Claudio Moran Ibáñez


Aunque han pasado sólo días desde el plebiscito constitucional, dramáticamente y a diario se nos viene encima la evidencia que la constitución nunca fue el problema, y que después de aquel último e inconsulto plebiscito, cualquiera hubiera sido el resultado, los verdaderos problemas seguirían incrementándose. Es que nuestro país sufre una grave enfermedad de la que solo empeora porque se observan sus efectos, pero la mayoría hace vista gorda de las causas. Así, la enfermedad nos está matando como nación.

En lo personal nunca ha tenido mi devoción, creo que actuaciones ridículas como hacer  pintar colores LGTBI+ en autos patrulla, o usar  un chaleco de “agentes de dialogo” a policías de verdad, no corresponden, pero claro, salvarse es lo primero para un funcionario, no ser removido, y lo logró en medio de una fortísima campaña y decisión de hacer desaparecer a carabineros como institución, como directamente lo planteaba la izquierda hasta su desastre de septiembre de 2022. Pero después de esa fecha y gracias a respaldo que la derecha light le brindó al gobierno en vez de negociar su salida y reemplazo, el paradigma de terminar con una institución policial que por tradición y formación, su lema “orden y patria”, está reñida en su esencia con “Desorden y Globalismo”. Podrá haber adhesión de conveniencia de algunos funcionarios sobre todo generales a un gobierno como este, pero la “ideología” de los carabineros está en las antípodas de los dogmas de la revolución que -no se olvide- tenemos en Chile declarada hace más de cuatro años. Pero de ahí a llegar a considerar algún viso de juridicidad en la formalización del general Ricardo Yáñez en razón de cargo y mando, es un verdadero auto de procesamiento a la institución de Carabineros de Chile y a lo que representa. Y demuestra que el proceso deconstructivo globalista de nuestro país no se ha detenido ni un momento por ambos fracasos constituyentes.

El mensaje implícito en la formalización que piden los cuestionados fiscales del director de Carabineros, se hace en un país con fronteras abiertas, con crecientes índices criminales con homicidios diarios, secuestros, sicariato, terrorismo, una corrupción galopante que corroe decididamente el tejido social, en que los delincuentes son indultados y premiados con pensiones de gracia. Es que la mala memoria sigue jugando en contra del país, cuando veo a parlamentarios de “derecha” y supuestamente contrarios a esta orientación anti policía, que perdieron de vista que “la revolución se hace con el lumpen” como dijo el hoy presidente, con el hampa, con los delincuentes como han sostenido marxistas de distintas épocas y lugares, y que el delincuente es víctima del sistema opresor que se está deconstruyendo, se constata que simplemente no se entiende la gravedad, el “zapato chino” en que está Chile y que no se solucionará en una elección próxima. En Chile sigue galopando una revolución, y su sustento es cultural, no jurídico-formal ni menos constitucional. Carabineros es el nexo visible permanente entre los ciudadanos y el Estado que se trata de deconstruir. El policía uniformado es el símbolo andante de aquel, el primer cortafuego contra el delito y la inseguridad, cuya mentalidad y lema es por el Orden y la Patria, siempre. Se les considera “agentes de propaganda” del régimen que destruyen. No puede haber “nuevo orden” con los agentes del “viejo orden” impidiéndolo, porque el golpe de Estado frustrado de octubre de 2019 fue  evitado precisamente por Carabineros: las FF.AA. no tuvieron intervención y no querrán tenerla gracias al encarcelamiento de sus efectivos de otra época, lo que daría para otra columna. Y porque conocían a Piñera, quien entregó el orden y la constitución para salvarse. Entonces, la deconstrucción cultural no puede hacerse con Carabineros, y si esa policía uniformada está limitada en uso y calidad de armas y equipamiento, no pueden impedir por la fuerza la entrada de inmigrantes, no pueden reprimir a vándalos y delincuentes, son destinados a rigurosos controles de transito con cerezas incluidas, pero al crimen y la delincuencia desatada no se le toca. El efecto demostración de esta “formalización” al director, será que ningún carabinero se atreverá a hacer nada de lo que la izquierda prohíbe, la sumisión será el logro.

Evidenciando que la ultra izquierda deconstructora hace rato penetró al Ministerio Publico, además del Poder Judicial y todas las instituciones del país en realidad, no es casual que actúen en esta maniobra el fiscal Armendáriz, casado con una militante de un partido de este gobierno, y la fiscal Chong, la misma que encarceló en bullado caso a un carabinero por reprimir manifestantes, que después quedo acreditado tecnológicamente no había sido así. La misma Chong que proclama al ser recusada, o sea impugnada por parcialidad, que la enemistad tiene que ser con personas naturales y no con personas jurídicas como Carabineros. Carabineros es el Estado, no otra persona, la animosidad es con la institución por razones ideológicas, y sus actuaciones sientan el nefasto precedente de un país que persigue a la Policía, no solo a “los policías”. Si se concreta esa formalización, el general Yáñez deberá dimitir por imagen, y seguramente el gobierno tendrá algo ya preparado. Esta todo coordinado, la fiscalía sacara a Yañez. Ninguna sorpresa en todo esto, pero ¿hasta cuándo la derecha seguirá tapando el sol con un dedo? Sabemos hay parlamentarios de derecha tan metidos con el globalismo, el “comunismo del siglo XXI” como la izquierda radical, pero seguir haciéndose los lesos con esta realidad, mientras siguen “acuchillando” a la derecha patriota que impidió que la derecha parlamentaria entregara constitucionalmente Chile al globalismo, es una felonía histórica, mucho me temo, irreparable. Esto de la policía uniformada y su arrastre a tribunales, es acaso el mayor síntoma de  debilitamiento de la estructura de valores. Los delincuentes y revolucionarios llevan a la justicia a la policía ¿Qué mayor triunfo? Es que tampoco esos “derechistas de video” y de “puntos de prensa” tienen claro que la libertad real del ciudadano está en la seguridad diaria en las calles y el hogar. Quien vive con miedo, no es libre, y de eso se trata, de acrecentar el miedo para que el ciudadano termine aceptando las imposiciones del totalitarismo del crimen que se impone en nuestro país, en que la policía es perseguida, y los delincuentes son víctimas. Ese es el triunfo globalista al que nos oponemos.

¿Quo vadis, Chile? No a la democracia ni a la libertad…de eso estoy seguro.

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