3 de enero de 2022 

 

 

 

 

 

Pablo Errázuriz Montes


El presidente electo Gabriel Boric, le ha “hecho” las vacaciones a algunos veraneantes de Las Brisas, Cachagua, Zapallar y de los lagos del Sur que buscan pensar positivo. Aquella derecha cedente y concedente a la demolición de las bases de convivencia proyectada por la izquierda revolucionaria, tiene así su merecido respiro. Marcel es el próximo ministro de hacienda. La bolsa sube, el dólar baja y todo camina sobre ruedas. Dirigentes gremiales se manifiestan conmovidos con una poesía declamada por Boric en la Enade - que da cuenta su inocultable resentimiento social -. Y muchos hacen afectados votos de confianza sobre la moderación del electo.

Pero quiero incomodar a esos optimistas veraneantes para destacar otra señal que quiso dar Boric urbi et orbi, y que pasó colada: Fue a reunirse con el nonagenario sumo sacerdote del fracaso socialista en Chile, Jaques Chonchol Haít, para rendirle un merecido homenaje. Le pide consejos como lo haría un aprendiz de brujo con el hierofante máximo, y el electo revela ante periodistas ignorantes de nuestra historia, que fue un gran transformador. Para las generaciones nuevas, recordaremos quien es Chonchol motejado Atila por la revista Topaze, pues donde pisaba no crecía más nada. Fue el inspirador de la reforma agraria de Eduardo Frei y de Salvador Allende. Funcionario de ambos gobiernos por cuanto en las postrimerías del gobierno demócrata cristiano, sintió la llamada de la selva y migró al movimiento revolucionario de izquierda marxista MAPU, parte de la Unidad Popular, la coalición de Allende. En entrevista publicada en el libro Reforma Agraria Chilena de Angela Cousiño y María Angélica Ovalle, le preguntan, cual fue el objetivo de la reforma agraria, a lo que Chonchol responde; Terminar fundamentalmente con el dominio de la hacienda y con el poder de los latifundistas. ¿Desarrollar el agro, superar la pobreza, aumentar la producción? Nada. A confesión de parte, relevo de prueba. Ya antes se había efectuado en la Unión Soviética este experimento con la colectivización forzosa llamada la Deskulaquisación (los Kulak eran los hacendados). Como la Unión Soviética tenía peor clima que Chile, murieron de hambre 6 millones de inocentes solo en los campos como consecuencia del experimento. En Chile, la magnífica obra de Chonchol hizo que el presidente Allende nos advirtiera el 9 de septiembre de 1973 que había trigo (importado) para tres días y ahí se acababa la cosa. La agricultura chilena se encontraba arruinada. Sin contar los expolios, arbitrariedades, muertos y violencia que la mentada reforma agraria sembró en la comunidad humana del agro chileno. Los militares intervinieron dos días después. Arreglaron el desastre; y de la reforma agraria nunca más se supo.

En la obra citada le preguntaron a Chonchol si había trabajado alguna vez en el campo, y contestó que sí: un año en un fundo de Pirque cerca de Santiago. Le consulté a mi fallecido amigo Eduard Simón chileno francés, esforzado creador de una estancia modelo en Aysén, compañero de curso en agronomía de Chonchol, si había leído el libro comentado. Me contestó que sí, pero que Chonchol mentía. El año que dice haber trabajado en un predio particular era la práctica profesional a la cual todos los alumnos de agronomía estábamos obligados.  Entonces ahí hay una identidad con el presidente electo: ambos nunca le han trabajado un día a nadie fuera de la burocracia estatal.

La izquierda ha sido históricamente diestra para generar relatos para transformar la basura en oro y viceversa. Pero con la reforma agraria no lo han logrado. Fue un fracaso demasiado evidente, económico y social; y sus únicos frutos fueron, discordia, pobreza, violencia y muertes.

Esta señal, mal que les pese a los cómodos veraneantes, exhibe al verdadero Boric. Aquel de la primera vuelta presidencial, que al ver que su mensaje revolucionario a las compañeras y compañeros lo llevaba al despeñadero, agiornó su discurso y convocó al millón de votantes identificados con las grandes demandas insatisfechas.

Con la visita a Chonchol, Boric envía una señal a ese millón adicionales de ingenuos que votaron por él, y a esos empresarios conmovidos con los versos resentidos del poeta Linh: las demandas de los votantes seguirán insatisfechas; las esperanzas de los empresarios se verán frustradas. ¿Saben por qué? Porque Boric es un revolucionario que quiere cambiar el mundo y las expectativas no solo no se verán satisfechas, sino que las consecuencias de mesianismos al estilo Chonchol, son devastadores para todas las sociedades en todo tiempo.

Fuente: http://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/2022/01/las-senales-de-boric.html

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