Marzo 29, 2020

VOXPRESS.CL.-
Blog de Raúl Pizarro Rivera


A poco de levantar la cabeza, luego de su rendición ante la ahora dominante izquierda, el Presidente, en un arrebato de pasajera entereza, manifestó tener “muy firme” el timón del país, pese al fuerte oleaje por dos tempestades seguidas, la del Golpe extremista y la llegada al país de la pandemia del coronavirus.

Dicha expresión da a entender su (supuesta) fortaleza para ejercer el mando de la nación. Pero hechos recientes, y que continúan sucediéndose, reflejan que al igual como en el momento más crítico del levantamiento popular, el Mandatario,  voluntariamente, sigue compartiendo el poder con el adversario. Con el subterfugio de “escuchar a todos”, ha asumido una convivencia poco sana con quienes sólo quieren arrebatarle importantes cuotas de poder.

La Moneda ni nadie del oficialismo reaccionaron ante la ilegalidad en que incurrió el ex presidente del Senado, Jaime Quintana, cuando no pidió sino exigió, que el Jefe de Estado se retirase a un segundo plano y que el país fuera gobernado por un parlamentarismo de facto. Ese silencio total del Ejecutivo refleja que no ahora, sino oficialmente desde noviembre, Sebastián Piñera claudicó y aceptó dividir  la administración del país con la izquierda opositora.

Su rendición se produjo cuando depuso el Estado de Excepción por presión opositora y no, como se creyó en un principio, para salvar su lucimiento personal en la COP 25, finalmente abortada por el clima de violencia.

Piñera aceptó voluntariamente pisar la trampa a cambio de pasarse al lado de quienes exigen una nueva Constitución. A partir de esa fecha ha cohabitado con este pacto implícito de gobernabilidad, y ello explica el mutismo de La Moneda frente a lo expresado por Quintana.

Quien lo ponga en duda, queda automáticamente descubierto en su error, de acuerdo con lo que está aconteciendo con lo obrado por  la autoridad sanitaria en su manejo de la crisis por la pandemia. Como correspondía, y corresponde, desde enero, con más anticipación que en ningún otro país del mundo, la llegada de la epidemia fue prevista por el Ministerio de Salud. Tratándose de una emergencia con devastadoras consecuencias económicas, también asumió un rol protagónico la cartera de Hacienda.

Desde estos dos ámbitos, sanitario y financiero, jamás debió salir el tratamiento del problema, por gravísimo que sea, pero la debilidad presidencial marcó un rumbo que abrió una exposición política a los oportunistas y aprovechadores de siempre.

El rostro visible del manejo de la situación es el ministro de Salud, Jaime Mañalich, un personaje que desde el primer Gobierno piñerista es repudiado por la izquierda por representar al “mercantilismo de la medicina”, por su gran cercanía con el Presidente y por su carácter fuerte y contestatario -al estilo de su ex colega Marcela Cubillos- y  que dice ‘las cosas por su nombre’, y no anda haciendo guiños a la oposición, como otros miembros del Gabinete –Blumel y Rubilar- y hasta el propio Mandatario. Han sido demasiado evidentes las demostraciones de la izquierda para que sea excluido del equipo ministerial.

Mañalich o cualquier otro se hubieran enfrentado por igual al peor enemigo que tiene esta crisis: la indiferencia de la gente ante el real peligro del contagio. Pese a las prohibiciones oportunamente decretadas, millares de ciudadanos continuaron celebrando reuniones sociales y, pese a la explosiva irrupción del virus,  centenares de compatriotas decidieron salir de viaje. Unos contrajeron la enfermedad y la trajeron al país, en tanto muchos otros ahora no tienen cómo ni en que regresar.

El ministro de Salud, desde antes de que llegara ‘importado’ al país, dio a conocer un diagnóstico de prevención y tratamiento, donde consignó la evolución de la pandemia, asimétrico a lo que está sucediendo, y también elaboró acciones precautorias para enfrentarlo en sus distintas etapas. El doctor Luis Fernando, representante para Chile de la OMS, permanentemente ha destacado la estrategia oficial para encarar la pandemia y ha sostenido, sin vacilaciones, que la única responsable y soberana es la autoridad de Salud del Gobierno, o sea, el ministro Mañalich y su gente.

Pero resultó demasiado evidente la obsecuencia de La Moneda para aceptar la intromisión y participación de entes que, escudándose en “querer ayudar”, se entrometieron y presionaron, al punto de ser integrados a equipos de trabajo oficiales. Tan dado a socializarlo todo, ahora integran una Mesa Social, de reunión semanal, que “mide la situación”, y contrasta lo hecho diariamente por Salud y propone medidas que, obviamente, escapan del ámbito sanitario.

Por su hábito reverencial hacia el adversario político, el Presidente  sentó a la mesa al peor enemigo de su ministro de Salud, el Colegio Médico, cuya directiva es encabezada por una activista feminista, ex comunista y ahora miembro del Frente Amplio. A su lado ubicó al militante socialista y rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, novio en la adolescencia de Michelle Bachelet.

Como improvisados paladines de la protección social y, poco menos, expertos en salud pública y epidemiología, creó una sub Mesa Social para los alcaldes de la Asociación Chilena de Municipalidades, los mismos que, siendo militantes de Chile Vamos, exigen una nueva Constitución. Con sus disonantes denuncias populistas, pasaron a tener un rol protagónico en las decisiones presidenciales, justo en  momentos en que la Contraloría General de la República les ‘rayó la cancha’. En su oficio 6.785 del 24 de marzo, les aclara que “dichas acusaciones dicen relación exclusivamente con declaraciones de emergencia comunal y cuarentena en los respectivos territorios. Las entidades edilicias se encuentran facultadas para desarrollar funciones relacionada, en lo que importa, con la salud pública, con el transporte y tránsito públicos, y con la prevención de riesgos y la prestación de auxilio en situaciones de emergencia o catástrofe, pero el ejercicio de dichas atribuciones en ningún caso puede afectar los derechos que garantiza la Constitución Política a todas las personas".

La recomendación de la Contraloría, que también les llamó la atención por su sobrexposición en los matinales de TV, es una oportuna luz amarilla a este frenesí por aparecer públicamente como  “salvadores” de los vecinos, y para quienes íntimamente sólo piensan en sus próximas reelecciones.

Tan enfocados están los ediles en la salud de sus comunidades que el de Vitacura, Raúl Torrealba (RN) cerró la farmacia vecinal, restringiéndola a pedidos online, a sabiendas de que los adultos mayores, que necesitan sus medicamentos para reforzar sus defensas, no se manejan en internet. Mientras tanto, el jefe comunal recoletano, el comunista Daniel Jadue, importará ‘vacunas’ cubanas…que en Chile se usan hace tiempo en los hospitales sólo para pacientes terminales.

Lamentablemente, las advertencias de la Contraloría General no incluyeron, también  un límite al oportunismo político del Colegio Médico. Su extremista presidenta se aprovechó de elevar a nivel de medidas oficiales el que los trabajadores que todavía mantienen a flote la ruinosa economía del país, dejen de asistir a sus labores “para no contaminarse” y que los empresarios igual les mantengan sus salarios.

La dirigente fue la que obligó a cambiar la estrategia primitiva de Mañalich de decretar encierros obligatorios sólo por cuadrantes identificados por su número de infectados, sin tener protocolos ni organización La Moneda ordenó el encierro total de 7 comunas, entre ellas cuatro de “la gente más rica” y cuyos viajes por el mundo trajeron el contagio.

Horas más tarde de ello, se le comunicó a Mañalich que tendría que “alternarse” en sus vocerías sanitarias....

Lo más cercano a un revoltijo de poder es cuando el timonel permite que el timón no sólo carezca de firmeza de su parte, sino el que muchos otros metan mano, incluso quienes pretenden hundir su nave. Desde noviembre, el diablo metió la cola en La Moneda, y ello  por mucho que el dueño de casa se empeñe en decir que se trata de su propia cola. 

Fuente: https://www.voxpress.cl/single-post/2020/03/29/Esta-Semana-EL-REVOLTIJO-DEL-PODER-EN-LA-MONEDA

.