19 de noviembre de 2024 

 

 

 

 

 

por Pablo Errázuriz Montes

El hombre se forma una representación del mundo conforme a la experiencia que le ha tocado vivir que impacta en su ser íntimo. Ese ser íntimo es un complejísimo universo conformado de fortalezas y debilidades nativas, sean estas físicas, afectivas, intelectuales e incluso endocrinas. Para quienes creemos ser criaturas del Dios creador del universo, existe, una especie de código de barras divino que nos inscribe una misión en el mundo y una especie de combo divino u oferta de fin de temporada: el cultivo de las llamadas virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) reservado para quienes obtienen suficientes puntos en la prueba de aptitud humana, que consiste en el cultivo perseverante y consciente de las virtudes cardinales: justicia, prudencia, fortaleza y templanza.

No hay duda de que el individuo es libre de abrirse o cerrarse a estímulos diversos. – El conductismo es hoy una doctrina ñoña y pasada de moda-. Libre de abrirse o cerrarse, a lo que, por antonomasia, es el máximo misterio de la existencia humana: el bien y el mal. El Génesis nos relata a través de Caín y Abel, los primeros hijos de mujer, aquella disyuntiva eterna del género humano.

Y en este complejo proceso que es el vivir, nuestro tiempo histórico nos va nivelando con características singulares. Tenemos un sesgo o sello histórico conforme a la circunstancia o entorno que nos ha tocado vivir. Es lo que algunos filósofos o ensayistas han llamado las generaciones. Reaccionamos de forma relativamente similar con nuestros pares generacionales, cuando iguales son nuestras circunstancias.

Hoy, vivimos en un mundo ultra tecnológico que nos priva de algunas vivencias, que otras generaciones tuvieron al verse sometidas a resistencias y dificultades, que para nosotros resultan pueriles o inexistentes. Ejemplo evidente; la sexualidad: Nuestras abuelas repetían un mantra moralista muy criollo a los jóvenes y jovencitas, impetuosos por ceder a los encantos del amor erótico: Entre santo y santa, pared de calicanto. Muchos encontrarán hoy ridícula aquella prescripción, en un mundo liberado de ataduras sobre el sexo y otras prescripciones de moderación moral. Pero en verdad esa liberación de las costumbres sexuales no viene, como repite el relato modernista, de haber entrado en razón que dichas prescripciones eran ataduras sin sentido. Lo real es que el individuo de hoy, especialmente la mujer, no percibe en las relaciones sexuales algo que tenga consecuencias fatales en la construcción de la personalidad; equivocadamente desde luego, porque precisamente así sucede. Y ello por la circunstancia que existen métodos anticonceptivos que ofrece el mundo tecnológico. Este ejemplo, es extrapolable a muchos otros que sería largo enumerar.

Y de este modo es como se ha deteriorado la percepción de la realidad, cuando la tecnología nos ofrece la ilusión que somos de una naturaleza superior a lo genuinamente humano, despreciando modos, usos, costumbres y normas de nuestros antepasados. Algunos más audaces ya suscriben el credo que Dios está obsoleto porque somos pequeños dioses. Es lo que Roger Scrutton bautizó como la falacia del mejor escenario posible.[1] Pero la poética de Calderón refuta aquello cuando dice, En el mundo en conclusión/ todos sueñan lo que son/ aunque ninguno lo entiende[2].

La actitud sabia para vivir humanamente es la vigilia prudente. La vida de los santos y de los héroes es la historia de esa vigilia prudente y permanente. Estar con las luces encendidas para enjuiciar las circunstancias que la vida nos ofrece. Lo recomienda Krishna al príncipe Arjuna en el dialogo inicial del Baghavad-Gita, texto que es el pilar fundamental de la sabiduría hindú. El daño colateral que causa en el alma humana el llamado por los economistas, pleno desarrollo, es que se baja la guardia frente a las circunstancias de la vida y te tragas sapos que, de seguro, te caerán muy mal.

Tuve de visita un compañero de curso del colegio, que migró hace muchos años a los Estados Unidos y es hoy un pudiente ciudadano norteamericano. Profesional exitoso ha hecho su américa en California, donde goza de una calidad de vida de “país desarrollado”. Él, como muchos californianos adinerados votó por Kamala Harris, fundamentalmente para que un energúmeno como Trump no llegase al poder. No ponderó que la candidata demócrata afectaría directamente sus intereses económicos al punto de trastornar su cómoda existencia. Tampoco ponderó que afectaría sus convicciones morales sobre la intangibilidad de la familia como base de la estructura social norteamericana. Simplemente quería impedir que un hombre safio que despreciaba explícitamente la manera de ser del rico norteamericano sofisticado, accediera al poder. Para él, Trump había ganado porque la mayoría de sus ahora compatriotas norteamericanos, son como él, grotescamente rústicos y no piensan más allá de sus narices. ¿No será acaso que representan la sabiduría ancestral del pueblo norteamericano, de la familia, el trabajo, el sacrificio, la religión como guía de vida; sin la cual esa nación se precipitaría a la disolución y el caos?

Pero no veamos la paja en el ojo ajeno. Nuestras élites que han alcanzado el pleno desarrollo las de los guetos del bienestar, marcan preferencia para las próximas presidenciales por la señora Evelyn Matthei, quien siendo senadora, presentó junto a Fulvio Rossi un proyecto de ley para liberalizar el aborto, que suscribe la ideología de género e iza la bandera LGBT junto a la que sirvió de mortaja a nuestros héroes; una señora que dice ser de la UDI solo porque la expulsaron de Renovación Nacional, que se dedicó al espionaje político y para trepar en su partido, y que en entrevista televisada sostuvo que en realidad, su pensamiento es de izquierda; una gobernante de la ex comuna estrella de la capital, Providencia, que mientras se cae a pedazos, ella circula entre programas de farándula y entrevistas con La Fiera, Pamela Díaz. Más sobre su prontuario relatado por Francisco Cancino, en el link al pie de página[3] .

¿Qué moviliza esa preferencia por quien a todas luces es una lápida sobre el ataúd de la República? Alguien que ha sido incapaz de gobernar adecuadamente la comuna de Chile más fácil de gobernar, ¿podrá gobernar un país devastado por la izquierda revolucionaria?

Estas letras no son para enjuiciar a la Matthei, sino para enjuiciar a quienes la prefieren para ocupar el cargo de Presidente de Chile. Más específicamente de aquellas personas que por cultura formal tienen elementos de juicio, pero, como mi amigo californiano, se niegan a ejercer el juicio. Mi hipótesis es que será difícil que cambien de opinión porque han adoptado ya una decisión: no quieren tener juicio.

Quienes por aversiones a otros o para que nadie los mueva de sus espacios de comodidad y poder, votan por Kamala Harris o lo harán por Evelyn Matthei, representan una subcultura: la de los bien pensantes. Aquellos a quienes las bondades del bienestar les obnubilan y bloquean el juicio. Aquellos que no se quieren hacer responsables de la consecuencia adversas de sus actos, no solo respecto de sus prójimos, sino, he aquí lo más azorante, tampoco de la consecuencias adversas respecto de ellos mismos, de sus hijos, de sus nietos, de sus pares en los guetos de bienestar.

Con Matthei seguirán las persecuciones judiciales de la izquierda a Carabineros -pieza fundamental de la revolución legal en curso- que es la causa suficiente y necesaria del caos del orden público y criminalidad que campea en las calles. Eso es evidente porque para girar el timón de la revolución por avante y dirigirse en sentido inverso, se necesitan convicciones y talentos que evidente y manifiestamente carece la Matthei. Pero a los bien pensantes no les preocupa: volveremos al crecimiento económico y todo seguirá funcionando, porque siempre funciona.

Afortunadamente son minoría, como en Estados Unidos, y conforme surjan liderazgos reales, esas figuras serán desplazadas haciendo trizas, una vez más, las encuestas de opinión.

[1] En “Las Bondades del Pesimismo” R, Srutton.

[2] Pedro Calderón de la Barca en “La Vida es Sueño” Jornada 3, escena 19 verso tercero

[3] https://www.youtube.com/watch?v=N30yQ7V4tq4


Fuente: https://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/2024/11/los-bienpensantes-y-la-renuncia-al.html

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