7 de abril de 2023 

 

 

 

 

Francisco Bartolucci Johnston
Abogado y profesor de Derecho.


Bien se ha dicho, que en nuestro tiempo el verdadero enemigo de la libertad no es el comunismo, ni el socialismo; es el Progresismo. El comunismo es directo, es violento, lo conocemos y lo hemos derrotado; el socialismo y sus fracasadas recetas, que también conocemos y hemos experimentado, podemos denunciarlo y oponerle una doctrina libertaria que logre detener las ansias de estatismo que lo inspira; el progresismo, en cambio, es parsimonioso, solapado, se va infiltrando en la sociedad casi de manera imperceptible para cambiar nuestras mentes destruyendo o reemplazando lo que siempre hemos abrazado: nuestros valores, nuestros sentimientos, nuestra religión, nuestra manera de entender la vida, la familia, la patria, la sociedad y la historia.

El Progresismo es un programa de deconstrucción, de vaciamiento, de borrarlo todo para escribir un nuevo argumento que reemplace aquel valórico y cultural que nos ha dado identidad y sustento en la historia como parte de lo que llamamos la cultura judeo-cristiana –occidental, y en nuestro caso la impronta que nos define como chilenos. Se trata de una mutación cultural que dará lugar a nuevos “paradigmas” que permitirán dar rumbo a una nueva sociedad mundial sin valores ni principios, tan solo con reglas mínimas a respetar que serán impuestas por el Nuevo Orden Mundial.

Esta sociedad, desde luego, no será más libre, si no más dominada. Pero esa dominación –  de los nuevos iluminatis – no será por la fuerza de las armas o de la violencia física, porque ya no será necesario: dominarán las mentes al imprimir en ellas las categorías de pensamiento que ellos han definido y a las cuales se debe adscribir, e impondrán los cánones de vida que se deben respetar para ser parte de la sociedad global y aceptado en ella. Ya no habrá fuerza o atrevimiento para reclamar un pensamiento libre y el derecho de cada cual a vivir su propia vida. Las nuevas generaciones se entregarán a vivir la vida que en sus mentes y corazones han impreso los nuevos amos del mundo. Tal es el programa y para ello: “la cultura es todo” proclamó Gramsci.

El Progresismo está vigente en todos los continentes con el mismo programa de dominación. Presente en Gobiernos, partidos, movimientos y dirigentes políticos; en Organismos Internacionales de naturaleza política, educacional, de la salud, económicos, culturales y otros; en una infinidad de ONG generosamente financiadas y apoyado en los grandes capitales transnacionales y fortunas personales de los más ricos  y poderosos del mundo, va desplegando sus postulados de deconstrucción que restarán a occidente los valores y principios que forman su identidad y le sirven de escudo moral y espiritual, para entonces, ya vacío, entregarse  al nuevo Dios del mundo moderno: el Gobierno Global de los poderos y su nueva forma de dominación construida bajo la bandera del Progresismo y sus atractivos y engañosos postulados.

El Progresismo, su programa y sus agentes están poderosamente instalados en nuestro país al que han elegido y definido como un laboratorio en América Latina para su experimento y trabajan decididamente en todos los ámbitos de nuestra sociedad – especialmente en los de la educación y la cultura y los niños y la juventud – para vaciarnos de aquellos valores que vivieron, practicaron, respetaron y nos legaron los veteres y que nos han dado la identidad y el orgullo de ser chilenos. Una vez deconstruidos y cuando se haya derribado en nuestras mentes y corazones la trilogía Dios, Patria y Familia, que por siempre sustentaron esta Nación, entonces no quedará broquel alguno y casi sin advertirlo tú, yo, ese y aquel pasaremos a ser siervos de la Sociedad Global y del Nuevo Orden Mundial.

Fuente: https://www.diarioconstitucional.cl/cartas-al-director/el-progresismo-el-verdadero-enemigo/

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