Freddy Blanc
Ciudadano Independiente (por el momento)


Javier Gerardo Milei nació en Buenos Aires el 22 de octubre de 1970. Es economista y político y actual presidente de la nación argentina desde el 10 de diciembre de 2023, además de líder del espacio político La Libertad Avanza.

Desde 2021 hasta 2023 se desempeñó como diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al haber sido elegido en las elecciones legislativas de ese mismo año cuando decidió iniciar su carrera como político. En las elecciones presidenciales de 2023, obtuvo el 29.86 % de los votos válidos totales en las primarias. El resultado obtenido le dio su primera victoria electoral, con el beneficio de haber sido el candidato con mayor cantidad de votos en todo el país y en dieciséis de los veinticuatro distritos electorales.

En el balotaje presidencial del 19 de noviembre de 2023 obtuvo 14.554.560 votos, convirtiéndose en presidente para el período 2023-2027, siendo el candidato con mayor cantidad de votos obtenidos y el porcentaje más alto, el 55.65 % contra el 44.35 % que obtuvo su rival Sergio Massa, de izquierda kichnerista, desde el retorno a la democracia en dicha instancia electoral. Triunfó en 20 de los 24 distritos electorales, siendo derrotado únicamente en las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Buenos Aires, aunque en esta última ganó en 108 de los 135 distritos de dicha provincia.

Es conocido por su personalidad extravagante, estilo personal distintivo y fuerte presencia en los medios. Ha sido descrito como un político de extrema derecha, populista o libertario de derecha. En lo social, varias de sus posiciones políticas han sido descritas como conservadoras o ultraconservadoras. En lo económico, afirma que es «anarcocapitalista en la teoría y minarquista en la práctica».

A partir de 2010 comenzó a realizar notas de opinión para el diario La Nación, El Cronista e Infobae, donde criticaba la política económica de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, denunciando la política fiscal. También mencionó la aparición de una «mayoría silenciosa» que pedía cambios y cuyas consignas llamó «la agenda del crecimiento». Esos puntos, enumera Milei, son «el respeto de la ley, la protección de los derechos de propiedad, la innovación tecnológica, la apertura comercial, la existencia de precios libres que guían la asignación de recursos y el diseño de una política económica que preserve el equilibrio fiscal junto a una política monetaria que defienda el valor de la moneda.»

Se ha caracterizado por su manera de debatir, su forma de expresarse y sus enfrentamientos con periodistas y políticos.

En 2024 Milei definió su tarea como presidente de Argentina, como la de un «topo» que busca «destruir el Estado» argentino «desde dentro». Bajo ese esquema de propósito, designó a Sandra Pettovello, licenciada de Periodismo y en Ciencias de la Familia a cargo de las secretarías de Educación, Salud, Trabajo y Desarrollo Social, es decir, una superministro de Capital Humano. Sandra Pettovello, empoderada en su cargo, comenzó a investigar numerosas organizaciones sociales, estableciendo que detrás de una familia con hambre hay un tejido social que se fue deteriorando desde la multiplicación de la pobreza como arma predominante para torcer voluntades y ganar votos, sometiendo las mentes al sólo hecho de ser cautivos de un sistema clientelista que la Justicia empieza a desentrañar en estos días.

La pobreza misma en su forma cultural, social y educativa, estaba siendo administrada y materializada por los operadores kichneristas y peronistas que, en nombre de “causas nobles”, no hacían más que recibir dinero a discreción provenientes de los impuestos de los argentinos para engrosar sus patrimonios y extorsionar a miles de familias a asistir a las manifestaciones. En una de las capturas de pantalla que investiga la Justicia, se lee que una persona se queja porque a su hermana no le entregaron mercadería y además le dieron de baja el plan, a pesar de que no podía asistir a la “movilización” porque se había operado. Aquí, ante una pregunta puntual de una víctima, se le informa que está “sancionada” por no pagar el “alquiler del comedor” y que por eso no podrá retirar mercadería en todo el mes.

También se advierte que el sistema de “castigos” por no cumplir con las exigencias de los ahora imputados judicialmente, no sólo incluía la publicación de “listas de castigados” o “sancionados”, sino que también se les daba la posibilidad de “reparar” ese “castigo” a través de la prestación de tareas. Estos mercenarios del hambre cortaban calles y movilizaban a sus manifestaciones violentistas a gente dominada por el hambre y otras necesidades. En otra provincia se detectó a operadores que canjeaban beneficios por “servicios sexuales”. Un escándalo de años en manos de la izquierda.

Argentina está cambiando y no sólo en político y en lo económico, sino también en lo valórico. El actual presidente y sus ministros han presionado tanto con lo mediático y lo correcto que, por fin, la justicia está actuando como siempre debió haber actuado, investigando los actos incorrectos más allá de la ideología de quién los cometió. En ello, debemos reconocer el valor de quienes se atrevieron a romper el statu quo de lo mediático, de la agresiva funa de la prensa de izquierda y de las constantes amenazas de todo calibre con que el comunismo nacional e internacional reacciona contra quienes no sean afines a sus ambiciones y se resistan al silencio cómplice.

Los responsables de esa esclavitud a la que sometían a gente humilde, de cuyas necesidades se valían ellos a través de los tributos de todos, están cayendo como moscas.

Como ocurre en la naturaleza, cuando las hienas cazan en manada marchan todas en una posición determinada. Ordenadas, cumplen con el fin de lograr la presa. Conseguido eso comienzan los problemas. Las estructuras naturales imponen la primacía para comer. Los de más alto rango no permitirán que los de segunda clase se acerquen sino a las sobras, aunque todos hicieron la tarea. En las hienas eso tiene cierto sentido, pero en los hombres no es aceptable. Los comunistas tratan a la gente vulnerable como lo hacen las hienas con las de más bajo rango. A los pobres no les devuelven ese impuesto a través de beneficios, sino de esclavitud, sumisión, silencio y sometido, cual burro de carga, a llevar sobre sus ya heridos hombros, el peso de los costos de una ideología abusadora y sangrienta.

En nuestro querido país las cosas no son muy distintas. No hablaré de ello, pero sí les recordaré el caso Fundaciones, tarjetas y cajas de alimentos, balones de gas, bonos parafina, bono invierno, y un largo etcétera.

Se ha hecho costumbre que promisorias figuras circulen por todo tipo de organizaciones civiles ofreciendo una parte de los beneficios. Entregan, como prenda de buena fe, hervidores eléctricos, tortas, un microondas, trofeos deportivos, y un sinfín de chucherías que, para gente de mi edad, me hace recordar los antiguos trueques con que los conquistadores convencían a los indígenas quienes, agradecidos por tan dudosamente valioso regalo, ofrecían su vasallaje y lealtad a un nuevo señor.

Debemos tener presente que, como en Argentina, esos fondos casi nunca provienen de los bolsillos del donante, sino de los impuestos que los mismos beneficiados pusieron a disposición del generoso donador de bienes ajenos.

Las consecuencias están a la vista. Esa forma de funcionar nunca ha solucionado los verdaderos problemas de la gente. Por el contrario, los votos entregados a la izquierda sólo les han servido a aquellos que, desde la necesidad de la gente y creando un sistema que sólo beneficia a unos pocos, terminan siendo, nada más ni nada menos, unos verdaderos gerentes de la pobreza.

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