Freddy Blanc Sperberg
Consejero Nacional PRCh


En la Real Academia Española, un gobernante se define como quien tiene el gobierno de un estado, una provincia, una ciudad, etc., por elección, sucesión hereditaria u otro título. Esta definición resalta la diversidad de formas en que se puede acceder al poder gubernamental y la variedad de entidades que pueden ser gobernadas. Tiene la responsabilidad de liderar, administrar y tomar decisiones en un grupo o entidad, como un país, una región o una organización. Así también, ejercen autoridad y poder para establecer leyes, políticas y directrices que afectan a la comunidad que dirigen. Esta posición conlleva la responsabilidad de velar por el bienestar y el progreso de quienes están bajo su liderazgo.

Cuando de identificar la calidad de un presidente se trata, es natural que todos tiendan a resolver la encrucijada con una mirada política, pero, desgraciadamente, la historia nos demuestra que son justamente esos los de peor desempeño. Por el contrario, los más reconocidos por los ciudadanos tienen atributos que se alejan mucho del partidismo, por un lado, y se acercan mucho al sentido común, por el otro.

En Estados Unidos, por ejemplo, existe consenso en que el mejor Presidente fue Franklin Délano Roosevelt quién gobernó la nación entre 1933 y 1945, y hubiera continuado, sin ninguna duda, a no mediar su muerte ocurrida el 12 de abril de ese año, pocos días antes del finalizar la guerra en Europa.

Sus períodos estuvieron marcados por dos momentos de gran importancia histórica: la recuperación económica tras la Gran Depresión que vivió EE.UU. al inicio de la década de 1930, y la participación del ejército de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial entre 1939 y 1945.

"Inventó efectivamente la presidencia moderna. A los estadounidenses les dio esperanzas de que su gobierno rescataría la economía tras el inicio de la Gran Depresión", dice Iwan Morgan, quien también destaca que Roosevelt sentó las bases del Estado de bienestar moderno.

Roosevelt transformó considerablemente la economía estadounidense para poder salir de la Gran Depresión. Ese proceso de recuperación, arduo y no exento de temas complejos, duró desde el año 1930 y hasta que Estados Unidos abocó su economía por completo a las urgencias que presentaba la Segunda Guerra Mundial.

Encabezó la movilización de la economía estadounidense para apoyar el esfuerzo de guerra y estableció la estrategia de «Europa primero», haciendo de la derrota militar de Alemania una prioridad, incluso por delante de la de Japón. Esa decisión fue cuestionada por muchos y aplaudida por otros no en menor cantidad. Los historiadores concuerdan que, durante la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt acertó al mantener a las tropas estadounidenses fuera del conflicto el mayor tiempo posible, mientras enviaba armamento a Reino Unido y a la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. Como dato adicional les cuento que Rusia, estado comunista, no podría haber sobrevivido al asalto de las tropas alemanas si no hubiera recibido una caravana gigantesca de apoyo económico y de material de guerra, desde su eterno adversario.

"Emergió como la figura clave en la alianza Reino Unido-URSS-EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial y sentó las bases para la creación de la Organización de Naciones Unidas", señala Morgan.

A Roosevelt y otros gobernantes norteamericanos se suman una larga lista de grandes líderes de la historia, algunos exitosos en los objetivos que buscaban y otros en los resultados que tuvieron respecto de una gestión global, más amplios y también de gran aporte al desarrollo de nuestra sociedad. De una u otra forma fueron participantes activos en la creación de la sociedad occidental de la cual somos herederos. Sin embargo, en el desarrollo de la humanidad encontramos a Alejandro Magno, Julio César, Cleopatra VII, Gengis Khan, Isabel I de Inglaterra, Catalina II de Rusia y una larga lista incluidos aquellos que, como Gengis Khan, son cuestionados y su conocimiento se basa más en aspectos malos que buenos, pero sin ninguna duda Khan tiene otras facetas que marcaron el futuro tanto en Occidente como en Oriente, por lo que su legado es necesario reconocer.

En los líderes es posible destacar al menos 5 factores comunes, como son la visión, que implica tener un plan de futuro, una meta a mediano o largo plazo que perseguir y comunicar a los demás para que ellos puedan asumirla como propia, el carisma, por cuanto deben ser capaces de convencer a los demás, o sea, de sumarlos a su causa y transmitirles la visión de futuro del país, de la tribu o de la empresa que están intentando construir, la autoconfianza, es decir, deben creer en sí mismos y en su causa, no solo porque deben estar dispuestos a hacer sacrificios y esforzarse para conseguirla, sino también para inspirar a los demás a hacer lo mismo, la determinación, porque deben estar dispuestos a actuar sin titubeos y sin dudas que hagan a sus seguidores cuestionar su liderazgo o dudar de sus intenciones. Los grandes líderes han estado siempre dispuestos a aprovechar ese momento, y la responsabilidad, por cuanto deben cargar el peso de su liderazgo sobre los hombros, lo cual rara vez es una tarea sencilla, pero aun así deben dar siempre la cara y estar al frente, asumiendo las decisiones con plena valentía.

Vamos con el análisis.

Hace unos días sufrimos una gran tragedia y también una muerte inesperada.

El gran incendio en la Región de Valparaíso golpeó a toda la comunidad sin ninguna duda. La muerte del ex Presidente golpeó a su familia, a su entorno, a sus seguidores y a todo ser humano de bien que respeta la vida. Quienes se alegran por una muerte deben recibir ayuda para determinar si realmente pertenecen a la especie.

Un gran líder debe tener las condiciones que mencionábamos, de lo contrario arriesga que su legado se diluya en la discusión y evaluaciones partidistas donde, a todas luces, le serán cobradas aquellas decisiones que afectan dolorosamente a una parte mayoritaria o minoritaria de la población. Para los efectos da lo mismo.

Gracias a Dios, aparecen señales que vienen a mostrar una vela en un oscuro túnel. Lentamente esa luz está tomando fuerza a nivel mundial y ya ha hecho grandes presentaciones en espacios tan cuestionados como la ONU, el Foro de Davos y otras de sus incontables madrigueras, donde encuentran refugio dictadores y se aplaude a asesinos y terroristas.

El Salvador, en un 83 %, ha resuelto que su gobernante continúe desarrollando sus acertadas medidas, aquellas que han devuelto la tranquilidad y la seguridad a su gente, colocando a su país en un franco camino al desarrollo.

A ese joven gobernante sólo le bastó tomar las decisiones de sentido común, cumpliendo las características que requiere un gobernante y que, de paso, la mayoría quiere. En eso, no se puede pretender estar bien con Dios y con el diablo, decían nuestros viejos.

Nuestros líderes nacionales deben meditar muy bien sus siguientes pasos. La brisa libertaria real, no la venezolana, es la que sopla hoy en América. El partidismo político manipulador y sofocador de la voluntad del pueblo debe retroceder. Se asienta con profundidad y mucha evidencia un nuevo factor de libertad. Por toda nuestra América comienza a sentarse el factor Bukele.

.