Claudio Moran Ibáñez


“Frente al supermercado Tottus en Viña del Mar, se quemó todo, pero no siento el olor a humo, lo tapa el olor a cuerpos”, me decía una colega de esa ciudad con la que conversé después de un artículo anterior, en que me referí a los 300 desaparecidos de los incendios, y que, no hay que ser un genio para saber que están muertos y no encontrados. Acaso familias completas, o personas solas a quienes nadie busca. Ningún detenido, pero nadie puede negar la intencionalidad, preparación y organización de los siniestros. Más de 400 chilenos asesinados de forma brutal, pero cerca de sus cadáveres se realizó -era que no- el festival de la canción. Las que habrían sido noticias permanentes de las tragedias, y acaso habrían constatado la utilización de armas incendiarias, la “oportuna” muerte de un ex presidente en el momento preciso, dobló la página en lo inmediato, pese a la permanencia de incendios intencionales en otras varias regiones, para pasar entremedio de los muertos viñamarinos diarios, que ya no son noticia, al secuestro con homicidio del ex teniente venezolano.

Los medios abiertos sencillamente se niegan a utilizar ciertas palabras y conceptos de lo que ocurre en nuestro país, la ilación lógica de todos estos sucesos y del evidente desmoronamiento de cada institución y actividades. Pero no solo ellos, la casta política también mantiene prohibición del uso de ciertas palabras y conceptos; “revolución”. “Globalismo”, “nuevo orden mundial”, “estado fallido” son solo algunos de ellos. Entonces, casi da risa cuando ya están ocupados en candidaturas, sin saber para qué, sólo es llegar a los cargos, sin ideas, sin proyectos y sin saber que ni cómo hacer para abordar siquiera el drama histórico que sufrimos. Al contrario, siguen todos pendientes de las encuestas semanales, realmente no saben por qué, así evaden la realidad. Y este verano que ya termina al menos en el calendario, nos ha demostrado que el estado de Chile no es capaz de proteger a sus habitantes, en caso alguno, en lo más básico que es la vida, menos en solucionar al pueblo los efectos de los desastres que enemigos del país cran desde adentro. Hoy en Chile se mata a quienes se opongan a los designios de intereses foráneos, derechamente políticos como los de Venezuela y su régimen asesino, como los del crimen organizado capitaneado por el “tren de Aragua”, también dirigido desde Venezuela, país que internacionalmente se le considera un “narco-estado”, con un cuerpo de 2.000 generales altamente corruptos que constituyen un cartel oficial de trafico de drogas y ganan millones al amparo del gobierno “chavista”, es decir, que está vinculado a las organizaciones criminales y también al terrorismo mundial con convenios abiertos con Irán. El régimen venezolano esta indesmentiblemente vinculado al partido comunista chileno también. No se podría jamás decir que el gobierno venezolano hoy, es un gobierno “decente”, pero con él va a hacer un “convenio” de dudosa legalidad y alcance, el subsecretario del Interior, y pocos días después ocurren los incendios masivos premeditados y el secuestro y asesinato del teniente Ojeda. No hay que ser ni muy suspicaz ni inteligente para entender lo que está ocurriendo, y alguien podría decir “no lo sabemos”, es que tampoco se quiere saber públicamente, ya que la única reacción posible de un país decente contra otro que viola su soberanía y lo agrede, es la ruptura de relaciones diplomáticas y una declaración de guerra. Pero en este país de cobardes, nadie quiere, mejor que no se sepa, que sigan matando chilenos y extranjeros, ya lo taparemos de alguna forma.

Alguien me decía que este era el peor momento del gobierno de Boric: permítanme disentir, es el mejor momento. Porque al común de la gente todavía le cuesta entender que este “gobierno” no vino a gobernar sino a concretar una revolución política que, sobre bases culturales trabajadas por años, crea un nuevo orden político socialista y globalista, supeditado a la agenda 2030. Este es su mejor momento porque, a pesar del descalabro total y creciente, incluidas las muertes de centenares y una inseguridad cada día peor, el 30% de aprobación no baja y lo mejor, nadie dice ni hace nada al ver cómo Chile se desmorona. Al contrario, todo lo simplifican queriendo creer que el término de este período de gobierno será el inicio de buenos tiempos. ¡Craso error nuevamente!

La revolución ha horadado los cimientos institucionales, en todos los ámbitos. Y lo más grave, ha producido una creciente aceptación en los segmentos juveniles ABC1 de los que proviene Boric y la mayoría de sus “próceres”. Si a esto sumamos un contingente creciente de jóvenes profesionales talentosos que se están yendo de Chile asqueados por estas situaciones, tenemos estadísticamente una “generación perdida” a la cual podrían seguir otras en medio de la incultura, la ineducación y carencia de valores básicos que jamás se transmitieron. Por eso me he atrevido a hablar de la extinción de la nación chilena, sustituida por ya millones de inmigrantes innecesarios e inconvenientes que no paran de llegar porque el dogma de fe del gobierno es “fronteras abiertas”, hay demasiados chilenos como dijo Boric.

Ahora, las llamadas “derechas”, como si lloviera, están abocadas a las candidaturas, para ganar el máximo posible de cargos, y me pregunto, ¿para qué? Sin ideas, sin proyectos, con miedo, sino pánico, es imposible que hagan un gobierno capaz de contrarrestar esta marea revolucionaria que tiene la “gracia” que creció sin ser gobierno, y seguirá imponiéndose, aunque dejen de serlo. Un nuevo gobierno así, “de derecha” puede causar más mal que bien, máxime porque si lo informan las mismas personas indefinidas y temerosas que ya fueron gobierno y fracasaron, solo generaran más fracaso en un país que ya no soporta más. Y están engañando a la población ya desesperada, haciéndoles creer que todo el problema se resuelve sacando a Boric y pandilla del gobierno, cuando acaso eso solo dará más bríos a una revolución que, como toda revolución, no es democrática, no respeta ni la voluntad popular verdadera, ni su cultura, ni valores, porque de eso se trata una revolución, de cambiar la clase dirigente de un país por la de otra cosmovisión, y en eso están, igual que Stalin que cimentó así la revolución soviética, reemplazando a los bolcheviques por la “nomenklatura” (con K, no es español).Y en eso están, cada ministerio es un semillero de una nueva cofradía gobernante que se apodera de cargos ,dineros y políticas, es lo que ocurrió realmente en el Ministerio de Vivienda, con las Fundaciones, es lo que está pasando en la Cancillería en que un grupo de nivel medio están apoderándose de cargos en el exterior y toman las decisiones, también con vínculos con Venezuela, mientras en estos y otros casos de otros ministerios, los ministros son meras piezas de adorno. Es un juego de ajedrez en que van tomando posiciones subterráneamente.

Dijimos que impacta la banalidad con que la clase política no enfrenta los problemas, no los comprende y prefiere no saber, e inocula a la población que “es mejor no saber” la verdad. Las palabras y conceptos que evidencian la situación verdadera fueron eliminados del léxico, nadie dice revolución, ni agenda ONU, ni multilateralismo, Foro de Sao Paulo, Gobierno mundial, ni menos dice asesinato de los muertos en incendios intencionales. Es que en definitiva la revolución como la que sufrimos, mucho mejor hecha para no repetir el fracaso de Allende, es como ese concepto medioeval del robo en despoblado: “la bolsa o la vida”. Pero en la bolsa no solo van las monedas, también la libertad y todos los demás derechos. La quitan, y después igual quitan la vida. Sí, pero cada día se percibe más, Chile tiene miedo, porque está desamparado, nadie defiende ni a Chile ni a los chilenos, estado fallido de una nación que se extingue irremisiblemente.

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