Freddy Blanc Sperberg


En los procesos deconstructivos han aparecido mucha “terminología” y “conceptos” nuevos para mi generación y varias posteriores a la mía, ni hablar de las anteriores que, aunque no lo crean, son muchas. Por lo menos habrá un promedio de 15 años con personas mayores que yo.

Aclaremos que no soy para nada un convencido de que la edad es una garantía de inteligencia, por el contrario. Hay un dicho sobre ello y dice: Los idiotas genuinos no tienen problema porque no saben que son idiotas, pero los demás sí. Es decir, el idiota no sufre con su situación, sino aquellos que pagan las consecuencias. He visto gente que son raros, excéntricos o curiosos y han muerto siendo así, sin nada que haya hecho compleja su existencia ni la de otros. Otros han evolucionado con dificultad, pero los años han hecho su parte. Se dice también que la juventud es una enfermedad que termina con el tiempo. Yo creo que es la más acertada, aun cuando aclaro que el remedio se llama, sencillamente, experiencia.

La autopercepción se refiere a la forma en que una persona se ve a sí misma, incluyendo sus pensamientos, sentimientos, valores, creencias y experiencias. Es el proceso de reflexión y evaluación que realiza una persona sobre sí misma, lo que le permite tener una comprensión más profunda de su propia identidad, fortalezas, debilidades y motivaciones.

Entre sus alcances tenemos el conocimiento de uno mismo, que permite a las personas comprender sus propias necesidades, deseos y objetivos. Tenemos también la autoaceptación, que ayuda a las personas a aceptarse a sí mismas tal como son, con sus fortalezas y debilidades. Por otro lado tenemos la mejora personal, que permite a las personas identificar áreas en las que desean cambiar o mejorar. En el tema de relaciones interpersonales, puede influir en la forma en que las personas interactúan con los demás, ya que una buena comprensión de uno mismo puede llevar a relaciones más saludables y efectivas.

Entre las particularidades de la autopercepción está que es subjetiva, por cuanto cada persona tiene su propia perspectiva, y es única sobre sí misma. También es dinámica, por cuanto puede cambiar con el tiempo ya que crecen, aprenden y experimentan cosas nuevas. También tiene una influencia cultural y social, porque puede ser influenciada por esos factores expresados en las normas y expectativas de la sociedad. Por último, también posee diferencias individuales, por cuanto puede variar significativamente de una persona a otra, dependiendo de factores como la personalidad, las experiencias acumuladas y los valores heredados y adquiridos.

En cuanto al desarrollo de una persona normal, está determinado que la conciencia plena de las particularidades, también conocida como autoconciencia o autopercepción, se desarrolla a lo largo del tiempo y puede variar de persona a persona. Sin embargo, tenemos algunas etapas generales respecto del desarrollo de la autoconciencia, como son:

La infancia, entre 0 y 5 años, en que los niños comienzan a desarrollar una conciencia básica de sí mismos, pero aún no tienen una comprensión clara de sus propias particularidades.

En la niñez, entre 6 y 12 años, comienzan a desarrollar una mayor conciencia de sí mismos, incluyendo sus fortalezas, debilidades e intereses.

En la adolescencia, entre los 13 y los 19 años, experimentan un aumento significativo en la autoconciencia, explorando su identidad, valores y creencias.

En la adultez temprana, 20 a 30 años, los adultos jóvenes continúan desarrollando su autoconciencia, explorando sus objetivos, valores y relaciones.

En la adultez media, entre 30 y 50 años, suelen tener una comprensión más clara de sus propias particularidades, incluyendo sus fortalezas, debilidades y motivaciones.

En la adultez tardía, 50 y más años, suelen tener una autoconciencia más refinada, habiendo reflexionado sobre su vida y experiencias.

En resumen, la conciencia plena de las particularidades se desarrolla a lo largo de la vida, pero generalmente se alcanza la adultez media alrededor de los 30 a los 50 años. Aún con todo, es importante recordar que cada persona es única y el desarrollo de la autoconciencia puede variar significativamente.

Existe una amplia base de investigación al respecto y, por las dudas de algunos y tranquilidad de otros respecto de hablar de temas que no son mi propia especialidad, mencionaré algunos de ellos.

Ya en 1954 un señor llamado Jean Piaget escribía “El desarrollo de la conciencia de la infancia”. En 1995, Simón Baron-Cohen escribió “La teoría de la mente”. En 1978, Daniel J. Levinson escribió “El desarrollo de la autopercepción en la adolescencia”. En 1950, Erik H. Erikson escribió “La conciencia y la identidad personal”. En el año 2000, Edward Deci y Richard Ryan escribieron “La teoría de la autodeterminación”. En el 2007, James Gross y Ross Thompson escribieron “La conciencia y la regulación emocional”. En 1963 Lawrence Kohlberg escribió “El desarrollo de la conciencia moral”. En 1979 Henri Tajfel y John Turner escribieron “La teoría de la identidad social”.

Entre algunos libros recomendados por los que saben, tenemos "La mente en desarrollo" de Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson (2011), "La mente consciente" de David J. Chalmers (1996), "Conciencia de sí mismo" de John C. Maxwell (2013) y "El Manual de Oxford sobre el desarrollo cognitivo” editado por Philip David Zelazo (2013).

Y si hablamos de revistas científicas relevantes, podemos mencionar la Revista de desarrollo cognitivo, Psicología del desarrollo, Revista de personalidad y psicología social, Conciencia y cognición, además de El yo y la identidad.

Vamos con un análisis.

Con tanta bibliografía calificada al respecto, resulta casi increíble que ciertos personajes insistan en hacernos creer que el hilo negro lo inventaron ellos. Tenemos todo el espectro político hablándonos desde diferentes perspectivas y, obviamente, ocultan estar motivados por sus intereses como un factor que va mucho más allá de sus verdaderas convicciones, valores y principios.

Ello ha llevado a un verdadero descalabro en la elección de los representantes de elección popular, por cuanto los ciudadanos han elegido una opción que, desde lejos al menos, se les ve en perfecta sincronía valórica o, al menos, interés por el bien común, pero, a poco andar, los encontramos dando su apoyo a iniciativas que poco o nada tienen que ver con esa visión. Así, quien confió y puso no sólo una raya, sino también su fe y esperanza en que su visión de sociedad quedaría en buenas manos, se encuentra acorralado entre la frustración y la moral. Frustración, por cuanto quien debía representarlo no lo hace, y la moral, por cuanto habiendo sido responsable del nombramiento, se hace también responsable de sus actos, votos en este caso, y no logra el valor para reconocerlo, avalándolo y promoviendo lo incomprensible con su silencio.

Los pasillos de nuestras instituciones están repletos de personas que deambulan promoviendo tal o cual cosa, ocupando cargos habiendo sido elegidos por quienes no representan realmente, que desarrollan, promueven o apoyan iniciativas diametralmente opuestas entre sus bases, los electores, y muy cercanas a sus intereses.

Todos ellos, cual más cuál menos, pertenecen a una bancada o dicen identificarse con una visión país, pero, definitivamente, transitan en el limbo del engaño y en el abuso físico, mental y emocional de sus electores.

Se acerca rápidamente un nuevo proceso eleccionario y mi recomendación es que mire muy bien dónde con tanta fe pondrá su futuro y el de sus hijos y nietos, el futuro de su patria y el de millones de personas junto a quienes, en nuestro pasado cercano, vimos cómo los orcos y sus cómplices, activos y pasivos, gritones y silenciosos, apagaron la luz del desarrollo que en algún momento comenzó a brillar en el túnel.

En una de las últimas votaciones en la Cámara de Diputados, y de las más clarificadoras, tuvimos la ocasión de ver a varios Parlamentarios en su verdadera esencia, algo así como ver a un varón que cambió su sexo, en su visita periódica a un examen de próstata. En esa votación quedó claro que, aunque militen en un sector de derecha, hablen como si fueran de derecha, compitan por la derecha, integren listas de derecha, sean electos por gente de derecha y se sienten frente a la izquierda, lo más probable es que sólo sea un grave problema de autopercepción política….

.