayol.

Entonces, ¿qué?

La ciudadanía libertaria, democrática y realmente patriótica, tiene que apuntar su foco hacia las elecciones parlamentarias -diputados y senadores-, porque la única opción de que Chile se sacuda de la ilegalidad, la sinvergüenzura y el abuso, es que la actual oposición obtenga una mayoría absoluta en el Congreso Nacional. Ése es el único, ¡único!, camino para esterilizar, y por un buen tiempo, al progresismo, al comunismo y al socialismo. Tener la Presidencia y no la mayoría en el Parlamento de nada servirá, porque para la izquierda, el obstruccionismo será su objetivo cotidiano para impedir que se borre “su obra”.

Ya están en pleno desarrollo las conversaciones -“acercamientos” les dicen- entre Republicanos, Nacional Libertarios y Social Cristianos, por un lado, y entre la UDI, RN, EVOPOLI, Demócratas y Amarillos, por el otro. La colectividad de Evelyn Matthei presentó, mientras tanto, a cuatro de sus candidatos, definiéndolos como “los más duros”, un concepto inevitable en horas tan deprimentes para la angustiada ciudadanía, aunque ajeno a sectores blandengues y centristas de RN y EVOPOLI.

Fruto de la traumática y vergonzosa realidad de Chile hoy, resulta de vida o muerte que el nuevo President@, obviamente anti izquierdista, cuente con un Parlamento con una sólida mayoría de votos. Sólo así se podrá deshacer constitucionalmente todo lo malo instalado por el progresismo y rehacer rápido a una nación ultrajada en muchos frentes.

Cuando las grandes fuerzas democráticas y totalitarias se equiparan, no hay avance posible. Surge, entonces, la politiquería de los acuerdos, que sólo eterniza los lógicos desencuentros ideológicos. El país, a partir de 2026, requerirá de innumerables medidas de shock para su recuperación, y ello dependerá de la rapidez legislativa. Pero si el nuevo Gobierno carece de mayoría legislativa, todo se ralentizará y las intenciones pueden quedar sólo en eso. Y, de seguro, se volverá al estúpido encanto de la nefasta teoría de la alternancia en el poder…

Considerando los niveles de apetencias personales, de celos y, en muchos casos, de caprichos y egoísmos, para la derecha ya no parece posible un candidato único para la Presidencial. Pero al existir certezas de un éxito en ésta, quienes sean postulados al Congreso tienen que estar férreamente comprometidos con la rápida rehabilitación de un país semi inválido. Dado el protagónico y exigente rol que está jugando la gente, y para sintonizar con ella, sería oportuno crear un Observatorio Ciudadano de Candidatos, para que la población se vaya enterando, ya mismo, de los perfiles de cada cual. Este Observatorio le permitirá a los votantes pro democracia plena, descubrir y frenar las opciones de quienes no dan señales de confianza.

Las encuestas, algunas de ellas voluntariamente expuestas por sectores de izquierda, les resultan lapidarias, y su pesimismo no lo puede ocultar.

Con muy poca frecuencia en la historia política se le ha presentado a la derecha un escenario tan favorable como el actual. Para transformarlo en una realidad, ojalá perenne, el objetivo es uno, y muy preciso: asegurar la mayoría absoluta en el Congreso Nacional.

Sólo así y nada más que así, la democracia chilena podrá decir que tiene las llaves del reino.

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