Raúl Pizarro
VOXPRESS.CL.-
En medio de un ambiente externo sospechosamente pacífico, en el salón de honor de la sede santiaguina del Congreso Nacional, el Presidente de la República recibió el texto definitivo del proyecto de Nueva Constitución. Sin ánimo ni entusiasmo, Gabriel Boric discurseó, afirmando que para el plebiscito del 17 de diciembre “confío en la sabiduría de nuestro pueblo”.
Por el sabido rechazo al texto y por las constantes críticas a los consejeros opositores por parte de la izquierda, no hay mucho que interpretar respecto a dicha alusión presidencial: derechamente, el suyo fue un llamado a que “su pueblo” vote en contra. Apela el Jefe de Estado a ‘la ‘sabiduría’ del extremismo que planificó y ejecutó el Golpe de Estado del 18 de octubre de 2019 y al mismo que, estimulado y liderado por la doctora Izkia Siches, le permitió reaccionar ante su derrota de la primera vuelta presidencial y transformarla en victoria en diciembre de 2021.
Para Boric, aquella jornada electoral fue la última vez en que la “sabiduría del pueblo” estuvo de su lado, porque a partir de aquella votación, ese mismo pueblo al que apela ahora, lo sumió en el más profundo de los fracasos. Se pronunció en su contra el 4 de septiembre de 2022 cuando le echó a tierra su programa refundacional y totalitario y, más tarde, el 7 de mayo do 2023, le arruinó su oscuro y tenebroso objetivo de concretar, como fuese, una Constitución con, al menos, algún sello marxista.
Boric y su izquierda se enfrentan al peor y más espantoso de sus escenarios: convocar a votar en favor de una Constitución que desde 1990 la han hecho pedazos por haber sido concebida “en dictadura”. Casi toda una caricatura, él y sus pandilleros llaman hoy a que “la sabiduría del pueblo” mantenga a la actual Carta Magna en lugar de privilegiar una nueva, moderna y, claramente, con acero irrompible para proteger, por muchos años más, a la democracia y a las libertades individuales.
El Presidente y sus ministros, todos muy distantes del proceso, anuncian que concluido éste no habrá otro, lo que ha sido reiterada y férreamente desmentido por el PC, el cual anuncia su continuidad tras la materialización de una Asamblea Constituyente. A su vez, en el Congreso, siempre de espalda a la ciudadanía, aguardan con los dientes afilados, y secretamente, los parlamentarios gobiernistas, quienes tienen preparada una batería de reformas constitucionales para rehacer la “hecha en dictadura”, adecuándola a sus necesidades ideológicas, obviamente sin considerar “la sabiduría del pueblo”.
El 17 de diciembre, al igual como ocurrió el glorioso 4 de septiembre del año pasado y el 7 de mayo de éste, Chile tendrá que pronunciarse sobre su recuperación moral, social y económica. El A FAVOR garantiza el afianzamiento de la democracia y constituye una cortapisa al apetito totalitario de La Moneda y de sus bandas extremistas. Se acaba de oficializar un movimiento “de lucha” de las JJ.CC. con los cuadros más noveles del Frente Amplio, y dirigentes universitarios y de centros técnicos “reforzaron” a los alumnos del Liceo de Aplicación en su reciente ataque masivo a carabineros con una andanada de bombas Molotov.
Sobre la sabiduría (del pueblo) existe abundante literatura, y dado el carácter de lo que está en juego el próximo mes, recurrimos a reflexiones específicas que apuntan al rol que deberá jugar la ciudadanía. Para algunos se trata de la “facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia y acierto”, un atributo absolutamente ajeno a los adherentes a Boric (el caso Fundaciones habla por sí solo), en tanto, para otros estudiosos es “la capacidad de examinar situaciones”, un don que no parece ser de uso frecuente por las actuales generaciones de nuestra sociedad.
La definición de sabiduría que parece la más adecuada para la crucial instancia que vivirá Chile, establece que es un carácter que se desarrolla en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que dan un mayor entendimiento para distinguir lo bueno y lo malo”. Efectivamente, ha sido “la experiencia propia” vivida por los chilenos durante este régimen, la que con el tiempo los llevó a reflexionar y. luego, a proceder gracias a sus vivencias. Las cifras electorales así lo atestiguan.
Boric fue electo Presidente en diciembre de 2021 con 4,6 millones de votos, un 56% de los 8.000.000 de sufragantes; pero luego perdió el plebiscito de salida con 4,8 millones de votos entre 13 millones de electores (un 38%) y volvió a ser derrotado para la elección del Consejo Constitucional con sólo 2,8 millones de votos (un 24%) en un universo de 12.000.000 de concurrentes a las urnas. ¡Una caída brutal en cuanto a adhesión popular!
En estos dos desastres electorales, las encuestadoras predijeron desenlaces que no estuvieron ni cerca. Para el próximo plebiscito, una empresa -propiedad del Gobierno- ha difundido con majadería que el 51% está en contra y apenas un 25%, A FAVOR, o sea, ni quienes eligieron a los consejeros constitucionales de la oposición votarán a favor del proyecto elaborado por ellos. La misma consultora – perteneciente al Ministerio de Hacienda- asegura que un 31% simplemente no concurrirá a sufragar, deducción que no calza, tratándose de comicios de carácter obligatorio. Una universidad que lleva por nombre el de un distinguido estadista del pasado, difundió un sondeo en que un 81% votará en contra, advirtiendo con total desparpajo que la investigación la hizo enviándoles un e-mail a 2 mil personas… ¡Genial estilo de aleatoriedad!
Dados estos antecedentes, la primera consigna de los chilenos libertarios es transmitir a la población que, bajo ningún pretexto, presten atención a todo tipo de encuestas, y, lo más decisivo de todo, instruirla para que, a la hora de votar, sólo se dejen llevar por su propia experiencia en cuanto a lo que ha sido vivir bajo un Gobierno como el de Boric. ¿Quieren o no perpetuarse en un modelo aborrecible, sectario, abusivo y corrupto como éste? Para responder, ni siquiera es necesario leer un solo artículo del proyecto que será sometido a votación.
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