Claudio Moran Ibáñez


Hay situaciones que son inevitables, como el resultado del plebiscito del domingo 17 de diciembre. A los ojos profanos, se puede creer que sólo ganó la opción en contra, lo que aconteció no como exponente de los sectores de izquierda sino de un apoyo mayoritario y transversal del pueblo chileno, así, sin apellidos, hastiados de una casta política que ya es insoportable en su decadencia. A nadie le importaba el tema constitucional, salvo a aquellos que porfiadamente jugaron a establecer un proyecto que era inconveniente para el país, y jurídicamente muy malo, hasta de un lenguaje confuso y pobre. Pero, en realidad, no habría triunfado el en contra sin la conducción de esa campaña por sectores sindicados como “de derecha”. Ud. habrá notado que las izquierdas no han celebrado el supuesto “triunfo”, ¿no es así?

Sin embargo, a horas del triunfo del en contra, los mismos sectores de la derecha tradicional que promovieron aquel segundo proceso, ligados a Chile Vamos y a Piñera, han manifestado “estar disponibles” para cambios a la constitución, es decir, quedó en claro que siempre fue ese sector quienes promovieron desde 2019 los dos fracasados procesos, y crearon al segundo el “cuco” que, si no se aprobaba el segundo mamarracho, los cambios se harían en el Congreso. Mentira, y desinformación. La actual constitución ha sufrido no sé cuántas modificaciones, hasta los retiros de AFP, pero la gente lo olvida todo y se dejó intimidar por una campaña que claramente respondió a intereses inconfesables.

Resultaba patético observar cómo, en apariencia, esa derecha tradicional promovía el cambio constitucional que se le achaco a la izquierda como demanda violenta en 2019, en realidad el cambio fue la esencia de otro invento de Piñera en perjuicio de Chile. El otro error posterior fue reventar la economía nacional con el manejo globalista y desastroso de la llamada pandemia. Hasta el día de hoy  estamos pagando por ambos, empobrecidos. Ahora ha quedado claro que siempre el problema constitucional lo creó y condujo la derecha tradicional, con el agravante que se sumó Republicanos, que quedó simplemente como el ala derecha de Chile Vamos, que se corrió a la izquierda, y el proyecto que promovieron con apoyo millonario de algunos empresarios, era claramente globalista y socializante, pero  resultó increíble la incapacidad de muchos de entenderlo, se quedaron en el “castigo” al actual gobierno, que termina en dos años, dejando una constitución socialista globalista para cincuenta años mientras repudian a un gobierno socialista… Ninguna lógica.

Hay que enfrentar realidades. El esquema portaliano tradicional está superado. El sistema oligárquico de la derecha de negocios, apoyado por políticos, está reventando en el siglo XXI, y deberá ser al revés: los empresarios deberán apoyar proyectos políticos y no en su provecho personal y de negocios. Asimismo, tener en claro que se está produciendo cambios de paradigmas en la derecha, nace una nueva derecha, y esos cambios nunca vienen desde el “mare nostrum” de la misma derecha tradicional. Fue un error pensar que una persona venida de ese núcleo podía hacer un real cambio. Esos cambios están viniendo desde afuera y desde la periferia de la derecha, y la campaña lo demostró. Como en Argentina, una batalla cultural ganadora proyectara a “outsiders” al poder. Hoy las redes sociales son mucho más importantes que los medios tradicionales, la “franja” simplemente no importó a nadie. Y en esos medios digitales nuevos, apareció un contingente de personas de mejor nivel cultural, con valores muy claros, y que parten con repudiar el fenómeno globalista, la Agenda Onu 2030 y el Foro de Davos, son “patriotas” de claro tinte nacionalista y libertario. Al contrario, el globalismo es absolutamente soslayado por la derecha tradicional, y al cual denomino “el comunismo del siglo XXI”, y que ahoga la libertad y la conciencia de millones. Algunos de esos “youtubers” sufrieron amenazas y “funas”, además de insultos después del domingo 17. Es que esa vieja derecha percibe que se muere, aunque no es capaz de entender por qué. Ya no importa, será reemplazada, la gente quiere reemplazo total de la clase política, aunque sabemos de tantos intereses comprometidos, interna y externamente, porque Chile es hoy un país verdaderamente intervenido por fuerzas foráneas con una clase política cooptada por el globalismo. Vendrá-será inevitable-, un verdadero líder político-no un “candidato”- que conduzca una organización y cauce para este cambio de paradigmas y personas. El cambio  ya partió, quedó demostrado que sin dinero se pueden hacer grandes cosas, y que nada cabe esperar de esa derecha tradicional. Quizás será desde una región, desde puestos medios, desde la academia, en fin, el cambio vendrá de afuera por gente no contaminada por el sistema, que  se proyecta al futuro y no quiere seguir en el pasado.

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