Por Raúl Pizarro Rivera


Al escuchar el discurso del Presidente de Chile ante la asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, automáticamente se nos vino a la memoria una frase del poeta y crítico italiano Arturo Graf, quien, a mediados del siglo XIX, escribió que “el saber y la razón hablan, y el error y la ignorancia ¡gritan!”.

Con un patrimonio intelectual de su cuarto año medio rendido y una ruma de textos ideológicos leídos, Gabriel Boric Font, un magallánico hijo de DC’s y calificado como “revolucionario” por The Economist, se paró por tercera vez consecutiva en el oratorio de la ONU, asumiendo, casi hasta con signos de dictadorcillo, el rol de ´vocero de la justicia mundial´, al exigir que con la mayor celeridad se modifique el estatus de dicho organismo, que Estados Unidos y Rusia no tengan derecho a veto y que salgan de su Consejo de Seguridad, que Palestina sea reconocido ya mismo como Estado soberano y que los países miembros pongan coto a los desplazamientos humanos.

Con una desfachatez inaudita, le contó al mundo que “mi país no está en condiciones de recibir más inmigrantes”, siendo que fue artífice, y lo sigue siendo, del acceso descontrolado de ilegales, negando, primero como parlamentario y, después como Mandatario, todo mecanismo de impedimento para que extranjeros indocumentados ingresasen libremente al territorio nacional. Se dirigió a su amigo ideológico Antonio Guterrez para que obligue a Israel a respetar los derechos humanos.

Si no fuera real lo relatado, cualquiera pudiese creer que se trata de algún tipo de comedia. Cuesta entender que un individuo que tiene sumido a su propio país en su más grande crisis criminal de su historia, le dé lecciones a la ONU de cómo debe proceder y actuar.

El correcto funcionamiento del Estado depende del correcto funcionamiento de los individuos que lo dirigen, y no al revés, como lo supone Boric. La ONU surgió después de la Segunda Guerra Mundial en el marco de los cánones de poderes e influencias impuestos por los grandes protagonistas del conflicto, y aunque le parezca mal al Presidente de Chile -lo que a nadie importa-, dichos lineamientos se han mantenido y todo apunta a que continuarán igual.

Jordan Petersen, un muy citado psicólogo canadiense, escribió que “si las personas actuamos bien, la política y los gobiernos también funcionarán bien”, que es, precisamente, lo que no ocurre en la ONU y menos en Chile. Tal aseveración es coincidente con aquella antiquísima reflexión de que “reconocer nuestra insignificancia es la puerta a nuestra auténtica realidad o a nuestra grandeza”.

Dado su encono personal contra Maduro, en la ONU Boric barrió con él “por dictador”, y el tirano venezolano le replicó terminando con el único vuelo comercial Caracas/Santiago. En su crítica al totalitarismo chavista, omitió alusión alguna a Cuba, sumida en la hambruna.

La actual insignificancia de Chile en el ámbito internacional es una realidad, y ésta es consecuencia directa de un Presidente “piscolero”, como lo definió Pamela Jiles, quien comentó que no estaba -y sigue no estándolo- preparado para dirigir al país. Su Vicepresidenta, Carolina Tohá, al igual como él, sin posesión de un grado profesional, al menos certificable en Chile, rompió todos los límites de indiferencia hacia la ciudadanía, al decir que “el número de homicidios durante Fiestas Patrias no supera al habitual en igual tiemplo”. Con ello confirmó la certeza de la gente que no le cree al Gobierno cuando asegura combatir al crimen organizado.

El Mandatario, que lo que menos hace es cautelar su privacidad, fue despedido en el aeropuerto rumbo a la sede de la ONU por Paula Carrasco, su nueva conquista amorosa y sustituta de Irina Karamanos, quien abandonó la residencia presidencial cuando él se hallaba en una visita oficial en Concepción.

Carrasco es una militante frenteamplista oriunda de Valparaíso, basquetbolista del club Sportiva Italiana, de profesión química ambiental y titulada en la Universidad de Chile. Colaboraba con el Ministerio del Medio Ambiente, apoyando en el inventario de gases de efecto invernadero, pero tras su emparejamiento con el Presidente, fue incorporada a la planta y con un sustancial reajuste de su ingreso mensual.

Al revés suyo, sus tres últimas parejas son profesionales: la ministra de Desarrollo Social, Javiera Toro, es abogada; Karamanos, antropóloga y socióloga, y Carrasco, química ambiental. Él, como se dijo, tiene cuarto medio, la mínima exigencia constitucional para aspirar a una candidatura presidencial.

Aunque su palabra no es la ley, hace lo que quiere, y por ello, ahora más que nunca, se recordó su llamado telefónico al entonces presidente de la Corte Suprema, Guillermo Silva, para pedirle que reforzara la presentación de la candidata de La Moneda al cargo de Fiscal Nacional, en lugar del finalmente electo Ángel Valencia, y ello por la íntima cercanía de ella con un senador de Gobierno. Apenas asumido Valencia, la Asociación de Trabajadores del Ministerio Público le pidieron que exonerase a la candidata oficialista y entonces funcionaria “por sus constantes abusos laborales”.

Groseramente, Boric se jactó del envío a prisión preventiva de un abogado “de derecha” acusado de lavado de dinero, pero en forma intencional silenció que, también, los tribunales mantienen juicios pendientes en 15 Regiones contra funcionarios y dirigentes de izquierda por defraudación fiscal, que hay seis alcaldes partidarios suyos tras las rejas y que dos funcionarios del MINEDUC en tiempos de Bachelet se hallan privados de libertad por coimear a fiscalizadores del SII, todo ello además del arresto domiciliario total de un ex candidato presidencial del PC.

Engaña a la juventud del país, prometiéndole un “nuevo” proyecto del CAE, y ello consciente de que la ley en vigencia, hipotéticamente sustituida, nunca podrá recuperar los hiper millonarios fondos impagos, como tampoco el Fisco verá devuelto en sus arcas el fraude de las Fundaciones brujas. Del pago de la deuda histórica a los profesores, anunciado en su campaña presidencial, nunca más habló: total, ya están casi todos fallecidos.

Un 62% de la población -de acuerdo a encuestas de su propio Gobierno- quiere ver a militares combatiendo en la calle a los asesinos actuando por doquier, pero él asegura que ello no ocurrirá “porque con las policías basta”…. Es el mismo que se negó a reconocer la existencia de terrorismo en La Araucanía, pero pidió que en la reciente Parada Militar desfilasen -gastando combustible- todos los carros modernos y blindados que adquirió el Gobierno, precisamente para combatir al crimen organizado en la macrozona dominada por el comunismo.

Sí, se trata del mismo personaje que postuló a la Presidencia, anunciando el término de la salud privada, la misma que, recientemente, recibió para sanarlos a 27 mil enfermos derivados por FONASA y que estaban estancados en sus interminables listas de espera.

Es el mismo personajillo que, como diputado frenteamplista, pidió la disolución de Carabineros por maltratar a sus “luchadores sociales” y que, ahora guarda silencio ante los fallos de la Justicia que liberaron de cualquier culpa al cabo Sebastián Zamora -para quien la fiscal comunista Ximena Chong pidió 8 años de cárcel sin tener una sola prueba comprobable- y al teniente Claudio Crespo, quien estuvo preso falsamente imputado por dejar ciego a un delincuente participante del Día del Joven Combatiente el 2018.

Contraviniendo su insistente, pero siempre falso discurso acerca de la “independencia de los Poderes del Estado”, le ordenó al Ministerio Público que aplazara “hasta octubre” la formalización del (ex) Director General de Carabineros, Ricardo Yáñez, decidida por el PC, y ello para no agravar, en su momento, el shock ciudadano causado por el horrible triple asesinato de tres funcionarios policiales en Cañete.

Su salida tenía que ser antes del 18 de octubre, aniversario del Golpe de Estado de 2019 que estuvo a minutos de terminar con la democracia en Chile, a no ser por la solitaria y valiente resistencia de Carabineros.

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