Freddy Blanc Sperberg
Consejero Nacional PRCh
Doy gracias a Dios por haberme premiado con tan grandes amigos, atentos y generosos y con la capacidad de querer aportar, con sus conocimientos y experiencias, a generar uno de los más grandes valores de la sociedad, su cultura.
La cultura en realidad ha resultado bastante esquiva para las nuevas generaciones, dado que los programas de estudio están basados más bien en ideología que en filosofía. La filosofía es la cuna del pensamiento crítico, desarrollando la capacidad de análisis que cada uno de nosotros requerimos para transitar por la nuestra sociedad siendo un real aporte.
Con la debida autorización de don Mario Ríos Santander, me permito reproducir y comentar partes importantes de un texto de su autoría, que me hizo llegar, pues lo consideré de tan relevante trascendencia, dados los aciagos tiempos que vivimos, que estimé de un egoísmo inaceptable no difundir y comentar su contenido.
Contrario a lo que muchos creen, ya son 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) por la Asamblea General ONU.
No son, y nunca lo fueron, nacidos, redactados ni ejercidos desde el marxismo y su vía de reducción utilitaria y apropiadora, propia del falaz constructo de las Izquierdas, muy especialmente dentro de Iberoamérica.
Concluida la guerra en Europa luego de la WWII, el día 26 Junio de 1945, en San Francisco (USA) se firmó la Carta de la ONU, entrando en vigor el 24 de Octubre de ese mismo año, cuyo fin era preservar la paz y seguridad y estableciendo un orden internacional nuevo, con respeto y cooperación entre los Estados, para mejor proteger a la convivencia civilizada y a las personas.
Se creó así un Sistema con la organización de Naciones Unidas propiamente tal y con agencias especializadas. Ante la barbarie vivida, y los millones de muertos y heridos, de viudas, huérfanos y lisiados de las WWI y WWII, se creó también una Comisión para redactar y proponer un Acuerdo fundamental sobre Derechos Humanos, Comisión que fue presidida por Eleanor Roosevelt, viuda del recientemente fallecido ex-Presidente norteamericano Franklin Délano Roosevelt, junto a 8 miembros más que fueron China, como una República previa al triunfo marxista de la revolución Maoísta, del Reino Unido, de Francia, de Estados Unidos de América, de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, de Australia, de Canadá, de El Líbano y también de nuestro amado Chile, recayendo el honor de ser titular de nuestro país en la Comisión el embajador Hernán Santa Cruz, nacido en Santiago el 08 de febrero de 1906 y fallecido también en Santiago dos días después de su cumpleaños, pero en el año 1999. Abogado y diplomático, tuvo la tarea de ser el primer delegado de Chile ante las Naciones unidas y uno de los nueve redactores originales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, uno de los más relevantes de la humanidad.
Embajador Permanente de Chile ante las NU entre los años 1946 y 1953 durante los Gobiernos de Gabriel González Videla y del Gral. Carlos Ibáñez del Campo, en 1967 volvió a ser embajador de Chile ante la ONU en Ginebra, nombrado por el Presidente Eduardo Freí Montalva siendo, además, ratificado por el Presidente Allende durante su mandato. Luego, en 1973 fue SubDirector de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, más conocida por su sigla como FAO.
Aunque a algunos algo no le cuadre, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, comunista y único país marxista parte del Comité redactor, que al votar la Declaración los 56 Estados Miembros en la Tercera Asamblea General de 1948, no la aprobó, limitándose a abstenerse.
De la básica Declaración Universal de Derechos Hmanos de Naciones Unidas derivaron varias otras convenciones, como ser la de los derechos políticos y sociales, la del niño, de la mujer, de las personas con discapacidad y de no discriminación, entre otras.
Vale la pena conocer algo de ellas, porque en verdad carecen del sesgo y manoseo de la interpretación reduccionista que los neomarxistas hacen, para tomar lo que les sirve, torcerlo y usarlo en su beneficio.
El proyecto de nueva Constitución de Chile incorpora en su texto a todos y cada uno los derechos humanos que existen en esos instrumentos ya ratificados por Chile, por el Gobierno y en el Congreso, como ley, de modo que, en este aspecto, pone al día el antiguo texto de la Constitución de 1980 y la versión Lagos 2005, la que ya contenía los Derechos Humanos de la Primera Declaración, porque eso nunca se tocó y así fueron incluidos en su momento por Jaime Guzmán Errázuriz, líder del grupo redactor y fundador de la UDI.
Los Derechos Humanos en su texto, hacen de ella una buena Constitución, demostrando así que los marxistas no son ni los inspiradores ni los redactores y están muy lejos de ser los genios que pensaron en ello por primera vez, máxime si en su primera intervención ya estaban nadando contra la corriente del mundo que buscaba señales, más fuertes y claras, de civilización. Así, tampoco son los dueños del avance civilizatorio del que tanto alarde hace. Por el contrario, los actos registrados en todas las dictaduras rojas han violado con suma barbarie y violencia, sistemáticamente, los derechos humanos de las personas, y así lo hizo también Salvador Allende.
La bandera de los DD.HH. de 1948 fue y es nuestra, levantada contra el totalitarismo y el nazismo ya vencido, por una gran mujer inspiradora, Eleanor Roosevelt, cuando un chileno diplomático de carrera y alto vuelo, puso a Chile en una cúspide mundial participando y representándonos en el verdadero ORIGEN DE LOS DERECHOS HUMANOS.
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