Claudio Moran Ibáñez
Se inicia septiembre, y como es habitual ya a estas alturas, el país se vuelve a contagiar de un manoseado regreso al pasado, prisionero de situaciones que no es posible cambiar, pero con muchos actores históricos jugando desenfrenadamente a que, si pueden hacer ese cambio, borrar el pasado dándole otra interpretación, construyendo una falsa realidad. Y como diría un físico teórico, si alteras el continuo espacio tiempo en el pasado, alteraras el presente, pero, sobre todo, el futuro. No tengo dudas que en eso consiste la maldición que aplasta a nuestro país, un país a la deriva que funciona a medias y por inercia, puesto que nadie lo conduce ni guía, ni siquiera lo inspira. ¿Vivimos o solo existimos?
Como el chileno medio lee poco, cada vez menos, los medios están cooptados por intereses inconfesables que solo aspiran-y lo logran-controlar a millones de individuos-masa, su entendimiento y comprensión del mundo exterior, pero también de nuestro propio ser y realidad, es paupérrimo o inexistente, y sigue pensando o quiere creer, que en este país no pasa nada y que en esencia sigue todo igual. Que todo se va a arreglar, que tiene que arreglarse, como si bastara con así desearlo. Entonces, se desenvuelve este dantesco espectáculo de masas denominado “conmemoración de los 50 años del golpe", con participación de actores y payasos extranjeros, todos ayudando a establecer una supuesta verdad histórica que jamás puede cambiar el pasado curso de la historia, pero si sigue neutralizando el futuro, porque un país que se esmera en permanecer atado al pasado, y más encima a un falso pasado, no puede tener futuro, o no un mejor futuro.
Es por ello que el nuestro es hoy un país sin sueños ni esperanzas, y desde afuera las cosas se ven con otra óptica. Me ha tocado conversar en las últimas semanas con personas que nos observan desde otras latitudes. Están muy preocupados por el creciente fenómeno de los “narcoestados” latinoamericanos, que incluyen a nuestro Chile cuyo puerto de San Antonio es el principal puerto exportador de droga hacia otras latitudes. Hay varios corredores de drogas que llegan a exportarse a San Antonio, a poco más de una hora de Santiago, lo cual es ya un eufemismo, ya que la capital hace rato se convirtió en palacio de bandas de crimen organizados. Pero también otros observadores están de acuerdo en que Chile se convirtió en país sin inversión, a todo nivel, por algo las llamadas empresas “Start-up” y otras antiguas igual, se van a otros países. El futuro no es una entelequia abstracta, es una construcción concreta y realista del día a día, y si así no se da, no existirá simplemente.
Las evidentes maniobras de la izquierda revolucionaria de exacerbar de nuevo la violencia callejera, con paros, protestas, destrucción, al estilo 2019, está preocupando a millones. La mayoría no percibe que es solo el viejo axioma marxista de “agudizar las contradicciones de clases” con miras a obtener dividendos políticos. Muchos creerán que solo buscan presionar, por ejemplo, con esa brutalidad del “pacto fiscal”, (¿pacto entre quienes?), a fin de tener más recursos para equilibrar el alicaído erario nacional sobre gastado, tener más recursos que permitan obtener dividendos electorales, cuando la verdad es que basta se siga promoviendo las políticas de revolución cultural que les permitió de facto adueñarse del país, diciéndonos hasta que chiste se puede contar, que palabras se pueden usar, y que se puede decir y que no, para eso crearon ya la primera comisión de censura. Aunque no obtengan más dinero de los golpeados contribuyentes, lo que tienen y que no van a soltar de buena gana, es suficiente para seguir haciendo crecer el núcleo duro y enquistado que a los revolucionarios les permite hoy controlar el país a través del control de instituciones que primero se prestaron, y después se entregaron al tsunami “progre”.
Por ello creo que el “trabajo” que la oposición está haciendo-si es que hace alguno-es y será claramente insuficiente. A lo más, piensan en ganar elecciones nominales sin posibilidad de cambiar la realidad subyacente. El dilema que esas agrupaciones políticas tienen, es que carecen de perspectiva, proyecto, mística- se conforman con autodenominarse “patriotas”, Boric también está al borde de hacerlo, todo vale.
No, lo que Chile requiere hoy para sobrevivir es, primero, tirar al tacho de la basura la insurrección revolucionaria y su triunfo cultural, para reemplazarlo con un proyecto nacional y libertario de permanencia, más allá de la próxima elección. No puedo ser optimista en esto, un viaje de mil leguas comienza con solo un paso reza el proverbio chino, y no veo ninguna paso, solo el marasmo de la mediocridad y el fracaso que hace ya demasiado nos asola. Por lo menos, aún estamos vivos, solo Dios sabe por cuánto tiempo más, lo que el globalismo nos permita o nos imponga.
Siempre pensé, conociendo buena parte del planeta, que Chile podría ser uno de los mejores lugares para vivir. Su clima y su gente amables eran una buena base para construir. Esa ilusión ya se perdió, añoro el futuro que ya no fue.
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