Freddy Blanc Sperberg
Ciudadano Independiente (por el momento)
Aunque la historia tiene muchas versiones, visiones e interpretaciones, a fin de cuentas, son las consecuencias las que importan, es decir, los resultados, los efectos que tuvo cada hecho sobre la sociedad.
En Rusia, el 23 de febrero de 1917, en el centro de San Petersburgo se celebraba el Día Internacional de la Mujer y grandes masas de trabajadoras de las fábricas se encontraban concentradas. Se les unieron algunos obreros descontentos y hambrientos, y también algunos revolucionarios un tanto escépticos. Ese acto comenzaría a sellar la suerte del zar Nicolás II y también sería el inicio de muchas décadas de dictadura comunista que, a pesar de sus promesas de un futuro promisorio para sus habitantes, sus primeros 5 años provocaron 30 millones de muertos por hambre, miseria, ajusticiamientos y frío y, además, llevaron la muerte como embajadora a otras partes del mundo.
En Cuba, 40 años después, sucedían hechos similares, pero impulsados por fines algo distintos. Un grupo de insatisfechos promovieron una revolución contra Fulgencio Batista quien, en 1959, era derrotado por Fidel Castro. A la incapacidad de Castro de gobernar el país, se sumó la ambición y la reacción violenta que tuvo contra sus ciudadanos. Así, a una larga lista de asesinatos, opresión y muchos exiliados, se suma también la miseria, la hambruna y el atraso generalizado en un país que una vez fue ejemplo de otros.
En Nicaragua, en 1979, los Contras, nombre dado a los grupos de insurgentes, derrocaron a Anastasio Somoza. En sus ataques se les atribuye la acción de un gran número de violaciones a los derechos humanos y haber llevado a cabo más de 1.300 ataques terroristas. Hoy, Nicaragua es una cerrada dictadura alineada al comunismo internacional, donde no existen procesos de elecciones democráticas. De hecho, hace sólo un año más de 200 presos políticos fueron deportados, sólo por el hecho de ser potenciales líderes de la oposición. Un sacerdote, también cautivo por pensar diferente, no aceptó el exilio y aún permanece en prisión. Las muertes, el hambre y la falta de libertad y democracia en la pequeña nación centroamericana son casi imposibles de testear, dado el ocultamiento de la información.
En Venezuela, aduciendo los mismos motivos altruistas, la dictadura instalada a partir de Hugo Chávez ha desembocado en el exilio de cientos de personas, salida irregular del país de cientos de miles de delincuentes y la exportación de bandas organizadas de narcotráfico de alta peligrosidad a todo el continente y la migración masiva de millones de profesionales, técnicos, hombres, mujeres, niños y ancianos. Dicha violencia ha permitido permear la democracia e instalar la zozobra, la desesperanza, el hambre, el miedo y la muerte en muchos países.
En Chile, una vez caídas las fracasadas banderas de lucha del sindicalismo y del proletariado, típicas del socialismo y del comunismo del siglo pasado, la izquierda se reinventó creando nuevos frentes de conflicto social. A contar del 2005 comenzó a verse cada vez con más frecuencia, fuerza y violencia, banderas multicolores con extraños mensajes. Se asentaba un nuevo discurso de confrontación entre lo que era una sociedad pujante, y plagada de emprendedores, que veía no sólo un futuro esplendor sino también la llegada de la alegría prometida 15 años antes y que, de la mano de un sistema económico heredado y sólido, comenzaba a presentar al país como un próximo integrante del mundo desarrollado, versus la ideología violentamente activista, oculta en 4 ejes fundamentales, cada una con su bandera propia pero, evidentemente, con un origen común. El elegetebismo, el indigenismo, el feminismo y el ecologismo irrumpen, entonces, en la arena social donde todas exigen, por las buenas o por las malas, atención y solución inmediata a sus demandas, las cuales casi en su totalidad parecen sacadas de un escrito de Kafka.
No es necesario trabajar mucho para identificar un factor común en los temas mencionados por cuanto, evidentemente, éste se consolida en los resultados de cada una de ellas.
En consecuencia, aquello que nace como una triste realidad dentro de una sociedad que intenta avanzar, termina siendo utilizado por personajes con una muy cuestionable capacidad para aportar en la solución de los problemas. Sin embargo, esa incapacidad real para resolver las cosas entonces se oculta tras banderas plenamente identificables y a las que, para quien no tiene la oportunidad de analizar trasfondos, le es muy fácil de concordar con la idea, sin percatarse que tras su sana incorporación a la justa queja, existe un motivo en el cual él, sujeto de emociones, no pasa de ser un elemento tan necesario como un peldaño de escalera, en el que jamás cambiará su posición. Lo más probable es que pierda algo más de lo que tiene, mientras otros ponen su pie y logran, sobre su espalda, avanzar en sus ambiciones de poder y gloria personal.
El desconocer la realidad, aunque la estén viendo, es la especialidad de esos personajes totalitarios y ambiciosos.
Hace poco tiempo el gobierno venezolano acusó a nuestro país de inventar la existencia del Tren de Aragua y tanto la Ministra Tohá como el Subsecretario Monsalve no se atrevieron a levantar la voz. La verdad expresada a través de muerte y tragedia mostró que sí existe el Tren de Aragua. Menos tiempo atrás, la Ministra argentina Patricia Bullrich entregó una carpeta a las autoridades chilenas sobre la existencia en Chile de un grupo terrorista de origen islámico. La respuesta, cargada de soberbia, no pudo ser peor que desconocer algo de todos sabido, lo mismo que hizo Argentina bajo gobiernos de izquierda, que se negaron a investigar los actos terroristas cometidos en suelo trasandino contra entidades israelitas, además de la no aclarada muerte del fiscal a cargo del caso. Por su parte, la mala carta presidencial de ChileVamos hace una declaración en la que representa la existencia de lazos entre los políticos y el narcotráfico. Las autoridades de gobierno no hacen nada más que lo mismo de siempre, negar lo evidente y ya suficientemente reconocido por hechos indesmentibles y en los cuales, incluso, hay condenados.
Por su parte, el Presidente se pasea por un continente en el cual la mayoría ciudadana se ha pronunciado contraria a su ideología. No obstante, insiste en llevar su prédica a una sociedad que sí evoluciona y que viene de regreso de un viaje a lo más oscuro de una civilización, como lo es la degradación de los valores que los llevaron a, justamente, llamarse civilizados. Un discurso que pretende llevar a los hombres a los antiguos tiempos de la esclavitud del hombre por el hombre, antes con reyes, emperadores, sultanes y zares, hoy, con adalides de sueños que nunca serán.
Ante tanto engaño y abuso para con su propio pueblo, a quien no se puede culpar de creer en un discurso bajo la eterna esperanza de encontrar la felicidad, es dable pensar que, mucho más allá de una opción política, realmente estamos siendo gobernados por verdaderos enfermos mentales…
(Para verlo en vídeo, ingrese a https://youtu.be/OA3Nccn1bc8?si=-fsvamTimgSQjjmk)
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