Freddy Blanc
Consejero Nacional PRCh
Esa célebre frase atribuida al rey Agamenón mencionada por Homero en su libro La Ilíada y que relata los sucesos de la guerra de Troya quien, tras 10 años de intentar conquistar la ciudad, de la muerte de su hermano y el deseo de borrar de la historia a los Troyanos, luego de entrar a la ciudad con el famoso engaño del caballo ordenó quemarlo todo. Según Homero, la ciudad fue destruida hasta los cimientos.
Julio César durante la guerra de las Galias decía: “No dejéis sin vuestra ayuda a los que por vuestra salvación se despreocuparon de su propio peligro, ni por vuestra estupidez y temeridad o por debilidad de ánimo humilléis a toda la Galia y la entreguéis a una esclavitud perpetua”.
La cita aduce a que la palabra imbécil proviene del término imbecillitate, palabra en latín usada por Julio César y se refiere en su origen a debilidad la que, con el tiempo, derivó a IMBÉCIL. En resumen y luego de analizar la palabra en sus orígenes etimológicos pareciera haber concordancia en que el término habla, definitivamente, de una persona débil cuya condición, por el sólo hecho de serlo, es decir ser débil o imbécil, no implicaba mayor importancia entre los demás ciudadanos. Sin embargo, decía Cicerón ante un Tribunal lo siguiente: “Pero es de tal forma, jueces, que, si dieras una espada a un niño pequeño o a un anciano tembloroso o débil, él mismo no podría dañar a nadie con su ataque; pero, si se acercara al cuerpo desnudo de un hombre, incluso fortísimo, podría herir con la propia punta y la inercia del arma”.
La verdad es que junto con ilustrarnos un poco dejamos sentadas las bases del análisis de hoy.
¿Vale la pena preguntarse con cuántos débiles, o imbéciles según el origen, circulamos por nuestras calles y convivimos diariamente? La verdad es que no. La pregunta del millón de dólares es cuántos de ellos tienen una espada en la mano.
Sólo mirando a autoridades y otros, vemos con estupor que son demasiados los que tienen colgando sobre nosotros una verdadera espada, listos para herirnos. Son realmente débiles algunos y otros no tanto, pero el daño lo harán igual. Algunos de ellos se pavonean por todos lados portando el peligro, indiferentes a quienes saldrán heridos.
Los débiles, o imbéciles, han mostrado sus caras y, la verdad sea dicha, están en todos lados, izquierda y derecha portan armas suficientes para someternos a una verdadera esclavitud.
Hace años que la Unión Europea condenó al comunismo y lo puso a la altura del nazismo. Hombres, mujeres, niños y ancianos fueron víctimas de ambas ideologías. En Chile no se habla de ello. Como acusaba Julio César, “ni por vuestra estupidez y temeridad o por debilidad de ánimo humilléis a toda la Galia y la entreguéis a una esclavitud perpetua”.
Comparar dos muertes, la de un terrorista confeso y la de un anciano que prefirió morir antes que caer en la esclavitud dictada por el Poder Judicial, es entrar de inmediato en el rango del débil, o imbécil, que porta la espada. Ese mismo débil, o imbécil, olvida que su referente Salvador Allende también eligió idéntico camino, así como su nieto y también la madre de la actual Ministra de Defensa. Ninguno de esos actos ha sido ni será cuestionado por gente que no sea realmente un débil, o un imbécil, porque se tiene que ser muy lelo para hablar con el corazón lleno de odio. Dos Larraínes tienen estas historias, uno como chapa, otro como ex Ministro de Justicia, silencioso, agazapado en su cuartel de invierno.
Las miradas podrán ser diferentes, pero la historia es una sola.
Al funeral de uno irán hordas de gente violenta, resentidos desde nacimiento, odiadores de la civilización en la que viven, envidiosos de los éxitos de los demás, apátridas sin identidad, fanáticos de una ideología de muerte y destrucción, capaces de generar todo tipo de mentiras y embustes para engañar a su propia gente, haciéndoles creer en la dignidad entregada por el hombre, disfrazando con ello la dependencia y esclavitud del humano a su servicio, el que caerá sin condición, sin dignidad, sin esperanza, sólo hambre y, quizás, arrepentimiento, pero será tarde. Al del otro, una familia y unos pocos sobrevivientes y valientes amigos.
Quienes creen o confían en hordas ideológicas y repiten una y otra vez sus errores, también son parte de los denominados débiles o imbéciles. Podrán hacerse los tocados con electricidad por las palabras del débil presidente, pero no pueden, ni lo permitiremos, que olviden que son ellos responsables de la crisis en que nos encontramos. Ellos, con sus políticas y estrategias fracasadas, son quienes pusieron la espada en las manos de un débil. Ellos son quienes han permitido que se horaden los muros que protegían la democracia, con su fracasada política de acuerdos y negociaciones. Ya lo dijimos una vez, la verdad, los principios, los valores y Chile no se transa. Pero son débiles, o imbéciles según los romanos, y se rindieron cada vez que se sentaron con quien desea destruirlos. No se le hace cariño a un escorpión. Peor aún, los escorpiones no tienen mascotas. Con la izquierda no se negocia porque ellos no tienen nada que entregar a cambio. En los 33 años de presidentes de izquierda y demócratas cristianos, ¿cuántas veces la derecha débil logró un paso ante el comunismo? Nunca. Sólo con la llegada al Congreso de gente con valor logró que se mostrara los dientes a una izquierda vociferante, amedrentadora y violenta, para frenar su avance totalitario y esclavizador, mientras otros débiles, o imbéciles, incluso se atreven a defenderlos y justificarlos.
Desgraciadamente los tiempos apremian y la metástasis está muy avanzada.
Mientras los fraudes económicos de MOP GATE, EFE, IM de Santiago, IM de Providencia, mientras los fraudes electorales se diluyen en el tiempo como el Notario muerto ya olvidado, como los fondos irregulares obtenidos en un yate en la bahía de Nueva York, como las colusiones, como Soquimich, como Lava Jato y tantos otros casos, idéntico camino tomarán los casos fundaciones, el terrorismo, la delincuencia, las Isapres, los fondos de pensiones y tantos más. Nada que afecte a los ciudadanos importan a las cúpulas.
Mientras una Ministra pelea por un 2 o un 3% de cotización adicional, que es sólo la guinda, la izquierda hambrienta se soba las manos pensando en la torta, los 150.000 millones de dólares que conforman los fondos, y los débiles, o imbéciles, aún concurren a seguir negociando. Nada de real interés para los ciudadanos importan a las cúpulas.
Nadie parece percibir que lo aprobado en el Congreso respecto de la “legítima defensa privilegiada” habla de la inoperancia del Poder Judicial y del Ministerio Público. Si hicieran su trabajo esa ley no tendría sentido. Pero el Poder Judicial ha sido desde siempre parte del problema, no de la solución. Lo fue con Frei padre, lo fue con Allende, lo fue con el Gobierno Militar y lo sigue siendo hoy. Como el Poder Judicial no te defiende, te autorizo a que te defiendas solo. ¿Se entiende? Te autorizo a que seas tú quien imponga el estado de derecho. Esa es la lectura correcta. Esto no es un enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso, es una declaración abierta del Congreso contra el Poder Judicial y su complicidad con el Ejecutivo, comprometidos en lo ideológico. Por eso querían desarmar a la población, para que no tuviera nada con qué defender sus bienes. Ya lo hizo Castro en Cuba, Stalin en Rusia, Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela. En los países libres las armas no son un problema. La izquierda siempre desarma a quienes no desean matar a nadie, pero a los delincuentes les da chipe libre. La Justicia es parte del problema. Nada que afecte a los ciudadanos les interesa a las cúpulas.
Marcel, el más peligroso de todos, dice que necesitan aumentar los impuestos, pero resulta que se les acabó toda la plata y sin implementar ninguna de las promesas de campaña, y los débiles, o imbéciles, aún pretenden seguir negociando. ¿Dónde están esos miles de millones entregados a fundaciones de izquierda revolucionaria? ¿Qué oculta el Ministro Montes que pidió sesión secreta en la Cámara? ¿Qué es lo que no quieren que sepan los chilenos? ¿Por qué Montes dice que ve difícil que se recuperen las platas? ¿Y dónde queda la responsabilidad de los que facilitaron todo? ¿Qué hay de cierto en que dineros otorgados por el Gobernador Vallespín fueron derivados al Presidente y a su círculo cercano, además del trucho ex candidato presidencial de la izquierda? ¿Qué hay de cierto en las declaraciones de Camila Pollizzi? Mientras la Diputada Catalina Pérez pasa piola con el temazo de las fundaciones en el norte, el Poder Judicial desaforó a la Diputada Cordero por decir que la Senadora no está completamente ciega. ¿Lo entiende usted? Algo no calza con el sentido común. Nada que preocupe a los ciudadanos interesa a las cúpulas.
Lo he dicho muchas veces, la verdad sólo le duele a quien tiene algo que esconder.
Como en 1973, las FFAA y de Orden se debaten en un oleaje político. Mientras unos los atacan, otros pretenden utilizarlos, otros no los defienden y sólo unos pocos sacan la voz por ellos, pero el manoseo termina siempre por destruir las cosas. Ver a los altos mandos humillados, duele. Esos hombres no merecen estar nuevamente en la sucia cocina de los políticos débiles, o imbéciles según los romanos.
Mientras el débil presidente y sus huestes hacen y deshacen con el país, otros débiles hacen un infantil berrinche, pero ni siquiera lo acusan con la mamá.
Las militancias de esas cúpulas de débiles deben sumarse a las verdaderas fuerzas de defensa de nuestra patria. Se acabó el tiempo y ya se ha perdonado bastante los eternos errores y continuos fracasos estratégicos. Es hora de cambiar de rumbo. Gente buena con esperanza y fe ciega taparon las señales y desoyeron las advertencias que muchos hicimos. Hoy, más que nunca, es necesario entender que las lealtades mal entendidas nos trajeron hasta aquí. Ellos no se van a aburrir, es necesario que lo hagan ustedes.
Está todo tan podrido, hundido en la corrupción, que ninguna institución se salva del olor a putrefacción, ninguna.
Tenemos la corrupción instalada en el Estado de Chile, capturada por gente débil, imbéciles según los romanos, sinvergüenzas y depredadores de su propia gente, mentirosos a nivel supremo y necesitamos volver a sembrar, a construir y mirar el futuro. A veces, con dolor, pienso que la Senadora Campillai tenía razón cuando llamaba a quemarlo todo. Cuando los fértiles campos del hombre trabajador y bien intencionado, de la mujer de esfuerzo y de la pareja amante de su familia están saturados de maleza, a veces es necesario que ARDA TROYA.
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