11 de febrero de 2023
Pablo Errázuriz Montes
La cultura moderna nos ha dado a mamar desde la infancia, la idea que, el abandono de la religiosidad es una evolución de la inteligencia humana. Pongo en cuestión aquella verdad inconcusa de la modernidad.
El mito, el misterio, lo místico; a mi juicio, es una reacción del ser humano ante la impotencia de la inteligencia racional de explicarse los fenómenos del mundo. En la historia humana se abandonan los mitos y la religión, cuando se cree haber encontrado un sistema filosófico que explique esa realidad. Pero los sistemas filosóficos, y sus hijas más rústicas que son las ideologías, son autos de fe muchas veces menos respetuosos de la verdad, que la religión.
La religión, creo yo, contra la opinión culta moderna, es un destilado de la inteligencia humana, mucho más profundo y refinado que la filosofía y la ciencia. En otras palabras, se necesita mayor inteligencia para entender lo místico que lo filosófico.
Y en esa involución estamos. Un escalón descendente más en el uso de la inteligencia ha sido provocado por la omnipresencia de la técnica en la vida humana cotidiana. El hombre buscó certezas, en el mito o en la comprensión racional, para brindarse seguridades respecto del futuro desconocido. Y algunos superdotados, en el afán de comprensión racional de la realidad, inventaron la técnica sofisticada, que ha penetrado todos los entresijos de la vida humana en el mundo entero.
Esta invasión de la vida cotidiana tiene indeseados efectos sobre la siquis humana. Nos separa de la precariedad natural de lo desconocido. ¿Por qué habría de ser un problema tener mayores seguridades, vivir en un mundo más limpio, pulcro, predecible y cómodo? Que ya no necesita ni de la religión ni de la certeza racional para vivir de manera cómoda y predecible. Respondo que de esa manera el hombre ya no tiene necesidad de enfrentarse a la realidad desconocida. ¿Y cuál podría ser el problema de aquello? Qué su inteligencia ha involucionado.
El hombre social del siglo XXI ha perdido el hábito de dudar. El hábito de investigar. El hábito de imaginar que hay tras la apariencia de las cosas. Lo peor de todo es que los poderosos, siempre ávidos de incrementar su poder, han descubierto este fenómeno en las masas, y lo explotan hasta la náusea.
El llamado marketing o publicidad inductiva usa un método universalmente presente en el mundo de las comunicaciones. Repetir. Repetir un absurdo, al punto que deje de serlo. Por ejemplo, la mujer fea usa un determinado perfume y pasa a imaginar que es la modelo de la foto del avisaje. El alfeñique ve a John Wayne fumando marlboro, e imagina que fumando ese cigarrillo compartirá la rutilante vida del héroe cinematográfico. Hitler convenció a los alemanes que los judíos eran una raza inferior. Y tamaño absurdo lo creyeron en base a la repetición constante y sistemática.
Si publicitariamente repites; los burros vuelan, los burros vuelan, los burros vuelan; fácilmente podrás imponer una disyuntiva para el debate público tal como: ¿De qué color son los burros que vuelan?
Pongo estas evidencias epistemológicas, para poder entender, hasta qué punto estamos en Chile dentro de un barril que flota rumbo a las cataratas del Niágara.
Nuestra casta política, la peor de la historia de Chile - incluso peor que la que gatilló la guerra civil de 1891 –, apanicada por una revuelta delictual creyó (porque en su limitación radical creen cualquier cosa) que esa revuelta los podría desalojar del poder y de sus privilegios. Para salir del paso, dándole el punto a revolucionarios ñoños que deseaban cambiar la sociedad con recetas de principios del siglo antepasado, impuso el siguiente silogismo: Primera premisa) Tenemos problemas sociales y políticos; Segunda premisa) Tenemos una constitución que redactaron cuatro generales entre cuatro paredes; Deducción) la causa de los problemas sociales y políticos se soluciona cambiando la constitución. El electorado se dio cuenta porque ya era demasiado, que los burros no volaban. La casta política se encontró de bruces con qué, en un intervalo lúcido el electorado decidió rechazar se cambiase la constitución, quedando al desnudo la pobreza intelectual y moral de los líderes políticos.
Ese electorado captó que el verdadero silogismo era; Primera Premisa) Tenemos problemas sociales y políticos; Segunda premisa) Tenemos la peor casta política de oligarcas que se autoasignan remuneraciones millonarias y no entienden de la realidad, no identifican los problemas porque la molicie del poder los corrompió, y lo único que buscan es mantener sus privilegios; Deducción) Debemos hacer tabula rasa con esa casta política, desalojarlos del poder y generar un gobierno de unidad nacional, que disminuya drásticamente el tamaño del estado y la influencia de los políticos.
Pero sucede que esa casta política (nuevamente aterrorizada con el desalojo) tiene la manija y han vuelto con la segunda intentona de convencer al país que los burros vuelan. Lo peor del caso es que quienes lúcidamente se opusieron desde el día uno a este descomunal despropósito, mientras el país se cae a pedazos, han dicho: Bueno; si total discutiendo del color del burro volador, podemos ilustrar a la ciudadanía que los burros no vuelan. ¡Pero que error más garrafal!
En su libro, Diálogo; Trasbordo Ideológico Inadvertido, don Plinio Correa de Oliveira hace más de cincuenta años describió como la sumisión de los cuerdos a la estupidez de los estúpidos, a los únicos que hace ganar es a los estúpidos.
El Partido Republicano que originalmente fue un proyecto político para reaccionar a la estupidez que envuelve la totalidad del espectro político, ha decidido jugar con las armas de la mentira y del error. ¿Cuál será el resultado? Terminará siendo un equipito que estará peleando el descenso en una liga rasca que no convoca espectadores. Nadie los irá a ver al estadio.
Damas y caballeros: Nos hemos quedado sin referentes, sin representantes y sin nadie que pueda arreglar el espectro político desde dentro.
Mis amigos me responderán: Es que no hay opciones. Hay que cambiar desde dentro a la política. No cambiarán nada, se mimetizarán con los imbéciles y acelerarán al avión en picada. ¿Solución? Desobediencia civil y desalojo total. NO A LA NUEVA CONSTITUCION SEA CUAL SEA. LOS BURROS NO VUELAN.
Fuente: http://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/2023/02/de-que-color-son-los-burros-que-vuelan.html
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