Claudio Moran Ibáñez
Uno de los grandes mitos de nuestra pretendida democracia, es que es un sistema que da a los ciudadanos el derecho a elegir y ser elegidos. Nada más falso. Con distintos acentos, en toda nuestra historia republicana, existen solo dos estamentos, nosotros, los ciudadanos, y la clase política hoy devenida en casta, como originada en India. Nosotros, los ciudadanos en realidad somos de segunda clase: solo podemos votar lo que la casta política nos pone en una papeleta y así se dice que elegimos, no, solo votamos, pero por nosotros mismos no podemos llegar a ser elegidos en cargos de connotación electoral esa que integra la así llamada elite del país. No, para ingresar a la elite se requiere el apadrinamiento de los altos mandos de un partido, de poderosos empresarios, de poderes facticos en las sombras, internos o desde el exterior. Un simple ciudadano incluso con algunos recursos propios es casi imposible gane a los de la casta, o que después sobreviva. Todo dentro de la casta, nada fuera de ella, siempre serás de segunda clase, sino de tercera, y así hasta el día de hoy. Yo lo acepté hace años, asumo que pese a tener algunos estudios, conocimientos y experiencias de variado orden que aportar, uno no tiene cabida real en este esquema. Pero no sufro, solo observo a esa casta, tan versátil, como ocupan todos los cargos y posiciones, hasta las heredan a los hijos, es que deben tener un adn superior, pasan de un alto cargo a otro, cámara, senado, ministerios, embajadas, la pobreza desaparece de sus preocupaciones, si tuvieran que asumir la dirección de la Nasa lo harían, son tan capaces y preparados, ¡dotados por el Creador! ¿Es que acaso tenemos algo los ciudadanos, esos de segunda o menos? Pues sí, tenemos conciencia, inteligencia, y voz, podemos opinar, y Dios nos de la sabiduría de entender por qué ni en monarquía ni en democracia podemos entrar o pertenecer a la Corte, y que, a esa Corte con su casta, nosotros solo importamos para votar, pagar impuestos, sudar trabajando, pero nuestra opinión no interesa allá en las alturas. Parece que Borges tenía razón en su opinión sobre la democracia. No funciona y nunca lo ha hecho.
El 17 de diciembre votaremos -no elegiremos- entre las dos opciones que de nuevo nos pone obligatoriamente so pena de multa, la casta política. Deberemos optar por dos constituciones, la que ha regido más de 40 años, que, en 2019 parte de esa casta, la de izquierda quería destruir y cambiar, y la que ahora la casta de derecha quiere cambiar por considerarla destruida. En 2019 mientras los ciudadanos -nosotros- clamábamos por paz y orden, la casta política en conjunto acordó que mejor era cambiar constitución que abordar y solucionar por problemas que hace demasiado arrastramos y que nos impidieron llegar al desarrollo. En cuatro años, no han solucionado ni uno solo de ellos, es más, los han agravado todos, y han surgido muchos más, si no creen cuenten cuantos muertos aparecen a diario, veamos la pobreza creciente, la mugre y la corrupción integral. Y pese a todo y a que la casta no ha hecho nada real de bueno, ahí está esa vieja constitución, funcionando. Pero podría venir otra, que empiece un largo ciclo de enmiendas, leyes complementarias para 10 años y mucho, mucho más gasto publico derivado de derechos que no funcionan, más empleos públicos, más poder del Estado. Pero la posibilidad que un inmigrante de ingreso ilegal le ponga un balazo a un ciudadano en la calle crece exponencialmente y saben, los “derechos humanos” impedirán la represión a esos “migrantes”. Sin que la casta pierda sus poderes, los méritos personales carecerán de importancia, entrará en majestad la “igualdad sustantiva” interseccional, el Estado se encargara que los presuntos “postergados” adquieran ventajas sobre los ciudadanos que reclaman igualdad ante la ley, eso quedo en el pasado, y menos aún, que esgriman capacidades y estudios, vendrá la “discriminación positiva” para las minorías. Pero los ciudadanos seguiremos en eternas “listas de espera” de derechos y soluciones. Pero todo eso y más a Ud. no se lo dicen en la propaganda del “a favor”, solo se repiten monsergas de individuos que tienen dificultad para leer, escribir o hablar, o intereses y compromisos con la casta de derecha, tampoco con argumentos. Jamás exponerse a un debate en que salgan mal parados.
Vote en contra del primer proceso constituyente. Vote por un concejero defensor de la constitución. Voté rechazo al mamarracho de septiembre 2022, nadie me pregunto para el segundo proceso en ejecución, y consecuentemente votaré en contra de cambiar la constitución que he defendido. Sé que soy un ciudadano de segunda clase y no aspiro a nada por lo mismo, pero muchos millones, la mayoría lo somos. Por eso tengo la fuerza de la consecuencia y la integridad para no transigir mis valores y principios...
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