Por Raúl Pizarro Rivera
“Mucho estirar, se va a quebrar” es una rima antiquísima y casi de dominio universal. Tal advertencia requiere de especial atención ciudadana, luego de que se abriera un muy peligroso escenario de conflictividad político/social, tras dos episodios distintos pero ligados por objetivos comunes e ideologías: con 48 de diferencia, el Presidente en su Mensaje a la Nación advirtió que sus planes refundacionales están intactos (“avanzar, jamás retroceder”) y el PC no sólo cayó en desobediencia civil en la defensa de su (ex) alcalde Daniel Jadue, enviado a prisión preventiva, sino que enfrió las relaciones con su propio Gobierno por su “falta de solidaridad y apoyo” con su militante, un “inocente perseguido político”.
El elástico progresista (PC/FA) llegó a su máxima tensión cuando a la celebración de su 112° aniversario, el PC no invitó a los tres ministros suyos que integran el Gabinete.
Es muy inquietante que el PC incite a la desobediencia civil en apoyo a Jadue, para quien exige un trato especial por parte de la Justicia. Con la complicidad del Ministerio de Justicia y de Gendarmería -que no permite ni vendedores cerca de sus recintos-, los comunistas han generado verdaderos festivales frente a la puerta del anexo cárcel donde está recluido Jadue.
Estas licencias que se le permiten y otorgan al comunismo reflejan su histórico e internacional modo de operar: imponer su voluntad, guste o no. Su conducta es tan inquietante para la democracia como lo fueron las advertencias de Gabriel Boric en su Cuenta Pública, al anunciar proyectos y obras con un financiamiento que no existe y vinculados, sí o sí, a que la oposición le firme un pacto fiscal y le apruebe la ‘seguridad social’, ítem ya rechazado por la Cámara de Diputados.
En una actitud desafiante, porque tampoco tiene los votos, anunció el envío del proyecto que legaliza el aborto deportivo, y ello en medio de su total indiferencia por la incontrolable persistencia de la criminalidad, porque él mismo tiene a las policías de manos atadas. El PC impuso en La Moneda que no usasen sus armas -ni siquiera las modernas pistolas eléctricas paralizantes-, presión que calza con la irretractable postura del Presidente en cuanto a que “a los delincuentes hay que perseguirlos, enjuiciarlos y meterlos presos”. ¡Un 50% de las causas criminales ha sido archivado sin imputados!
Su condescendencia con el crimen organizado llegó al límite: le puso urgencia ¡al proyecto que declara el Día Nacional del Vino Pajarete el 15 de septiembre! En cambio, para Carabineros y la PDI anunció, a mediano y largo plazo, una “modernización institucional”, con fondos que no están.
Impresentable resultó una cifra por él entregada en su Mensaje: si, como dijo, hay 150 mil inmigrantes ilegales empadronados ¿dónde están los otros 50 mil que la PDI tiene, también, como llegados ilícitamente al país? A éstos hay que sumar los 28 mil que se hallan con órdenes de expulsión y que, según la propia ministra del Interior, “¡no sabemos dónde están!”.
Tuvo Boric el descaro de homenajear en su Mensaje a Carlos Montes “en reconocimiento” a su política de construcción de nuevas viviendas, pero advirtió, eso sí, que dejará miles a medio hacer para el próximo Gobierno, en tanto Los Sin Casa se siguen colgando de puentes en protesta por falta de soluciones, y la Contraloría le ordenó a la SEREMI de Vivienda de la Quinta Región devolver ya mismo todo lo defraudado por sus Fundaciones brujas.
El ir intencionadamente en contra de la corriente, desoír las necesidades de la población, perpetuar en constantes hostigamientos a la oposición como si tuviera mayoría parlamentaria, hay que asumirlo como amenazas vigentes y muy desafiantes en la eventualidad de no sentirse complacido. Boric tiene muy claro que su Gobierno no es el que soñó ni el que planificó durante su campaña.
Algunas de sus reflexiones en el Mensaje siguen intactas desde la Convención Constitucional (2022) y son plenamente identificables. Aquel proyecto propuesto al país era tan despojador y totalitario que, de haberlo aprobado la ciudadanía, en cuestión de meses llevaba a Chile a un régimen político marxista.
Horas antes de entrar a cumplir su prisión preventiva, Daniel Jadue manifestó que “estoy pagando el precio por haber combatido este modelo socio/económico/ político”. Fueron las libertades plenas de nuestro sistema democrático las que le permitieron enriquecerse, aunque ilícitamente, por cierto.
El Presidente en su discurso aludió, sin evasivas, a que seguirá “profundizando la democracia”, un concepto alusivo al despojo de la riqueza a unos para traspasarla (hipotéticamente) a otros, e hizo especial hincapié en su meta de “consolidar una sociedad de bienestar”, la trampa de embaucamiento del comunismo para someter a los pueblos y esclavizarlos. Trabajadores textiles chinos envían mensajes de auxilio en las etiquetas de ropas que confeccionan para el exterior y los cubanos claman por un trozo de pan dada su hambruna. Miles de los venezolanos ilegales llegados a territorio nacional ya no encontraron más desechos en los basureros públicos de su país.
El escenario para el pacto Apruebo/Dignidad es como un puzzle: no sabe por dónde empezar. En vista de los pactos electorales, el PC tendrá que superar su rabia con Manuel Monsalves, quien calificó de “barras bravas” a sus militantes, y con el presidente del CDE, el frenteamplista Raúl Letelier -muy cercano al Mandatario- por haberse querellado también en contra de Jadue. El partido sabe perfectamente que lo que diga u opine oficial y formalmente Boric sobre el tema no es correlativo a su ideario político: definió al ex alcalde -pese a no haber buenas relaciones entre ellos- como “un gran luchador por los cambios profundos”.
El PC cuenta con la simpatía y adhesión del Presidente (“no entiendo el anti comunismo visceral”), y han emparejado posiciones en cuanto a que, ante el oscuro panorama de rechazo que enfrentan, no hay más vías que intentar una vez más la violencia como alternativa única de poder. Boric estuvo a punto de ser militante cuando encabezó la larga toma de la facultad de Derecho de la Universidad de Chile. En esa instancia, y dedicado sólo a la subversión estudiantil, incluso pudo egresar, pero sólo gracias a docentes marxistas que lo pasaban de curso, los mismos que hoy, en masa, están atrincherados en una universidad privada.
En el Mensaje, evocó “las razones del Estallido” y recordó a los “luchadores sociales”. Fueron exclusivamente comunistas y frenteamplistas los únicos presentes en la Cumbre Progresista de Caracas, donde se acordó el Golpe de Estado el 2019, el que dejó tan mal herido a Chile que pasó de ser el primero de Latinoamérica por su “valor país” a ser el penúltimo.
Lautaro Carmona se adelantó en pronosticar “que el enviar a Jadue a prisión preventiva motivará un gran cambio en nuestras relaciones políticas” y no vaciló en fracturar todas las reglas institucionales, al presionar al Poder Judicial y asumir el protagonismo de convertir al encarcelado ex alcalde en un símbolo “de la resistencia”, con visitas programadas y permanentes manifestaciones ante las puertas del anexo cárcel: libertad para él, exigen. Emblemáticos personajes del marxismo criollo han ido a visitarlo, como el anciano Hugo Fazio (92), ex dirigente del partido y presidente del Banco Central durante la Unidad Popular, quien fue llevado en silla de ruedas a verlo. En tanto, la pareja de Jadue, una brasileña, logró que el Gobierno de Lula, con un mensaje se comprometiese públicamente en su favor, y el inefable boliviano Evo Morales lo definió “perseguido político”.
¿Qué elástico está estirando el PC? El de presionar al Presidente respecto a no esperar de brazos cruzados el término de su mandato. La respuesta, claramente, la dio Sebastián Depolo, sociólogo fundador y ex presidente de Revolución Democrática -el partido de Boric- y jefe de la campaña presidencial de Beatriz Sánchez: “con urgencia, lo que Chile necesita es una gran dosis de desestabilización”. Estos aventureros requieren dejar huellas, por terribles y desastrosas que sean, y dar signos de su tránsito a la izquierda internacional, decepcionada por el “pacifismo” de Apruebo/Dignidad, un nombre ajustado a su propio fracaso: ganó el Rechazo y la plaza sigue llamándose Baquedano.
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