Claudio Moran Ibáñez
“A quien más se le da, más le será exigido” (Parábola de los talentos) Lo dice el Nuevo Testamento, y es aplicable a cualquier sociedad en todo tiempo y lugar, y se traduce o debe hacerlo, en la responsabilidad que poseen quienes han sido más favorecidos en la vida, en cuanto a asumir deberes para lo que se supone están mejor preparados. De ahí surgen las “elites” de una sociedad y que, desgraciadamente, cuando olvidan tales deberes y se concentran en los privilegios que su posición les provee, degeneran en meras oligarquías o poderes facticos. En el caso de nuestro país, esa elite histórica configura la base de la expresión política conocida como “derecha” en sus múltiples acepciones y corrientes al menos hasta aquí.
Estamos en el siglo XXI, por lo mismo, y dada nuestra alergia al cambio y a aceptarlo, caemos en una visión decimonónica que proyecta situaciones que deberían haberse superado. Ello importa entender y aceptar, entre otras, que la hoy mal llamada “elite” del país, se agotó hace mucho tiempo, y solo perdura como esa expresión conocida como “derecha” en lo político pero que hace mucho dejo de conducir realmente los destinos y quehacer nacional. La “derecha chilena” por ello hoy no es más que oligarquía, dinastías, en que brillan por su ausencia los valores y convicciones que el país y la historia espera de ella. Hoy y desde hace ya mucho, esa derecha todo lo negocia en aras de sus intereses particulares o grupos detrás, carece de ideología y peor aún, de un proyecto. Es que recordemos, su base social castellano-vasca fue ungida por Portales para imponerse y darle estabilidad a la naciente Republica y después, bueno, a Portales lo mataron. Y ahí quedaron. Solo un siglo antes esas familias que aquí se consideraban de vinosos (después también “bancosos”) apellidos, habían llegado a las coloniales calles de Santiago del Nuevo Extremo como vendedores callejeros, les fue bien, hicieron fortuna, después accedieron al poder político y a influencias crecientes. El origen entonces de nuestra pretendida “elite” no es de aristocracia guerrera de mil años, sino de mercaderes, del estamento mercantil de la sociedad, en caso alguno de guerreros de honor y talante. Eso nos permite entender entonces por qué, si Chile ganó la guerra del Pacífico, los políticos de la época no permitieron a los militares ganar la paz e incorporar los territorios ocupados, era más importante dedicarse a los negocios y la riqueza del salitre, por eso entregamos la Patagonia.
Desde aquella época la decadencia de nuestro país es la de su elite, hoy completamente gastada, las actitudes de esa pretendida “derecha” son la prueba de aquello. Hace rato perdieron su esencia, el anticomunismo, porque esa doctrina que hoy se plasma en el globalismo, es la amenaza real a la subsistencia de nuestra nación, que Portales los llamó a salvar y proyectar. No, acaso le pedimos peras al olmo, una actitud valiente, clara y aguerrida a quienes solo tienen ADN mercantil. Sin embargo, a diferencia de 1830, los votantes “de derecha” de hoy, se dan cuenta abrumadoramente que la derecha esta gastada, agotada, incapaz de estar a la altura. El creciente contubernio Republicanos- Chile Vamos manipulados por Piñera exponente de esa oligarquía de sangre mercantil, evidencia el problema es genético, no de partidos, al final carentes de verdaderos líderes, convergen a negociaciones que tratan de llevar a Chile a la primera constitución globalista del mundo. Parece era inevitable, Republicanos podría haber sido el cauce de millones que queremos un modelo nacional y libertario, autentico, anticomunista y antiglobalista, pero al final cayó en lo mismo, claudicó, y el futuro de nuestro país se ha tornado cada día más nublado. Algunos tratamos de evitar que esto ocurriera, pero los sistemas se defienden a sí mismos. Alguna vez, ya no lo veremos, se abrirá un nuevo cauce nacional, y surgirá una nueva elite al menos de tres corrientes: conservadora, nacional, libertaria. No saldrá eso sí de esta agotada Derecha actual, sino será externa a ella, por mucho que armen una constitución para sus negocios y habilitante para el sueño comunista. Vendrán tiempos en que se entienda que los principios no se transan ni en la bolsa, menos en la oscuridad del conciliábulo constitucional. Millones de “derechistas” están descontentos con “la derecha”, frustrados de todos esos partidos, y pueda ser que el “en contra” triunfe en diciembre lo que en poco solucionará el problema de fondo, pero será un buen comienzo. Después, la maquinaria partitocrática pasará tabla rasa en las siguientes elecciones con candidatos que refrenden a los poderes facticos. Pero lo concreto es que ya despertó un germen de cambio y reemplazo a esa pseudo derecha agotada que todo lo ha negociado en su carencia de identidad valórica. Chile es una Patria, un ethos, una realidad histórica, no un centro de negocios. Podrán imponer candidatos, pero no podrán imponer la verdad.
.