Guillermo Jaramillo
Filósofo


“Son, por lo tanto, aquellos que trabajan en el mundo de las ideas, es decir, los intelectuales, quienes ejercen la mayor influencia sobre nuestras vidas, aun cuando seamos incapaces de reconocerlo producto de nuestra absorbente cotidianidad.”
A. Kaiser


Nadie tanto como la derecha ha sido objeto de censuras, neutralizaciones y difamaciones en el campo de lo académico y lo cultural. Lo que hace unas décadas era señal de orgullo, hoy lo es de vergüenza, una vergüenza sin sentido. La sociedad contemporánea en su búsqueda de diferenciación y una “reivindicación” de lo que tendenciosamente ha entendido como libertades e igualdades, ha puesto su apasionamiento por encima de la razón.

Se tiene la idea de que la diferencia de méritos y cualidades es responsable de la injusticia social que favorece a una misma clase política; el demos está tan convencido de esta dialéctica que encuentra en el rico un objeto de su desprecio y un responsable de su miseria. Latinoamérica vive una situación de vaciamiento del sentido, haciendo popular la idea del Estado edénico, como la solución más feliz a todas las contingencias sociales, nada más distante a la realidad.

El criterio del demos es destacado cuantitativamente omitiéndose el filtro del debate. La izquierda parafraseando a Axel Kaiser, entendió la importancia de nutrir sus ideas y hacerlas populares, primero en la academia y después en la cultura. La izquierda se muestra orgullosa enarbolando sus banderas en el arte, la música y los medios de comunicación. ¿Y la derecha dónde está?

¡La derecha se volvió cobarde! ¡la doctrina no se ve por ningún lado! Se escucha decir a la gente. Lo que ocurre realmente es que la derecha muestra interés exclusivamente en lo político y lo electoral; un amplio sector de la derecha desdeña las ideas, las teorías y las doctrinas, tomándolas como un tema ya superado. Se entiende a la derecha a la luz del politicismo agotándola a una de sus partes, lo cual es hacerle injusticia a toda una tradición de principios, como lo son: el respeto hacia las instituciones, la preocupación de mantener unida a la familia, fortalecer la identidad nacional y fomentar la urbanidad.

La izquierda ha tenido una estrategia bastante sólida en lo que respecta a limpiar y vender su imagen. Todos los monstruos políticos como el fascismo, el integracionismo y el burocratismo son atribuidos a la derecha, mientras ésta pone la otra mejilla. La derecha necesita vigorizarse y despertar su ideología si quiere evitar desgastarse. Es momento de que se de visibilidad a quienes comprenden el sustrato ideológico y crítico por la cual la derecha es lo que es.

Mercantilizar a la derecha como se ha hecho actualmente para normalizar el arribismo social, es despojarla de lo más sublime y prostituir sus ideas. Esta bien que haya gremios económicos que quieran favorecer a la derecha, pero esta necesita reconocerse primero y ser reconocida después, más allá de la difamación que se le ha impuesto. La derecha ante todo necesita revitalizar su identidad y que quienes dicen representarla, conozcan su genealogía, hasta entonces la derecha seguirá siendo cadavérica.

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