Freddy Blanc Sperberg
Consejero Nacional PRCh


En una u otra circunstancia todos hemos escuchado el tema musical Bella Ciao, difundida tan profusamente en una excelente obra artística española titulada “La Casa de Papel”.

Sin embargo y más allá de la fonéticamente atractiva letra, cantada en italiano, y de su pegajosa melodía, la historia tras ella es una nebulosa de historia, política y sentido.

En su parte más conocida, Bella Ciao es el nombre de una canción adoptada como himno por la Resistencia partisana italiana durante la Segunda Guerra Mundial, pero ha acompañado generaciones mostrando su vigencia.

El uso político dado al tema ha marcado también su destino, pero veamos antecedentes al respecto.

La letra habla de un varón que da un mensaje a alguien o algo, sólo dice Bella, bella en español, pero no especifica si habla a una dama, a la vida, a la patria o a la libertad. La imaginación juega su parte en ello. El punto es que ese joven manifiesta su intención de unirse a los Partisanos, la resistencia italiana a la dictadura de Benito Mussolini, y que está dispuesto a morir por la libertad.

Una mañana, me he despertado, O bella adiós, bella adiós, bella adiós, adiós, adiós. Una Mañana, me he despertado, y he descubierto al invasor. ¡Oh! Partisano, me voy contigo, O bella adiós, bella adiós, bella adiós, adiós, adiós. ¡Oh! Partisano, me voy contigo, porque me siento aquí morir. Si yo muero como Partisano, O bella adiós, bella adiós, bella adiós, adiós, adiós. Si yo muero como Partisano, tú me debes sepultar. Cava una fosa en la montaña, O bella adiós, bella adiós, bella adiós, adiós, adiós. Cava una fosa en la montaña, bajo la sombra de una bella flor. Toda la gente, cuando pase, O bella adiós, bella adiós, bella adiós, adiós, adiós. Y la gente, cuando pase, me dirán "¡Que bella flor!" Esta es la flor, del Partisano, O bella adiós, bella adiós, bella adiós, adiós, adiós. Esta es la flor del Partisano, muerto por la libertad.

Tal como se difundió hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, es entonces un himno libertario que evoca la resistencia y la dignidad de quienes luchan contra la opresión. Es un llamado a los camaradas y simpatizantes de una causa, a todos los que comparten el sino de la opresión del régimen, por lo que representa tanto el anhelo de libertad como la vocación de lucha y la participación activa en el proceso de su construcción. El tema se constituye en fuente de inspiración para aquellos que emprenden causas que desafían el orden establecido.

No se sabe a ciencia cierta quién es el autor de la letra de Bella Ciao en su versión revolucionaria, que es la más difundida. Como suele ocurrir en la cultura popular, el anonimato hizo de las suyas y nos ha ocultado esa información, al menos por el momento.

La caída del fascismo en Italia llegó el día 28 de abril de 1945, cuando la Resistencia interceptó y fusiló a Mussolini y a su amante. Caído el fascismo, hubo necesidad de unificar las voluntades dentro del proceso de reconstrucción. Bella Ciao, con su texto amplio e incluyente, hizo su entrada definitiva como símbolo de una resistencia victoriosa, como lo fue el tema Libre, del genial cantautor español Nino Bravo, fallecido trágicamente hace muchos años.

La hipótesis más aceptada sobre el origen de Bella Ciao sostiene que proviene de una canción judía grabada por primera vez en Nueva York en 1919 por un acordeonista ucraniano, quien la llevaría a Italia en los años siguientes. En el proceso de difusión habría sufrido algunas modificaciones.

Otra de las hipótesis sugiere que la canción habría sido una adaptación de un canto popular de las mondinas o trabajadoras de campos de arroz en el norte de Italia, y que se remontaría al siglo XIX.

Pero, todo parece indicar que la letra de esta versión fue escrita entre 1951 y 1952 por Vasco Scansani di Gualtieri, echando por tierra esa hipótesis.

Vamos con el análisis.

Aparte de la hermosa melodía y la ya mencionada fonéticamente atractiva letra, Bella Ciao se ha transformado en un elemento bastante manipulado por la izquierda ideológica a través del mundo, aun cuando su origen y sentido parece ir en la dirección contraria. No debemos olvidar que los regímenes que, supuestamente, dieron origen al tema o le dio fama, eran justamente socialistas y autoritarios, al mejor estilo de la izquierda, aunque la izquierda pretenda mañosamente establecer que Mussolini era de derecha. Sin embargo, el fascismo se caracteriza principalmente por ser un régimen dictatorial, sin oposición y considera la liquidación de los enemigos políticos. Dice la definición que el fascismo pretende la exaltación del Estado sobre los intereses individuales: “todo en el Estado, todo por el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”. Eso es marxismo puro y duro y no guarda ninguna relación con el concepto libertario y de identidad y acción propia de los individuos, con autodeterminación, como expresa la letra de Bella Ciao.

Así, en la eterna estrategia de los principios revolucionarios, en la que juega papel preponderante la cultura, la izquierda internacional ha utilizado también el tema para fines propios pretendiendo, a su través, ocultar sus nefastos y criminales objetivos bajo un pegajoso y hermoso tema libertario.

En esa batalla cultural de copamiento en las artes, quienes pregonamos los conceptos de libertad hemos cedido mucho terreno. No hemos sabido reaccionar a esa aplastante sonajera revolucionaria que, pareciera, desplaza todo lo basado en el sentido común y aplasta toda visión, audición, sensación y emoción, anulando el pensamiento crítico.

Súmese a ello ese inducido sentimiento de culpa que ha arrinconado a nuestros líderes, haciéndolos mutar y “negociar” sus principios y valores, perdiendo con ello la fortaleza para defender su historia, el legado de la sociedad occidental y su propia existencia.

Arriba los ánimos, abramos los ojos, apretemos los cinturones y marchemos a incorporarnos también a la lucha de esos antiguos Partisanos. Por la libertad, está más que justificado que hagamos también nuestro el precioso tema Bella Ciao.

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