Claudio Moran Ibáñez


Dicen que la realidad supera a la ficción. Y esta semana, y pese al notable silencio de las informaciones, y de la desinformación de lo que ha ocurrido y ocurrirá o puede ocurrir, los chilenos nos estamos despertando a la realidad, o al menos deberíamos hacerlo, que no hemos querido ver, habiendo preferido sumirnos como autómatas en la ficción política que arrasa nuestro país. Pero, cual piezas de rompecabezas, los hechos comienzan a encajar. Así, cuando están cada día más a la vista las evidencias que el mundo ha entrado en una verdadera guerra mundial, seguimos empecinados en una nueva constitución y pensando que como país nos salvaremos en la próxima elección presidencial. El avestruz esconde la cabeza frente a las dificultades, y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Sobrevivir es el verbo, y este no es el camino.

El mundo ha tenido oficialmente dos guerras mundiales, en los tiempos en que aun las guerras se declaraban formalmente, hacia otros Estados. Hoy en día, aquellas ya no se declaran, pero si se asumen, y existen. Es lo que ha hecho Israel después del ataque terrorista del último sábado, es lo que dijo Sebastián Piñera el 18 de octubre de 2019, “estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, y después se olvidó por completo, no asumió lo que había dicho. Y así fue que Chile hasta aquí sigue perdiendo esa misma guerra. Esa guerra no asumida puso a Boric en el poder, y a su séquito neocomunista, todos declaradamente enemigos de Israel, pero sí fervientes partidarios del nuevo orden mundial que pregona la agenda 2030 de la ONU, que pretende la desaparición de los estados nacionales soberanos y el establecimiento de un gobierno mundial, con control de la población, los recursos, las riquezas.

No es simple precisar el inicio de esta nueva guerra mundial, que sin duda tendrá características diferentes de las anteriores, diferencias derivadas tanto del desarrollo tecnológico, cantidad de población y crecimiento material, sino también del hecho innegable que como toda guerra tiene motivaciones económicas. El cuestionado Papa Francisco lo declaró claramente hace unos cuatro años (“Vivimos la tercera guerra mundial, por capítulos”). Después vino esa oscura noche de la “pandemia”, única vez en la historia que se encerró en cuarentena a millones de personas sanas en lo que fue un gigantesco ensayo de control de la población del mundo a través de la OMS. Casi paralelamente en 2019 se inició formalmente el cumplimiento de la agenda 2030 ONU, en Chile, obviamente sin nunca preguntarle y menos informar a nadie. Todo el proceso político chileno deriva de esa agenda y sus conceptos. Luego comienza en marcado y sostenido empobrecimiento de la población mundial, inflación, carestía, desempleo masivo, y la “guerra de Ucrania”. Ahora estalla un conflicto con Israel que, aunque atacado por terroristas islámicos fanáticos, es en realidad un conflicto se sabe con Irán. Solo falta estalle la guerra inminente entre China y Taiwán. Los tres conflictos señalados en Apocalipsis o Libro de la Revelación, Israel, Gog (Rusia), y Magog (China). Y no tomo partido por otros países, sino por Chile, debemos proteger y salvar Chile.

Si el concepto bélico de la gran guerra anterior era arrasar, hoy es lo contrario, conservar lo que se va a apropiar y controlar. Pero la economía ya está y seguirá muy afectada, se cortarán cadenas de suministros a nivel mundial, habrá mucho mayores cambios de la población. Pestes, hambre ¿Y qué hacen países como el nuestro para sobrevivir y proteger a nuestra población? Hasta aquí, absolutamente nada, es más, ni siquiera tenemos la capacidad para ello. Cerrar y controlar nuestras fronteras sería un primer paso elemental, pero la carencia absoluta de liderazgos efectivos impide salir de esta postración. La conducción de un país en una guerra, debe por lógica estar en manos de… guerreros. El actual gobierno ya casi toda nuestra clase política carece absolutamente de las condiciones y capacidades para enfrentar esta crisis, por lo que resulta de urgencia cambiar la conducción del país, el costo de no hacerlo puede ser definitivo, miles de pueblos y países han desaparecido en la historia humana, y ya muchos nos consideran no país, sino “territorio” meramente. Chile no aguantará así dos años más, no podrá excepcionarse de este conflicto, deberá tomar posiciones y que sean correctas, lo primero, salvar nuestra nación, territorio e identidad. Pero ahí están nuestros políticos, entre viajes a China en un avión rasca, y redactando una nueva constitución, dilapidando dinero y todo. Nada, absolutamente nada volverá a ser como antes del inicio de esta guerra mundial, y pocos parecemos entenderlo. El país no podrá sobrevivir, y menos si entra en batallas, con incapaces que poseen… el vuelo del gusano.

 .