18 junio, 2024 

 

 

 

 

 

Magdalena Merbilháa


El gobierno no da el ancho y frente a la tragedia climática inevitable son ellos de modo libre los que deciden volver a errar.


Esta frase popular que alude a problemas sobre problemas es hoy algo literal para el gobierno en Chile. Lo cierto es que, tal vez para ser más explícito, habría que decir “lloviendo sobre quemado”. Muchos problemas ciertamente se los buscaron y hasta los provocaron, simplemente cosechan lo sembrado.

A esto se le suma hoy la inclemencia de la naturaleza que no perdona. Pero es la falta de experiencia lo que los ha hecho ser realmente insuperables en lo malo en manejo de crisis y reconstrucción. Cuando aún el país se pregunta por la reconstrucción de las casas de Viña del Mar y otras zonas de la Quinta Región a causa del fuego ciertamente provocado de modo intencional, hoy la naturaleza desde la lluvia vuelve a golpear al país. Como es ya un clásico, el Presidente ausente. Esta vez fuera de Chile en gira internacional; la otras veces “ocupado” en su tiempo libre. Él no trabaja horas extra, ni fines de semana, ya que es una persona llena de “derechos”.

Ciertamente deja evidencia que olvida los deberes asociados a esos derechos y, por cierto, los deberes absolutos que implican la responsabilidad del cargo que “supuestamente” ejerce. No tiene claro qué implica ser Presidente de todos los chilenos. Es un cargo que necesariamente exige renuncias a muchas cosas a favor de Chile. En ese cargo, no importan los deseos personales, esos quedan atrás si el país así lo requiere. Hay más deberes que derechos.

Pero claro, la generación de “pulmones vírgenes”, hijos de la abundancia se mueven por la voluntad y no necesariamente por la razón. Eso los lleva a errar constantemente. Cualquier persona de viaje frente a una emergencia familiar en manejo de crisis, posterga sus planes y se hace presente para enfrentar un problema. Una madre frente a un problema de envergadura de un hijo no dice “no es necesario que yo esté, está la tía”. Todos recordamos a esa madre de “Mi pobre angelito” desesperada haciendo lo imposible, haciendo dedo a camioneros para encontrarse con su hijo Kevin que por accidente había sido olvidado. El Presidente no hizo “ni el amague” de volver.

Al acumulado de damnificados por el fuego ahora se sumarían los de los temporales, algo inevitable. Ciertamente no se puede frenar la inclemencia de la naturaleza, pero sí se puede gestionar las acciones de emergencia, el despliegue y, sin duda, el apoyo emocional para las personas. El saldo fueron 6.300 damnificados, un fallecido, anegamientos y desborde de ríos que traerán complicaciones múltiples a pequeños agricultores. El Presidente acusó a los críticos literalmente de ataque personal, apoyando la tesis de Diego Ibáñez del supuesto “antigabrielismo”. Desde Estocolmo y como un modo de bajar el perfil de las justas críticas, dijo: “No me cabe ninguna duda que, donde estuviéramos, esos mismos grupos seguramente harían críticas” e hizo énfasis en no preocuparse de “polémicas menores” ensalzando su labor en representación de Chile en el exterior.

Pero lo cierto es que las críticas no son contra su persona, sino que contra su evidente mala gestión. Los incendios en la Quinta Región llevan meses, llegó el invierno y no hay casas. La ciudadanía con justa razón se pregunta qué pasó con los dineros recaudados en la  “teletón” para los incendios. La plata se recaudó y las personas siguen sin soluciones. Es en este contexto que la lluvia llega sobre quemado. No sólo las casas se quemaron con el fuego, es el gobierno que “quemó” su capacidad de gestión y demostró lo ineficiente e inoperante que es.

Esto quedó en mayor evidencia tras la muerte del Presidente Piñera. Las comparaciones fueron inevitables, la no gestión contra la gestión encarnada. Los incendios actuales contra el terremoto del 27-F. Frente a esa evidente debilidad el Presidente en la nueva emergencia optó por no volver. Optó por no dar una señal de responsabilidad. Su decisión hace sentir a muchos chilenos que no hay líder, que van a la deriva, que están abandonados. Esta lluvia sobre quemado recuerda, hace volver a sentir a los chilenos, que están solos y que las frases “no los vamos a abandonar”, son simplemente otras voces vacías.

Errar sobre errores es poco inteligente, sobre todo cuando la única base de apoyo son nada más que “barras bravas”. “Por sus obras los conoceréis” y por éstas los juzgaréis. El gobierno no da el ancho y frente a la tragedia climática inevitable son ellos de modo libre los que deciden volver a errar. Al gobierno no le llueve sobre mojado, ni sobre quemado, el gobierno se llueve a sí mismo cuando ya están mojados.

Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/lloviendo-sobre-mojado/

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