Claudio Moran Ibáñez


“Conócete a ti mismo” (Sócrates). La identidad es elemento esencial de la existencia humana, lo que le da sentido a la misma. No solo para los individuos, también para sus agrupaciones y sectores. ¿Qué es ser “de derecha” hoy en Chile noviembre 2023 o, al menos identificarse y votar a ese sector o lo que se cree es ese sector? Hace 200 años, en los albores de la República, ello no era tema. Hace 100 años con el aparecer de la “cuestión social”, ya lo era, pero con excepción de esos extraños seguidores de un tal Karl Marx y de una siniestra revolución bolchevique, la política chilena seguía teniendo elementos básicos aglutinantes, que fueron disolviéndose en las décadas siguientes. Hoy en día, una cosa es pretenderse “de derecha” y otra serlo. A mi juicio, hay tres factores que determinan esa orientación política, tres elementos que hoy en día se advierten muy deficitariamente y por lo mismo, el “sector” carece de identidad: conservadurismo en lo valórico, los conceptos y la Historia; liberal, en lo económico. La libertad económica es el único sistema que produce bienestar y desarrollo. Pero falta otro elemento que muchos rehúyen, nacionalismo en lo político, esto es, entender que el bien e interés de la nación y el país están primero, partiendo por su existencia, sobrevivencia y proyección. Son estos los tres elementos que dan identidad al sector, la única forma de tener un pensamiento y actuaciones coherentes a individuos y organizaciones que sean  garantes de la identidad nacional con todo lo que ello significa. Porque en este dinamismo conceptual, para que seamos “chilenos” debe existir Chile, distinguirse de otras naciones y tener clara noción de ser un destino común en lo universal para la nación que lo conforma. Si Chile desparece o pasa a ser una mera palabra vacía, dejamos de ser… chilenos, perdemos nuestra identidad en el mundo. Eso debiera entenderlo la “derecha chilena” de hoy, extraviada muchos de sus sectores en una suerte de “progresismo” antivalórico, o dispuesto a sacrificar valores y al país mismo en aras de sus negocios. Aunque se definan a sí mismos como “derecha” no lo son.  El individuo es en sí un todo indivisible, y la nación y el país otro todo: cultura, valores, creencias, Historia, territorio, y un pueblo originado en todo ello y que comparte un común futuro.

Es fundamental tener clara esta disquisición para entender el dilema en torno a este “proceso constituyente”. Un señero líder de la derecha enseñó hace muchos años, que hay que plantar las banderas propias y no tratar de arrebatar las del adversario. Eso se olvidó, y el espectáculo que dan sectores de esa extraviada “derecha” es penoso. Con que liviandad se autoconvencen de algo tan falso como que ella está estableciendo una nueva constitución. En realidad, solo quieren salvar los restos del naufragio que le crearon al país en 2019. El proyecto fue escrito por un grupo de políticos falsamente denominada “comisión experta”, que trata de legitimar un proyecto contenedor en esencia de las mismas aberraciones del mamarracho terminado en septiembre pasado. Y que con mucha ingenuidad -quiero pensar- los consejeros mantuvieron como niños deslumbrados por los caramelos de derechos individuales que serán nada frente a la estructura globalista y de cesión de soberanía e igualdad sustantiva-o sea de desigualdad ante la ley-que la izquierda ideológica metió y mantuvo en el texto. A Ud. quizás nunca se lo dijeron, pero las normas jurídicas tienen vida propia, y la interpretación de ellas determina su aplicación y modo de hacerlo. Una constitución no es un recetario de cocina, y menos funciona sola, son personas, buenas y malas, las que las interpretan y aplican, bien y mal. No solo establece y garantiza derechos, individuales y esa hibridación de “derechos sociales”, sino antes que ello, sienta las bases del Estado mismo, su estatuto, y el nuevo proyecto es globalista, cede la soberanía a los tratados de derechos humanos cuyo administrador final es la ONU, y supedita todas las actuaciones de los órganos internos a dichos tratados. “Estado social” es “socialista”. Consagra el indigenismo, la ideología de género, y somete al banco central a las “políticas públicas”. Si, guardando las formas aparentes de la actual constitución, que es acaso la que más nos ha funcionado en la historia, con otras palabras, tiene similar contenido que el mamarracho rechazado. Es, como dijo Teillier, “habilitante”, para seguir con la revolución globalista izquierdista. Si ya tienen el control de las instituciones internas. La gran habilidad de la izquierda y del partido comunista en especial (y ahora la “derecha” le cree a la izquierda y al PC) es hacer pensar a muchos que está por el “en contra”. Es otro engaño, saben que la gente no vota por ellos, todos sus disciplinados militantes van a aprobar. Solo espero la mayoría de la gente “de derecha” no caiga en esta hábil trampa y ayude a legitimar lo que es, en origen y desarrollo, ilegitimo, ilícito e inmoral. Y creer que si se aprueba todo se soluciona en Chile, es poco inteligente por decir lo menos. La revolución no se detendrá en Diciembre.

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