Claudio Moran Ibáñez


Resulta difícil de creer lo burdo de esta trama. Pensar que el “aval” y promoción y patrocinio de la derecha política sanea el trasfondo de un proyecto constitucional sutil pero claramente socialista, es decir, que da preeminencia al Estado sobre los derechos y la dignidad del individuo. De partida, porque ya no todo hombre- y mujer- es persona, sino porque no se define que es persona, es decir, podría serlo un animal, una entidad abstracta como la naturaleza, y un largo etcétera, cualquier entelequia que a la cultura “woke” se le ocurra. Porque eso es este proyecto, un producto de redacción ideológica globalista y socialista en esencia, pero que “pasa” por una derecha que se ha prestado para ello, en un segundo tiempo ilegítimamente establecido entre cuatro paredes después de cumplido y agotado el proceso constituyente del artículo 142 de la constitución que nos rige. Y ahora han creado un proyecto que política y jurídicamente es muy malo, para Chile.

Pasaron los “republicanos” de opositores supuestos acérrimos de un nuevo proceso ilegítimo que así calificaron, a aparecer como gestores de algo que es a todas luces contrario a lo que han dicho defender. Es que quizás tampoco era cierto tal defensa. Ahora avalan un fraude. A estas alturas, republicanos no es sino el ala derecha de la “centroderecha” de Chile Vamos, referente creado por y para Piñera. Hoy, con una liviandad casi infantil, sin argumentos de ninguna especie, levantan el falso eslogan “es mejor”, y una falacia propia de los regímenes socialistas, que siempre establecen un cumulo de derechos que simplemente no se cumplen ni se pueden cumplir, cual “caramelos” que ofrecen a la ciudadanía para que no repare en la esencia del texto, la distraen con  falacias como “los quórum”, cuando otro artículo del mismo proyecto establece que los derechos que la constitución establece son borrables y modificables por una ley simple, es decir, por el Estado. Eso es propio del socialismo totalitario, hoy con el agravante del globalismo que superpone al Estado chileno la normativa internacional de derechos humanos, las instrucciones y resoluciones de sus organismos, consagra los paradigmas de la izquierda militante, como son la igualdad sustantiva que borra la igualdad ante la ley, la imposibilidad de denunciar o sea salirse de los tratados internacionales sin acuerdo del congreso, los derechos colectivos de los pueblos indígenas, borrando con el codo que Chile sea una sola nación sino varios pueblos, prohíbe la pena de muerte y hasta consagra el “cambio climático”. Además de muchos otros horrores y errores, en lo jurídico, y en la redacción misma, contradictoria, vaga e imprecisa. En el fondo, una versión más light del mamarracho del año pasado, en esencia, lo mismo detrás de una farsa. Olvidémonos de cerrar fronteras, expulsar extranjeros y combatir el crimen organizado y el terrorismo. Y, en cuanto a combatir la corrupción, concepto también impreciso, difícil lo pueda hacer ese sector político “de derecha”, que ha sido desnudada en su corruptela por el audio de su principal abogado, que develó lo que ya todos reconocen. Los corruptos no pueden combatir la corrupción.

Pero queda claro que la política en Chile ha llegado a ser un juego de mentiras y engaños. Ese abogado de corruptos reconoció su alta función dentro del comunismo, pero fue protegido y promovido por el principal partido de derecha, por muchos años, y ha servido a ese sector y todo el espectro político. Sin embargo, con una liviandad propia del Tartufo, además de todo esto que tratan de tapar, pretenden convencer incautos que hay que votar a favor porque el partido comunista votaría en contra. Pero callan -en realidad ocultan todo- que ese partido es el promotor de una “constitución habilitante”, que ganan con destruir “la constitución de Pinochet” y con demostrar que con asonadas callejeras se llega al poder, que hoy tienen ellos, y se bota una constitución, y lo harán en el futuro cuando sea necesario hasta alcanzar “la victoria final”.

Triste, deprimente e irresponsable espectáculo de esa “derecha” carente de ideas, convicciones, conocimientos, de entendimiento de que ocurre en el país y el mundo, pero lo más grave: de honor, por fallarle a un país que hasta hace poco creyó en ella. No, no todo vale en política, ella no funciona sin decencia y lógica, y este proyecto carece de todo eso y, está escrito, “por sus frutos los conoceréis”. El resultado del 17 de diciembre no cambiará nada para mejor, la revolución en curso continuará, nada se cierra, con el agravante que la propia derecha o buena parte de ella, se autodestruyó. Tengo la esperanza que el “en contra” gane la votación, pero esta propuesta será una página muy negra en la historia, la constitución de la mentira, socialista y globalista. Da rabia y vergüenza a la vez, es la continuación de una infamia, una nueva frustración para algunos. Y dejará, políticamente, muertos y heridos.

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