Claudio Moran Ibáñez
He señalado muchas veces, que el actual gobierno no se estableció para gobernar y hacer prosperar al país y sus ciudadanos, sino para completar la implantación de la revolución política detonada en octubre de 2019. Boric tampoco gobierna él, este es un gobierno en las sombras de poderes inconfesables, el presidente demuestra a diario carecer de los conocimientos y competencias más elementales, él solo simboliza y tapa lo que no quieren se vea. Por lo anterior, pese a haber sido descubierto el mecanismo con que se están extrayendo recursos fiscales cuantiosos para financiar las actividades políticas de miles, además de los casi 100 mil nuevos “empleos”, ello solo es un nuevo “traspié” en el camino ya trazado. Acá se trata de establecer un nuevo régimen, sobre las ruinas del anterior, y el más grave error que se puede cometer es siquiera pensar que las dos derrotas electorales seguidas les importan o hacen reflexionar a esos revolucionarios.
En círculos de análisis político real, hace tiempo se constata el creciente temor a que se intentará por el actual gobierno un “autogolpe” que le permita aferrarse al poder y romper definitivamente el orden institucional, ya dejemos de hablar de “nueva constitución” que la de ellos propia ya se frustró, pero no así el sistema de facto que el neomarxismo sigue construyendo en Chile. Ni un paso atrás.
El país no solo está estancado, está retrocediendo, en una recesión que es oficial, pero se esquiva hasta mencionarla. La izquierda sabe que el próximo gobierno no será de su signo, pero mientras más tiempo aguante más profundiza su avance, fortalece sus cuadros, controla más gente e instituciones. Pero la decadencia-ya no es crisis-es demasiado grande, es imposible que en cuatro años un nuevo gobierno de otro signo, aunque sea respuesta nacional y libertaria a esta pandilla desgobernante, levante un país que ya llegó a los “ajustes presupuestarios” o sea a achicarse mientras se sigue gastando a manos llenas. Las frustraciones serán y ya son, enormes, y ahí está “el otro pie” del PC, que controla “la calle”. Ya comienza a hablarse de salir a protestar (sabemos lo que eso significa en Chile) para generar nuevo caos y presión social. Con “la calle” y el gobierno, el neomarxismo apostará a un estado de sitio, que con la “comisión de la censura” comenzará a controlar el país, y a neutralizar como sea, la disidencia y resistencia, no por nada el PC tiene el manejo de la subsecretaría de las FF.AA. que ayudarían a estabilizar una situación creada por la misma izquierda gobernante, que sabe no puede darse el lujo de perder lo avanzado en la toma del poder. Si revisamos la historia reciente de otros países bajo la égida del Foro de Sao Paulo -como el nuestro-, veremos que tanto Chávez en Venezuela como Correa en Ecuador, se “afirmaron” después de una revuelta y sublevación en su contra, o al menos así vendieron la imagen. Ser “víctima” siempre vende…
No han llegado hasta aquí para arriesgarse a perder mucho de lo avanzado. No son demócratas, ni creyentes, ni liberales, mucho menos “patriotas” el ultimo “chiste” de Boric. Son totalitarios unidimensionales, solo les interesa el poder para disfrutarlo al alero de una revolución globalista en que la pandilla llega a ser la administradora exclusiva de un país esquina bajo el dominio de la ONU y el globalismo, un país que pierde su identidad, su soberanía, su libertad, y un cúmulo de derechos que pierden todo sentido sin aquellos atributos. Si no se levanta una idea fuerza propositiva y alternativa, no meramente electoral, dispuesta con mística a hacer un largo período de varios gobiernos que cure a Chile de las lacras y enfermedades inoculadas por el globalismo socialista, seguiremos condenados cual las manzanas en un cajón al que le entran gusanos. La “pacha mama” de esta revolución dijo una frase que cada instante cobra más significado: “cada día puede ser peor”, y lo es. Cada día es peor en Chile desde hace años, nada mejora sino al contrario, y peor que lo que se ve y se sufre, es lo que va por debajo. La clase política chilensis no está capacitada para superar esta decadencia, que ella misma contribuyó a crear y que, derecha incluida, parece no querer entender. Lógico, si vive de su situación. Habrá que hacerla entender que lo perderá todo, partiendo por los cargos, sueldos y prebendas. Saquémonos la venda de los ojos, no se están haciendo las cosas bien, esto no lo salva una nueva constitución, es mucho más complejo y profundo, lo peor es no querer aceptarlo.
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