Por Raúl Pizarro Rivera
Chile ostenta un record mundial que, al menos hasta la fecha, ningún país se lo ha podido arrebatar: el haber sufrido el más devastador terremoto desde que se tienen registros científicos sobre la gradualidad sísmica: el de Valdivia y alrededores, el 22 de mayo de 1960, con una intensidad de 9.6. También podría estar a la altura de un registro descomunal el trabajo casi artesanal que, por el mismo motivo, se realizó contra reloj para evitar que el desborde del lago Riñihue, atascada su vía natural de evacuación, arrasase con las ciudades ubicadas hacia el poniente, entre ellas la mismísima hoy capital regional.
Ahora, a más de 60 años de aquello, Chile suma otro record mundial: según una encuestadora internacional, con sede en Santiago (IPSOS), el nuestro es hoy el país más temeroso del orbe por culpa del crimen, la violencia y el descontrol de la inmigración ilegal.
Fruto de una investigación periódica a nivel internacional, titulada Preocupaciones del Mundo, Chile concentra el mayor temor por la delincuencia, mucho más que en los problemas económicos, que es la tendencia prioritaria en el resto del planeta. Duplica el promedio global sobre el crimen y la violencia, y el espanto ciudadano ante el descontrol de la inmigración ilegal triplica al del resto del mundo. Esta empresa de investigación de mercados acoge, periódicamente, la percepción de más de 25 mil personas en 29 países respecto a los temas que les generan mayor inquietud.
El nuestro es el país más atemorizado del mundo por su inseguridad, con un 70%, y más que duplica el promedio global, que es de un 30%. En el segundo lugar de los temores de los ciudadanos chilenos aparece el descontrol de la inmigración ilegal (45%), triplicando el promedio mundial, que es de un 16%. Jean-Christophe Salles, de IPSOS, explica que “la preocupación de los chilenos por el crimen y la violencia llegó a su máximo nivel desde que se tiene registro, no sólo en Chile, sino en toda Latinoamérica”.
La corrupción (30%) es la tercera mayor preocupación para los encuestados chilenos, ello también por sobre el promedio global, que es de un 26%. Sólo en el quinto lugar de sus inquietudes, nuestros compatriotas consignan el alto costo de la vida (28%) y la falta de trabajo (26%), siendo que a nivel mundial, la inflación es la principal intranquilidad poblacional, con un 34%. En el 2021, todavía en manos del Gobierno anterior --aunque atadas por la izquierda--, el temor ciudadano por la criminalidad era sólo de un 10,4%, y tras dos años del actual régimen progresista, el miedo de la gente por su inseguridad llega a un 38%. No obstante, hay algo peor: la cifra de inseguridad en el último sondeo ciudadano ENUSC hecho por la Universidad de Chile, fue de ¡un 90,6%!
La literatura universal aborda el temor como “una emoción intensa motivada por un gran miedo, al que se asocian las sensaciones de sorpresa y de sobresalto”. Proviene del latín exfridare, que significa “sacar de la paz”.
El año que asumió este Gobierno con la promesa de “mejorar la calidad de vida de la gente”, se registraron 24 homicidios; el 2023, la cifra subió a 66 y en éste 2024, en sólo cinco meses y medio, el número de asesinatos ya va en 65, número inédito y que creció rápido por los 15 abatidos sólo durante el último wikén largo, en Quilicura y Lampa.
Las responsabilidades por este inaudito record mundial de Chile son exclusivamente políticas y datan de 2020/2021, cuando la izquierda, entonces mayoritaria en el Congreso, rechazó cualquiera idea de legislar que terminase con la violencia y que frenara o amortiguara el torrente incontrolable de inmigración ilegal. Peor aún, las bancadas del PC y del FA modificaron normas vigentes para acentuar los ingresos ilegales al país, y el INDH defendió judicialmente la permanencia en territorio nacional de numerosos delincuentes extranjeros mediante recursos de protección.
La rústica/elegante vocera de palacio, llegó a sugerir que “en cuanto a criminalidad hay otros países peores que nosotros” (¡¡!!) y anunció que para los 60 mil funcionarios de Carabineros, Interior compró 6 mil pistolas ‘modernas’ para sustituir los desvencijados revólveres vigentes desde 1980… Prometió que en Lampa se instalará una…¡tenencia!
Más distendido que de costumbre, en plena convulsión pública por los masivos asesinatos, el Presidente Boric se fue a un viaje sin sentido durante el cual dijo “no ser indiferente” ante los temores de la gente… Hasta personaje de izquierda llegaron a proponer el Estado de Sitio y sacar a la calle a los militares “a enfrentarse” a los asesinos, pero La Moneda se mantiene fiel a la promesa hecha en la campaña presidencial: “no combatiré a la violencia con más violencia”. Chile, una vez más ha sido notificado que deberá esperar hasta marzo del 2026 para sacudirse de la mafia enviada intencionalmente desde el exterior para ayudar a la revolución.
Primero el subsecretario del Interior y, luego, el propio Mandatario anunciaron que encararán la criminalidad con más cupos penitenciarios y con la construcción, en Santiago, de “una modernísima cárcel de alta seguridad”, cuya construcción, a metros del Centro de Justicia, podría demorar, fácil, entre tres y cuatro años…
El anuncio presidencial cayó como bomba atómica en el comando electoral de la comunista alcaldesa capitalina Irací Hassler: “en mi comuna no se construirá ningún penal”, gritó casi histérica.
El remedio gubernamental está muy lejos de sanar la desbocada ola criminal, ya que sólo apunta a paliar otro drama, la sobrepoblación penal, también originada por el boricismo: desde el 2022 a la fecha, aumentó en 2.500 el número de reclusos en recintos ya sin espacios y, hace poco, el país fue testigo de un hecho sin precedente, como el levantamiento de criminales venezolanos en la cárcel -llamada- de Alta Seguridad. Gendarmes agredidos con palos y fierros terminaron en la enfermería del recinto.
Durante 2023, Interior dio curso a dos iniciativas, según la ministra Tohá, para “combatir el crimen organizado”: el plan Calle sin Violencia y el fast track de Seguridad. El primero es un fracaso definitivo y el segundo ni siquiera se ha transformado en ley, porque el Gobierno, así de simple, se niega a que las policías utilicen sus armas de servicio para exterminar a los delincuentes, aunque éstos sí lo hacen con el resto de la población.
Como si esta trágica experiencia que sufre Chile no fuese, ya, lo suficientemente sangrienta, la abogada defensora de los pandilleros subversivos de Villa Francia, pillados con un arsenal y con explosivos, llamó a los aliados de sus clientes en prisión a salir “a combatir en las calles”. El cabecilla del grupo subversivo trabajó para el Ministerio de Transporte con Bachelet y ahora lo hacía en el de las Culturas y Patrimonio.
Con todos estos antecedentes a la vista de la ciudadanía, y del propio Gobierno, ¿alguien puede apostar a que Chile perderá este insólito record mundial mientras Boric sea Presidente?
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