Por Raúl Pizarro Rivera
Debe ser uno de los pocos casos que registra el mundo contemporáneo: Chile tiene un Gobierno que sólo lo es en teoría: en la práctica no existe. Aparenta que vive, pero sólo acrecienta sus males y agiganta su fracaso. El Presidente pasará, mejor dicho, ya pasó, a la historia como actor del “arte de gobernar sin hacer nada”.
Desafiante y aun confiando en que iba a refundar a Chile, dijo, sin el menor pudor, que “en el futuro yo, Vallejo y Jackson seremos recordados como Aylwin y Lagos”. Tal jactancia no puede asumirse como una comparación errónea, sino casi como una ofensa e insulto a aquellos Presidentes que, además, fueron de verdad.
Cuando resta un año para su tan deseado adiós, su ministro de Hacienda, Mario Marcel, ya trabaja arduamente en dejar cuñas y trabas para hacerle la vida imposible a la próxima Presidencia de la República, la que todo el país sabe que estará en manos de la actual oposición. No dejará un solo peso en las arcas finales, sino deudas, y en lo social quien venga tendrá que empezar de menos cero para recuperar la seguridad ciudadana, el empleo, las inversiones, fomentar la mano de obra e introducir de vuelta la decencia y la honestidad en las instituciones públicas.
Como si realmente fuese un Gobierno de verdad, quien las oficia de Presidente anunció que “no haré cambio de Gabinete Ministerial”, porque -y lo dijo sin sonrojarse- “los quiero a todos trabajando”. Especificó que habría una excepción: tenían que marcharse ministros y subsecretarios que quisieran optar a cargos parlamentarios el próximo año: ¡nadie lo hizo! Ninguno, excepto algunos Delegados Presidenciales que no son más que una carga para la administración del Estado. Les dio vergüenza enfrentarse, en un tiempo más, a la ciudadanía, habiendo servido en el peor y más delictual Gobierno de la historia.
Criticó Boric a la oposición porque “se lo lleva pidiendo que eche a tal ministra o que renuncie tal otra”, ello en referencia a Carolina Tohá y a la recién asumida Subsecretaria de Prevención del Delito, Carolina Leitao, elegida “por su gran experiencia (¿?) como alcaldesa de Peñalolén” … ¿Qué espera Boric? ¿Qué le pidan que las premie por haber derrotado a la delincuencia y haber denunciado a su dependiente acusado de violación?
El Ministerio del Interior, estaba y está, plagado de funcionarios que sabían en detalles del escándalo e incluso una amigui le sugirió a la víctima que se fuera del país debido al gran poder de Monsalve. ¿Alguien con un dedo de frente cree que la ministra ignoraba que sus dependencias eran una casa de remolienda? Él violador, como si nada, instruía a las policías después del delito y hasta acompañó a su jefa al Congreso a defender el presupuesto de la subsecretaría. ¿No es eso, acaso, estar por sobre la ley?
La diputada FA Catalina Pérez fue redescubierta como parte activa del fraude de Democracia Viva y hace poco el Presidente la invitó a una gira oficial al Paraguay. ¿Así entiende Boric su particular respeto por la ley?
Dentro de esta teatralización de un poder que no lo tiene ni lo siente, a Boric se le presenta en el camino la posibilidad de ver seriamente restringida su potestad sobre un número importante de la población, y ello a raíz de las elecciones de segunda vuelta para gobernadores regionales. Una cosa es creerse Presidente de todos los chilenos, como suele decir, y otra muy distinta es serlo realmente sólo de una fracción de ellos.
Los resultados de las elecciones que se celebraron en octubre determinaron que los electores de 11 de las 15 Regiones deberán volver a las urnas el próximo domingo (24) para, en una segunda vuelta, elegir definitivamente a igual número de gobernadores. Éstas son Arica/Parinacota, Antofagasta, Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O´Higgins, Maule, Bío Bío, La Araucanía y Los Lagos. Esta última ya está en manos de la oposición por llevar de candidatos a dos oponentes al Gobierno.
Según analistas del Gobierno, la oposición “está en condiciones” de quedarse con el 50% de las Gobernaciones Regionales, lo que dejaría a La Moneda sin control territorial sobre la mitad o, eventualmente, de la mayoría de la población.
Ya carece de superioridad en el Congreso Nacional y sus “fuerzas de bases” perdieron en alcaldías y fundamentalmente en concejales. Una reciente encuesta de corte nacional estableció que de 3 chilenos sólo 1 está a favor del Gobierno.
Este antecedente indujo a la oposición a elevar la segunda vuelta de gobernadores a un estatus de plebiscito.
Todo sugiere que el destino inmediato de Boric es ser Presidente de cada vez menos chilenos.
El país tiene 20 millones de habitantes, de los cuales 9 millones de ellos están en la Región Metropolitana. En el evento de que la oposición, con Francisco Orrego, conquiste la gobernación del Gran Santiago, tendrá un dominio territorial de 9 millones de personas, y si a ello se le agrega que los cálculos apuntan a muy probables triunfos en Maule (1.800.000 habitantes), Bío Bío (1.600.000 habitantes) y más Los Lagos (800.000 habitantes) -que ya está asegurada-, la oposición lograría el control y dominio de 14 millones de los 20 millones de chilenos.
Tanto es el peligro que huele La Moneda, que el candidato a la gobernación metropolitana, apoyado por el PC y con Tomás Vodanovic (FA) como jefe de campaña, ha recurrido a una fotografía de 2022 con Evelyn Matthei para hacerse propaganda de que tiene el apoyo de todos los sectores. Un truco de tal suciedad tendrá que ser asumido por los votantes.
Para el progresismo, el saltarse la ley es algo normal y para este Gobierno en extinción es apenas un apéndice: nunca la ha respetado ni promovido, empezando por no poner la ley al servicio de la seguridad ciudadana.
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